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EVOLUCIÓN DE LA PASTORAL JUVENIL EN ESPAÑA EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS

I

Cuando me pongo delante de la hoja del papel en blanco (en realidad, de su equivalente actual: la primera página en blanco de un documento nuevo y recién abierto) para tratar de describir la trayectoria de la pastoral juvenil de las últimasdécadas, me ha venido a la cabeza de pronto un pasaje del último libro del pensador posmoderno Jean François Lyotard, un libro que dejó inconcluso a su muerte, acaecida en 1998. Se trata nada menos que de una relectura, por parte de uno de los padres de la posmodernidad, de las Confesiones de San Agustín, de las que dejó unos interesantes apuntes, editados y publicados como obra póstuma por la viuda del filósofo francés, Dolorès. Lyotard se detenía a analizar un párrafo de Agustín en que se nos dice que apenas podemos explicar unas pocas frases inconexas del sentido de la historia y de la vida. Dicho sentido está escrito en un gigantesco libro que es como un tapiz puesto sobre nuestras cabezas, ocupando todo el firmamento. Sólo Dios lee el libro “del derecho” y de un vistazo global, y así sólo Él comprende lo que ha pasado, pasa y pasará. Nosotros nos limitamos a leer un fragmento, y aún este, puesto del revés: “Sin embargo, nosotros leemos apenas, con pena, nosotros, los de bajo, esos signos todavía demasiado altivos, demasiado resplandecientes. Almacenamos las huellas de lo absoluto que eres y deletreamos letras”1.

Una sensación similar invade al que quiere describir la historia de la pastoral juvenil de unos años para acá. Sólo entrevemos en un tapiz puesto del revés los cambios, evoluciones, avances y retrocesos que han ido acompañando a muchos agentes de pastoral, inmersos en esta aventura durante todos estos años. Lo que sigue es sólo los fragmentos que ha alcanzado a descubrir y enlazar el que escribe estas líneas. No está todo ni hay un sentido global, pero es la película que he logrado montar con los fotogramas que recuerdo haber vivido y otros que me han contado. Seguramente otros tendrán una visión distinta o introducirían matices diversos en cada etapa. O harían otra clasificación. Es lógico y lo acepto completamente. Además, nos ceñiremosbásicamente a la pastoral juvenil realizada en España, para no abarcar más campo de la cuenta. El lector de otros países sabrá realizar las necesarias adaptaciones a su contexto local. De todos modos, me parece que de este esfuerzo de echar un vistazo a la pastoral juvenil de los últimos años, pueden salir conclusiones muy interesantes para la acción pastoral y catequética.

Para esta exposición he dividido esta historia de la pastoral juvenil reciente en cuatro etapas, que son las que me parece entrever en el dorso de ese tapiz puesto del revés que hemos mencionado. Después apuntaremos unas breves sugerencias y pistas de actuación.

1. LA PASTORAL JUVENIL DE LOS AÑOS 50 Y 60

Hasta finales de los años 60 la pastoral juvenil en España vivió básicamente de esquemas preconciliares. El modelo de sacerdote y de proceso catequético forjado en la reforma tridentina seguía plenamente vigente. El esquema básico tridentino había sido remozado en el siglo XIX, mediante la dedicación a los niños y jóvenes de las congregaciones dedicadas a la enseñanza, surgidas en el siglo XIX (Maristas, Salesianos, Claretianos, La Salle…) o anteriormente (Jesuitas, Escolapios, Franciscanos, Dominicos, Hijas de la Caridad…), y que tienen un protagonismo central en la pastoral infantil y juvenil de entonces. Por las circunstancias que conocemos, todos los chicos eran bautizados y recibían la confirmación y primera comunión. La mayoría recibía una instrucción religiosa escolar que les daba una cultura religiosa considerable. Otra cosa distinta es que, para la mayoría, los procesos de iniciación en la fe cristiana fueran completos eintegrales. Se notaba que al llegar a la franja de edad juvenil se perdían muchos de aquellos chicos que habían sido catequizados y habían recibido los sacramentos de iniciación a edad temprana.

Un agente de pastoral de los años 40 o 50 hacía con los chicos y jóvenes la misma acción pastoral y catequética que habían hecho con él diez o quince años antes. Y fue así, sin cambios cualitativos apreciables, durante varias décadas. Pese a que, como hemos dicho, se perdían bastantes a partir de la adolescencia,el número de jóvenes que pertenecían a grupos o movimientos cristianos era considerable, si comparamos con lo que sucedió después. Algunas congregaciones y diócesis tenían sus movimientos juveniles, normalmente de “sólo chicos” o “sólo chicas”, y que transmitían una visión del cristianismo muy uniforme. De hecho, laeducación de la sexualidad, tan inflexible en numerosas ocasiones, era uno de los puntos conflictivos en la pastoral juvenil ya entonces. Algunas películas del cine español de comienzos de la democracia –habitualmente bastante demagógico, por otro lado- dan cuenta de esa situación2. En la familia religiosa a la que pertenezco, la salesiana, todavía suelen hablar con nostalgia los que vivieron aquellos años de unos grandes grupos dejóvenes cristianos llamados las “compañías”, y que funcionaban básicamente igual –y el dato es muy significativo- que en tiempos de Don Bosco, 100 años antes.

Es cierto que hubo grupos y personas que se dieron cuenta de que esa pastoral que podríamos llamar ambiental no era suficiente para una formación de jóvenes que fueran cristianos con una opción madura y personal. Los grupos de la JOC (Juventud Obrera Católica), con sus métodos de revisión de vida (que en España nunca llegó a cuajar del mismo modo que en los países de hablar francesa) o los famosos cursillos decristiandad para jóvenes de la Acción Católica son ejemplos de aquellos intentos de profundizar en su ser cristiano y de hacer ver a los jóvenes que la catequesis y el cultivo de la propia fe no era sólo cosas de niños. Podemos citar como figura paradigmática al jesuita Tomás Morales (1908-1994), que funda en 1950 El Hogar del Empleado, agrupando a jóvenes deseosos de una entrega cristiana. Círculos de estudio,convivencias en las sierras de Guadarrama y Gredos fueron sus principales métodos de formación humana; la Virgen presidió la espiritual, con especial presencia en el mes de mayo y en la Vigilia de la Inmaculada a principios de diciembre. Todo ello lo aplicaríamás adelante en la Cruzada de Santa María, que fundó en 1956, con su rama masculina y femenina. Las vigilias de la Inmaculada “sólo para hombres” dirigidas por el brazoderecho del padre Morales, Abelardo de Armas, o libros como Forja de Hombres (1966) dan testimonio de aquel estilo.

Aquel tipo de pastoral juvenil no era ni peor ni mejor que la actual, pero es evidente que dependía de unos marcos sociales concretos que han desaparecido, en los que se transmitía la fe de modo ambiental. La familia, la escuela y la parroquia eran los afluentes de un gran río (la fe cristiana), que crecía continuamente y se transmitía razonablemente bien a bastantes niños y jóvenes, por seguir el ejemplo clarificador de un documento reciente de los Obispos del Quebec sobre la pastoral juvenil3. Pero hoy la sociedad ha cambiado y esos afluentes han disminuido mucho o, a veces, se han secado. Sencillamente, las circunstancias son otras y, en sus elementos básicos, no habrá vuelta atrás.

Es verdad que, ya en 1943, hubo quien vio venir en Francia (como en tantas ocasiones a lo largo de la historia moderna) el cambio que se avecinaba y la imposibilidad de seguir con este esquema secular. Estamos hablando del famoso libro Francia, país de misión4, que detectó el problema que tantas consecuencias tendría parala pastoral de iniciación cristiana, no sólo la juvenil. Sin embargo, en España la mayoría pensaba que eso no pasaría aquí, y que el referido esquema de trabajo en pastoral juvenil duraría casi eternamente.

Resulta interesante estudiar dos revistas de pastoral juvenil, vinculadas ambas a congregaciones religiosas dedicadas a la juventud, y cuál ha sido su evolución en los artículos y materiales que ofrecían en aquella época, así como los cambios posteriores. Nos referimos a RPJ (Revista de Pastoral Juvenil) de los Escolapios, nacida en 1958, y Misión Joven, de los Salesianos, fundada en 1960 con el nombre de Técnica de Apostolado.

2. EL ESTALLIDO Y EL DESIERTO DE LOS AÑOS 70

Sin embargo, la pretensión de seguir haciendo lo mismo de las décadas pasadas, pensando que “esas cosas que les pasaba a los franceses” aquí nunca ocurrirían, llevó a principio de los 70 a una quiebra de la mayoría de las acciones de pastoral juvenil y una crisis sin precedentes. Se mantuvo, aunque disminuyera, la catequesis infantil. Pero a partir de la adolescencia los problemas eran enormes. Las instituciones escolaresreligiosas se mantenían, por su fuerza y prestigio académico. Pero la pastoral juvenil en ellas se puso bajo mínimos. Y todo lo que supusiera un compromiso voluntario de losjóvenes, en un tiempo extraescolar, por ejemplo, fue abandonado rápidamente.

Aquellos grandes grupos o movimientos (por ejemplo, entre los salesianos, las compañías antes mencionadas) desaparecieron en muy poco tiempo. Algunos le echaban la culpa, aunque fuera por lo bajinis, al Concilio y sus reformas, y no alcanzaban a ver que el cambio era social, y muy profundo, como ya había sabido ver la Gaudium et Spes, y que no es que no se quisiera hacer “lo de antes” en pastoral, sino que sencillamente era inviable. Es curioso, aunque por supuesto bastante triste, que hoy, en pleno siglo XXI, algunos retomen aquellos lamentos y propongan de nuevo soluciones pasadas, hoy irrecuperables.

Así, en la pastoral juvenil hubo un momento difícil, pero muy interesante, en que había desaparecido lo anterior y aún no había surgido nada que lo sustituyera. Hubo una breve época, por poner un ejemplo significativo, en que los únicos campamentos que se encontraba uno por el campo y las montañas en verano eran los de scouts, que vivieron una etapa floreciente a mediados y finales de los 70. Ya se comenzaba a apuntar, pues,la solución que vendría después: la pastoral juvenil realizada en la plataforma del tiempo libre.

3. EL RENACER DE LA PASTORAL JUVENIL EN LOS 80

En efecto, hacia finales de la década de los 70, gracias a la creatividad y esfuerzo de una serie de “exploradores de nuevos caminos”, fueron surgiendo gran cantidad de ideas e iniciativas en la pastoral juvenil, basadas casi todas en la explotación del nuevo filón que suponía el tiempo libre. Alguien debería estudiar la influencia decisiva de dichas iniciativas en el tejido de asociaciones juveniles y actividades de tiempo libre que luego han ido asumiendo las administraciones estatales, autonómicas y municipales. Se pusieron en marcha centros juveniles, campamentos, nuevos grupos –siempre mixtos-, con nuevos estilos, para adolescentes y jóvenes, pascuas juveniles (o mejor, con jóvenes, si recordamos las disputas que, no sin razón, motivó la terminología), nuevos itinerarios de catequesis, sobre todo de confirmación. De hecho, el redescubrimiento de la confirmación y su retraso para que la opción de los jóvenes fueramás consciente y responsable fue la piedra angular sobre la que descansó esta renovación y florecimiento impresionante de la pastoral juvenil. Los lectores conocen de sobra la polémica que aún existe sobre dicho modo de preparar y celebrar la confirmación, porque la acusación principal es cierta: se confirmaban… y casi todos se iban. Pero, ¿alguien ha demostrado que se queden si se confirman con 12 años? Mi impresión es que sucede lo mismo, y aún peor, porque no se van con 19 años, sino con 13. Con todo, dado que el problema teológico y pastoral es mucho más profundo, no entraremos ahora en una toma de posición, pues la intención de estas páginas es contar lo que, de hecho, pasó5. Las publicaciones de libros y materiales con itinerarios de catecumenado (de Salesianos, La Salle, Escolapios, Jesuitas, Claretianos, Maristas…) y de revistas de pastoral juvenil, que ya hemos mencionado, fue un esfuerzo verdaderamente impresionante, si volvemos con serenidad la vista a aquellos años. Algunas congregaciones o grupos consiguieron que surgieran grupos –nunca mayoritarios- de jóvenes-adultos que formaron comunidades cristianas con fuertes compromisos: recordemos las Comunidades de Vida Cristiana jesuíticas (CVX), por ejemplo, o la experiencia de los llamados APJs (Agentes de Pastoral Juvenil) en Madrid. Hubo bastantes más y pedimos disculpas por omitir una clasificación exhaustiva de los nombres.

Sin embargo, en la década de los 90 ese tipo de acción pastoral, que tuvo unosaños de cierto esplendor, decayó en cuanto a los números. Los que participaban en las pascuas con jóvenes o que se confirmaban eran muchos menos. Y así seguimos. ¿Qué había pasado? Aquí me permito ofrecer una hipótesis de lectura de este hecho, que está abierta, por supuesto, de buen grado, a correcciones y revisiones. Aquella pastoral de

finales de los 70, que tuvo sus frutos y aún sigue dando algunos, suponía en realidad que los jóvenes eran cristianos y habían recibido una instrucción religiosa. Y la base de esa acción pastoral era lo que yo llamo (y permítaseme lo prosaico del ejemplo) “dar la vuelta a la tortilla”. Consistía en mostrar a los jóvenes, que habían recibido y observaban en sus familias un cristianismo muy tradicional, que se podía vivir y celebrar de otra manera. Por ejemplo, las pascuas con jóvenes consistían en hacer ver y vivir que la Semana Santa –que aquellos chicos conocían en sus líneas principales- se podía celebrar de otro modo más juvenil y vivencial, siempre con la intención (que luego pocas veces fraguó en la práctica) de que luego se integraran en el ritmo normal de toda la comunidad cristiana, que forman niños, jóvenes, adultos y ancianos, en su parroquia. En resumen, ese dar la vuelta a la tortilla equivalía a decir a los jóvenes (pedagógicamente y en un proceso orgánico y armónico): vosotros ya sois cristianos como vuestros mayores; pero se puede matizar y profundizar en ese ser cristiano con un estilo más juvenil y comprometido.

El problema actual es que –y seguimos con el ejemplo culinario-, sencillamente, no hay tortilla que voltear en la mayoría de los casos. Unos jóvenes que casi no han visto vivir el cristianismo en sus familias, que apenas reciben instrucción religiosa, que oyen y ven desde pequeños en los medios de comunicación todas las “cosas malas” de la Iglesia y sus estructuras (y sólo las malas)... no tienen ese fondo de cristianismo tradicional sobre el que trabajó la pastoral renovadora de los 80. Esto duele reconocerlo, o sólo lo hacemos teóricamente, pero luego se sigue convocando para las mismas actividades y planteamientos grupales que al comienzo de los 80, y la respuesta es pobre. Por poner un ejemplo: en los años 80, bastaba poner un cartel convocando en

septiembre a la catequesis de confirmación en muchas parroquias ligadas a centros escolares religiosos, para que hubiera ya una gran afluencia de adolescentes el primerdía de actividad de los grupos. Hoy esa convocatoria, por sí sola, apenas tiene respuesta.

La confirmación, entre ellos, ya no está de moda (para lo malo –acude un número muy escaso- y para lo bueno –quizá los que vienen lo hagan con mayor autenticidad-). Así pues, los que siguen trabajando con este estilo de pastoral juvenil deben tener en cuenta que ha de hacerse un trabajo previo de instrucción religiosa y pre-evangelización.

Además las estructuras de tiempo libre montada entonces (centros juveniles, campamentos, multitud de actividades lúdicas y artísticas…) ya no llevan de por sí a la iniciación cristiana si ésta no se cuida explícitamente. La frustración, confesada o no, de muchos agentes de pastoral juvenil es que están ntreteniendo a chicos/as, pero no encuentran respuesta cristiana profunda ninguna. Eso creemos que sucede por lo que

acabamos de decir: si no hay ya tortilla (una cultura cristiana mínima), no se le puede dar la vuelta y mejorarla…

También a lo largo de los años 80, en otra línea bastante distinta –también aquí quiero decir que ni mejor ni peor- comenzó a surgir, propiciado por la figura del papa Juan Pablo II y su estilo de comunicación espontánea con la juventud, un tipo de pastoral juvenil en torno a los nuevos movimientos, de estilo más tradicionalista (y

empleamos esta palabra sin matiz peyorativo ninguno: tiene sus ventajas y desventajas). Mi impresión es que estos cuidan unos aspectos descuidados por el otro estilo, pero, en cambio, pierden algunos rasgos de tipo educativo que ya estaban conquistados por los primeros. En esta estela, las Jornadas Mundiales de la Juventud, comenzadas en 1984, que hubieran sido impensables sin el estilo personal de Juan Pablo II, se han ido

consolidando. Ya nos preparamos para la próxima en Madrid en 2011. Es cierto que a veces falta en los participantes un proceso posterior de catecumenado orgánico y coherente, y que a largo plazo no queda tanto como, de entrada, parece. Sin embargo, creo firmemente que no vivimos tiempos en pastoral juvenil del aut… aut… (o sea, de opciones excluyentes), sino de et… et…, o de non solum… sed etiam…, si se prefiere

(ser inclusivos y aprender lo mejor de cada grupo y estilo pastoral, construyendo en serio y con lealtad esa gran e imprescindible tarea que es la comunión eclesial). Si se nos permite el comentario distendido, demasiadas veces nos vendría muy bien a los partidarios de diversos enfoques en pastoral juvenil atender el consejo de una vieja canción del cantante belga Jacques Brèl, titulada La Bastilla: “Ya destruimos la Bastilla

y nos hemos pegado durante mucho tiempo. ¿No podríamos entendernos y querernos?”.

NOTAS

1 JEAN-FRANCOIS LYOTARD, La confesión de Agustín, Madrid-Buenos Aires, Losada, 2002, 72-73.

2 Cf., por ejemplo, Arriba Hazaña (1978), de José María Gutiérrez, o la no muy imparcial La malaeducación (2004), de Pedro Almodóvar.

3 Cf. ASAMBLEA DE OBISPOS DE QUÉBEC, Proponer hoy la fe a los jóvenes. Una fuerza para vivir,en DONACIANO MARTÍNEZ – PELAYO GONZÁLEZ – JOSÉ LUIS SABORIDO, Proponer la fehoy. De lo heredado a lo propuesto, Santander, Sal Terrae, 2005, pp. 163-191.

4 Cf. HENRI GODIN- YVAN DANIEL, La France, pays de mission?, Lyon, Les Editions de l'Abeille,1943.

5 Cf. una breve presentación sobre la actualidad y estado de la cuestión en JUAN CARLOS DÍAZ HERNÁNDEZ, Implicaciones teológicas y pastorales del sacramento de la confirmación, en Vida Nueva2613 (17/23 de mayo de 2008), pp. 23-30.

(Tomado de Jesús Rojano Martínez SDB en SINITE. Revista de Pedagogía Religiosa 149 (septiembre-diciembre 2008)