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PERFIL DEL PRESBÍTERO LATINOAMERICANO

Por Mons. Baltazar Porras Cardozo
Arzobispo de Mérida (Vanezuela)

     

1. Introducción

     Dentro de la temática del curso para formadores de sacerdotes se contempla un núcleo dedicado al «ser y quehacer del sacerdote». Y, entre los diversos aspectos de este núcleo hay uno dedicado al «perfil del presbítero latinoamericano».
     Vamos a intentar una exposición que motive la reflexión de los participantes desde el horizonte exclusivo de lo que se ha escrito sobre la temática en Latinoamérica. No supone ello el que no se deban tomar en cuenta los otros aspectos de la rica reflexión sobre la vida sacerdotal, sino sencillamente que es éste el horizonte metodológico de comprensión del tema.

2. Punto de partida

     Se puede afirmar que la reflexión anterior al concilio Vaticano II sobre la temática sacerdotal no ofrecía mayores novedades. Era sin más una repetición o adaptación de los grandes autores o del magisterio.
     A partir del Vaticano II se da un cambio en la reflexión teológico, y se inicia en América Latina un intento de reflexión desde la especificidad propia.
     Con la Lumen gentium cambia la perspectiva eclesiológica. Esta importante Constitución parte de la Iglesia misterio y pueblo de Dios. La jerarquía es parte constitutiva de esa realidad. El cambio es copernicano.
     El decreto Presbiterorum ordinis amplia esta concepción. El presbiterado forma parte de la misión de la Iglesia en la que no todos los miembros desempeñan la misma función. Los presbíteros son tomados de entre los hombres y constituidos en favor de los hombres, conviven como hermanos con los otros hombres. Son segregados pero no separados (PO 1-3).
     El Ministerio de los presbíteros se define por las funciones que realizan: son ministros de la palabra de Dios, de los sacramentos y de la eucaristía. Ejercen la autoridad como el que sirve principalmente con los pobres y los jóvenes (PO 4-6).
     En el capítulo III, dedicado a la vida de los presbíteros se insiste en el llamamiento a la perfección, al igual que en la unidad y armonía entre ellos. Entre las peculiares exigencias en la vida de los presbíteros se enumeran la humildad y la obediencia, el don del celibato vivido como una gracia, uso de los bienes y libertad de espíritu, como expresión de la pobreza y la obediencia. Y entre los recursos para la vida de los presbíteros: medios de perfección, ayudas culturales (estudio y ciencia pastoral), y el justo sustento del clero. La enseñanza del Vaticano II recoge pues toda la riqueza tradicional relativa al ministerio sacerdotal, desde una nueva acentuación eclesiológica y de cara al mundo.

3. El magisterio episcopal latinoamericano

     1) El documento de Medellín (1968) se sitúa en el momento de los grandes cambios que afectan al mundo y a América Latina. No debemos olvidar que Medellín parte de la promoción humana para situar desde allí los acentos de la evangelización y el crecimiento de la fe, y el papel de la Iglesia visible y sus estructuras.
     El documento 11, como parte de la estructura visible de la Iglesia, está dedicado a los sacerdotes. Parte de algunas «observaciones sobre la situación actual» marcadas por los grandes cambios que afectan a los presbíteros en su ministerio y en su vida.
     El análisis situacional de este capítulo es más bien débil. El hincapié mayor es en los aspectos de crisis personal de los presbíteros y en algunas consideraciones más bien intraeclesiales.
     Los elementos de reflexión pastoral están tomados del Concilio y de la homilía del Papa a los nuevos sacerdotes y diáconos. Se subrayan cuatro puntos: sacerdocio de Cristo, comunión jerárquica, comunión eclesial, servicio del mundo.
     Concluye el capítulo con algunas consideraciones de orientación: espiritualidad (fe profunda vinculada a la acción ministerial), la superación de la uniformidad en el ejercicio del ministerio, diálogo y cooperación, renovación de los valores culturales; y, por último, un estilo de vida marcado por la pobreza evangélica como especialmente requerida por la situación continental.

     2) El documento de Puebla (1979): bajo la línea teológico de comunión y participación, al hablar de los agentes de evangelización analiza el ministerio jerárquico (Puebla 658-720).

  • El ministerio jerárquico es el principal responsable de la edificación de la Iglesia.
  • Hace falta profundizar más el estudio en este campo, e invita a los teólogos y pastoralistas a que lo hagan.
  • Situación: el documento constata la existencia de un cambio de mentalidad y actitud en los ministros jerárquicos, lo cual redunda en un cambio de imagen. Entre los aspectos positivos resaltan: la sencillez y pobreza, la comunión eclesial, el espíritu de sacrificio y abnegación, «en casi todos» creciente interés de actualización, mayor clarificación en cuanto a la identidad sacerdotal un servicio preferencial por los pobres, y un auspiciar una mayor participación laical. Entre lo negativo: falta de unidad en los criterios básicos de pastoral, preocupante escasez de ministros, distribución inadecuada del clero, falta suficiente de actualización pastoral, espiritual y doctrinal, insuficiente previsión social del clero.
  • Iluminación teológica: El gran servicio es la evangelización. El ministerio jerárquico debe «ir delante de las ovejas», es decir estar atento a los caminos por los que los fieles transitan; «dar la vida» es la medida y la mayor prueba del amor«; conocer las ovejas y ser conocidas por ellas», o sea, servir y no ser servido. Después de señalar algunas reflexiones sobre el ministerio de los obispos, se subraya de los presbíteros: el ser los principales colaboradores de los obispos, y se ve como prioritario que los presbíteros anuncien el reino de Dios, sean hombres de Dios, y como el obispo y en comunión con él, evangelicen, celebren el santo sacrificio y sirvan a la unidad. En la liberación integral de los pobres y oprimidos, obre siempre con criterios evangélicos.
  • Orientaciones pastorales: prioridad al anuncio del evangelio especialmente a los más necesitados, renovación de la vitalidad misionera, prioridad al trabajo evangelizador en la familia y la. juventud y en la promoción de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y compromiso de incorporar más al laicado y a las religiosas en la acción pastoral.

     3) El documento de Santo Domingo (1992): La nueva evangelización pasa también por la unidad en el Espíritu y la diversidad de ministerios y carismas (DSD 65-84).
     El ministerio ordenado siente como responsabilidad y tarea más urgente, el desafío de la unidad, la exigencia de una profunda vida espiritual, la urgencia de la formación permanente, la indispensable cercanía a las comunidades, la atención a los diáconos permanentes y el trabajo por las vocaciones y los seminarios.

     La reflexión y la vida alentada desde la enseñanza de las Conferencias Generales del Episcopado ha ido a la par de los acentos de la Iglesia universal de estas últimas décadas: Sínodo del 71, Evangeii nuntiandi, Sínodo del 90, Directrices de la Santa Sede y de los organismos responsables y animadores del clero, seminarios y vocaciones. Y de manera muy especial por las exigencias de la vida de nuestros pueblos.
     En la bibliografía señalamos algunos títulos más significativos, consciente de que es más abundante la literatura sobre el lema, y el que la vida ha ido llevando hacia un nuevo perfil del presbítero sobre el que no se ha reflexionado suficientemente como lo constató en su momento Puebla.


4. Algunas pistas de reflexión

     El gran punto de partida es la conciencia de vivir en un mundo en profundo cambio. Este no ha dejado de ser acelerado, y no se prevé que disminuya o se estabilice ese proceso de transformación de la sociedad y de su mentalidad. Ello incide, debe incidir, de manera determinante en el ser y el quehacer del presbítero.
     En segundo lugar, se vive en una sociedad y en una Iglesia cada vez más plural. No se pueden dar, entonces, respuestas simplistas, ni criterios uniformes. No significa esto caer en un relativismo.
     Sencillamente, se deben buscar soluciones que respondan a criterios o principios muy claros, sustantivos que abran el abanico a diversas posibilidades de vida de los presbíteros.
     No hay duda de que en la reflexión existente, cabalgan dos grandes corrientes. Una que sigue anclada en categorías ahistóricas. Y, otra, que busca nuevos caminos.

     1) Exigencias al ser y quehacer del presbítero desde la realidad del continente:

  • La situación social y económica de América Latina se agrava y todos los cálculos indican que no mejorará substancialmente de cara al inicio del próximo milenio: la pobreza, la marginación, la brecha entre ricos y pobres, el deterioro de la condición de vida de las clases medias, la incidencia del narcotráfico, la inseguridad personal y colectiva, el peso de la deuda externa.
  • La situación política: si bien han desaparecido casi en su totalidad las dictaduras, y la lucha ideológica pareciera ceder paso a un pragmatismo político, no basta con la existencia de las democracias. Se exige una democracia más participativa y menos dirigista, se cuestiona la praxis tradicional de los partidos políticos y se pide una mayor justicia social y un respeto a la vida. Junto a ello, la corrupción, el narcotráfico, la violación de los derechos humanos, el terrorismo y la guerrilla siguen planteando serios interrogantes.
  • El problema del crecimiento demográfico es dramático porque desborda todos los cálculos y posibilidades de actuación. Macrociudades con toda sus secuelas, abandono del campo. La inmensa mayoría de la población pasa a ser urbana. Las políticas antinatalistas, el tráfico de menores, los niños de la calle, la prostitución y la droga, el desempleo y subempleo, la espiral de violencia.
  • Profundo cambio de la adveniente cultura urbano industrial, pluralista, científico-técnica, la autonomía frente a la naturaleza, frente al hombre y hasta frente a Dios, produce una ruptura entre te y cultura, incoherencia entre los valores heredados del cristianismo y las estructuras sociales, vacío ético e individualismo, y escasa presencia de la Iglesia en muchos de los nuevos ambientes que surgen.
  • Esta realidad impone la búsqueda de una nueva imagen sacerdotal, de un perfil presbiteral marcado por: opción preferencia) por los pobres, presencia profético y martirial, mayor formación, promoción de nuevas vocaciones capaces de enfrentar las nuevas situaciones, y por sobre todo, capacidad para presentar el genuino mensaje cristiano. Es la llamada a la nueva evangelización: nueva en su ardor, en sus métodos y en sus expresiones.

     2) Exigencias desde la realidad eclesial del continente:

  • A diferencia de lo que pasa en otras partes del mundo, el repunte vocacional en nuestro continente ha sido notable en la última década y las previsiones van hacia un aumento mayor. Sin embargo, este crecimiento es insuficiente.
  • Coexisten al menos dos generaciones distintas de presbíteros con características bastante diversas. La que pasa de los cincuenta años de edad marcados por una abundancia y diversidad de ocupaciones que los abruman, con un gran amor a la gente y un sentido de fidelidad a su vocación y a la Iglesia sin mayores problemas, sin ser capaces de encontrar las mejores soluciones a los problemas que plantea la nueva situación pastoral. Y una generación más joven, que da más primacía a lo espiritual, con una cultura o formación religiosa y humanística menor que la de sus antecesores, sin la carga de experiencias nacidas de la conflictividad del mundo y de la Iglesia de décadas pasadas.
  • Existe una imagen más positiva de la Iglesia, producto de su mayor presencia y cercanía con los pobres y las clases populares, y de una Iglesia más viva, más organizada, revitalizada en su afán evangelizador, su vida de oración, su aprecio por la religiosidad popular, coexiste con un cierto empantanamiento o incapacidad para afrontar el nuevo mundo cultural y de pensamiento a pesar de esfuerzos muy significativos en el mundo universitario, artístico y de los medios de comunicación social.
  • Debemos preguntarnos por el nivel de formación teológica de los presbíteros. La exigencia académica ha disminuido en todos los ámbitos en el continente Esto se refleja también en el saber teológico. Hay otras áreas que pueden resultar más atractivas. Cómo compaginar esto con la mayor necesidad actual de presentación de la fe, con las exigencias de una mejor respuesta desde la fe a los interrogantes del hombre y la sociedad.
  • Esta realidad impone como imagen presbiteral: un presbítero animador de otros ministerios laicales, una diversificación en espíritu de comunión más estrecha entre las diversas generaciones y las diversas funciones de un mismo presbítero, una presencia más significativa en el mundo de los pobres y en el mundo de la nueva cultura, un nivel de preparación y de formación mayor, un presbítero más evangelizador...
     3) Exigencias desde la riqueza doctrinal y vivencia de la Iglesia del ser y quehacer del presbítero:
  • No se trata aquí de resumir toda la teología del sacerdocio. Pudiéramos poner como marco de referencia la exhortación apostólica postsinodal Pastores dabo vobis. Recordemos los obstáculos y estímulos que encuentra la vocación hoy desde la realidad de nuestras sociedades y culturas: el atractivo por la sociedad de consumo, la visión de la sexualidad humana, la experiencia desviada de la libertad, y los fenómenos positivos de sed de libertad, el valor de la persona, la necesidad de autenticidad, el nuevo estilo de reciprocidad en las relaciones hombre-mujer, la búsqueda apasionada de un mundo más justo y solidario, la apertura y el diálogo, el compromiso por la paz (PDV 8-9).
  • Los elementos doctrinales con relación al presbítero que más se han acentuado desde nuestro continente son los siguientes: un método teológico-pastoral-espiritual que parte del análisis de la realidad y busca iluminación evangélica desde esa interpelante realidad. Un método teológico que parte, al igual que la Gaudium et spes, de una profunda empatía o benevolencia con el mundo circundante. Se ama América Latina desde lo que es, desde su contradictoria pobreza y su rica experiencia de vivencia cristiana, para poder, ofrecerle un camino de liberación integral desde el evangelio. Y, como tercer elemento, se siente cada vez con mayor firmeza que el ser y la misión de la Iglesia es evangelizar. Medellín, Puebla y Santo Domingo ofrecen pistas fecundas de actuación.
  • Desde este marco adquiere nuevo sentido el sacerdocio de Cristo y su triple función de profeta, liturgo y pastor vivido desde América Latina como quien va delante de las ovejas, da la vida y conoce y es conocido por ellas (Puebla 682-685). Y los acentos de comunión jerárquica eclesial y de unidad, tan urgentes y necesarios entre nosotros. La exigencia de una profunda vida espiritual alimentada desde el anuncio evangelizador, la celebración comunitaria y la caridad pastoral. El servicio al mundo desde los más pobres y la cercanía con las gentes. Y la urgencia de la formación permanente.
  • Concluyo resumiendo algunos rasgos señalados por A. González Dorado sobre la nueva imagen sacerdotal en América Latina: primero, el paso de un sacerdote rural o un sacerdote urbano. Lo rural exige ser la memoria, viva de las tradiciones. La nueva cultura se orienta hacia el futuro y la novedad, hacia las continuas reformas e innovaciones. El sacerdote se encuentra así siempre frente a lo desconocido, sin recetas, con una exigencia de adaptación y creatividad constantes. Segundo, el sacerdote tradicional, rural, se apoyaba para su vocación en el mismo ambiente que lo rodeaba. La nueva civilización, plural y abierta, no le servirá de soporte exterior a la vocación. El sentido del sacerdocio hay que buscarlo en su interior y hay que tener capacidad de crear el ambiente que necesita para que su vocación crezca y madure. En tercer lugar, la nueva situación sitúa al presbítero en su función eminentemente evangelizadora, dentro de una diversidad que no le haga perder su especificidad. Y, por último, el nuevo presbítero requiere una gran flexibilidad para poderse adaptar a todo tipo de situaciones, tendencias, ideologías, modos de vida, y ejercer desde allí su fidelidad a Cristo y a la Iglesia. No se trata de cambios externos ni geográficos, sino anímicos que tocan las fibras íntimas del ser humano y cristiano en el que vive la realidad mistérica, sacramental y gozosa del presbítero.


Bibliografia

  • CELAM, Perspectivas deformación presbiteral en América Latina, Bogotá 1980.
    Recoge las reflexiones del primer curso latinoamericano para formadores del clero tenido en Bogotá en agosto-septiembre de 1980. Desde el punto de vista de nuestra ponencia es importante el primer punto, «el presbítero en el presente y para el futuro de América Latina»: exigencias de la realidad social, de la realidad eclesial. Líneas doctrinales. La utopía.
  • CELAM, Animación de la pastoral vocacional. Actas del 111 Encuentro Latinoamericano de pastoral vocacional, Col. DEVYM, Bogotá 1986.
    Desde el ángulo de esta ponencia interesa principalmente el trabajo de Julio Botia, Pastoral sacerdotal y pastoral vocacional sacerdotal para América Latina, pp. 105-134. Hay un punto sobre la incidencia de la vida y ministerio sacerdotales en la promoción vocacional sacerdotal (situaciones significativas y preocupantes) en las páginas 110-114.
  • CELAM, Las dimensiones de la formación sacerdotal. Síntesis de dos cursos para formadores, Bogotá 1990.
    En ambos cursos hay pistas referidas a la formación humana, espiritual y pastoral, en continuidad con el pensamiento de Puebla y los últimos documentos pontificios sobre la materia.
  • CELAM, La formación sacerdotal. Documentos eclesiales 1965-1988, Col. DEVYM, Bogotá 1989. Enchiridion de todos los documentos oficiales después del concilio Vaticano II.
  • CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA, El ministerio del presbítero en la comunidad eclesial, SPEC, Bogotá 1978.
    Recoge las ponencias del III Congreso Nacional de Teología de 1977. Desde la perspectiva de este trabajo interesan las ponencias de Guillermo Melguizo y Juan Francisco Sarasti, La acción del presbítero en el contexto colombiano. Aspecto socioreligioso, (condicionamientos ambientales de orden sociológico, de orden eclesial y condicionamientos personales para el ministerio. Clasificación ocupacional del clero colombiano) pp. 115-131. Y, Fernando Umaña, La acción del presbítero en el contexto colombiano, aspecto pastoral, pp. 133-163.
  • CELAM, Río de Janeiro, Medellín, Puebla, Santo Domingo. Conferencias generales del episcopado latinoamericano, Bogotá 1994.
  • GARCÍA GONZÁLEZ, Javier, Perfil del hombre latinoamericano, hoy. Evangelio y cultura, Legionarios de Cristo, Roma 1992.
    La segunda parte desarrolla el perfil del hombre latinoamericano, ayer y hoy. Y la tercera parte desarrolla el evangelio y el hombre latinoamericano.
  • QUARRACINO, Antonio, Sacerdote, ¿pero cómo? , sin pie de imprenta.
    Recoge pláticas, homilías, escritos pastorales de un obispo en el día de la ordenación sacerdotal.
  • CAMUÑAS MARCHANTE, Matías, Retos y caminos de presencia evangelizadora de las culturas emergentes en las zonas urbanas, en Seminarios 124 (1992) 234-241.
    El reto de evangelizar en medio de las difíciles situaciones de los barrios caraqueños. Desde la perspectiva de los pobres y las comunidades populares.
  • CLOIN, Tiago, Un nuevo tipo de sacerdote. Experiencia pastoral en Brasil, en Medellín 3 (1975) 373-379.
    Interesante reflexión del obispo de Barra en la búsqueda de un nuevo tipo de sacerdote, ayudado por los responsables de otros ministerios eclesiásticos y las comunidades de base.
  • DEVYM-CELAM, La pastoral vocacional en América Latina. Aporte al II Congreso Mundial de Vocaciones, en Seminarios 87 (1983) 57-74.
  • DORE, Joseph, Presbíteros y futuros presbíteros de hoy. Dos tendencias: generaciones y temperamentos, en Seminarios 109 (1988) 309-335.
    Aunque referido a la realidad francesa actual, el artículo es muy sugestivo. Toma como punto de análisis la generación sacerdotal de 20 años de ordenados y los recién o próximos a ordenarse.
  • GONZÁLEZ DORADO, Antonio, Pastoral vocacional en la civilización urbano-industrial latinoamericana, en Seminarios 88 (1983) 161-185.
    Interesante reflexión que parte del enorme crecimiento demográfico del continente y el profundo cambio social que se da en el mismo. Necesidad de situar el ejercicio y la promoción vocacional dentro de las coordenadas de la gran ciudad y la civilización que genera.
  • GONZÁLEZ DORADO, Antonio, Sacerdotes para América Latina desde la perspectiva de la carta a los Hebreos, en Medellín 39-40 (1984) 329-405.
    Análisis cristológico del ministerio desde la perspectiva de la carta a los Hebreos. Original y sugestivo, incluye un apartado sobre el sacerdocio ministerial en y para América Latina: caracterización histórica del sacerdocio en América Latina. La Iglesia hoy en América Latina en la perspectiva de Puebla. Finalidad y responsabilidad: solidaridad con Dios y solidaridad con los pobres. Tentaciones e instrumentos privilegiados del sacerdote en el continente. Eucaristía y testimonio martirial sacerdotal.
  • GREGORY, Alfonso, Análisis de algunos cambios en la Iglesia de América Latina e importancia de estos en la formación de los sacerdotes, en Medellín 39-40 (1984) 297-308. Parte de tres cambios que considera importantes: el punto de partida pasa a ser la realidad y no la doctrina. En segundo lugar, cambia el punto de referencia social: la opción preferencial por los pobres. En tercer lugar, cambia la manera de ser de la Iglesia, haciendo hincapié en las comunidades eclesiales de base. Concluye con unas breves reflexiones sobre la aplicación de estos parámetros a la vida y ministerio de los presbíteros en América Latina.
  • JAVIERRE, Antonio M., La formación para la vida y el ministerio presbiteral en América Latina, en Medellín 39-40 (1984) 449-470.
    Trata el tema del sacerdocio renovado y la formación en la perspectiva conciliar y de los documentos emanados de la Santa Sede.
  • JIMÉNEZ CADENA, Álvaro, Madurez integral del sacerdote latinoamericano para el próximo milenio, en Medellín 62 (1990) 255-269.
    Parte de la importancia y actualidad de los aspectos humanos en la formación sacerdotal. Es una reflexión en la perspectiva de los lineamenta del Sínodo sobre la formación sacerdotal.
  • JUAN PABLO II, La identidad del ministro ordenado, en Río de Janeiro, 2 de julio de 1980, en Medellín 24 (1980) 561-566.
    Aunque el Papa se ha referido en múltiples ocasiones al ministerio ordenado en América Latina, este documento puede ser considerado como sistemático de su pensamiento.
  • INTERDONATO, Francisco, Formación teológica del sacerdote latinoamericano hoy, en Medellín 26 (1981) 187-210.
    Parte de la problemática de los estudios teológicos en América Latina, y de una cierta desafección por los estudios. Luego se pregunta qué teología y filosofía estudiar hoy. Es interesante el punto de vista desarrollado.
  • PÉREZ MORALES, Ovidio, Desafíos actuales a los presbíteros en América Latina, en Medellín 39-40 (1984) 427-488.
    Después de una consideración inicial de carácter más doctrinal, señala cinco desafíos o retos: promotores de una nueva sociedad, pastores en conjunto, animadores y coordinadores de otros ministerios, formadores de un laicado activo y corresponsable, comunicadores perspicaces.
  • SÁNCHEZ GARCÍA, Urbano, Para llegar al ministerio presbiteral del futuro. Perspectivas y caminos según la Gaudium et spes, en Seminarios 67 (1978) 45-78.
    Escrito en los años de la crisis sacerdotal, parte de la interpretación de la situación actual bajo la dialéctica del cambio universal. La clave de superación está en ver la Iglesia en el mundo del futuro. El núcleo pastoral del presbítero debe partir tanto del mundo como de la Iglesia del futuro. Hay que optar por una alternativa innovadora y una dinámica pluralista.