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El "Patio de los gentiles" de París. Un balance






La idea ha sido de Benedicto XVI en persona. Y también el nombre: Patio de los gentiles. "Al diálogo con las religiones – dijo al dirigir el saludo navideño a la curia romana, el 21 de diciembre del 2009 – debe agregarse hoy sobre todo el diálogo con aquellos para quienes la religión es algo extraño, para quienes Dios es desconocido".

Ya la idea ha caminado. Luego de un prólogo el 12 de febrero en Boloña, en la que fue la primera gran universidad de Europa, el Patio de los gentiles celebró su primer encuentro el 24 y 25 de marzo en París, en la "Ville Lumière", en la ciudad símbolo del Iluminismo moderno.

Esos "gentiles" que en Jerusalén accedían al Templo en el espacio que les estaba reservado a ellos, los no judíos, hoy son los alejados de Dios, los no-creyentes.

Pero el suyo no es un Patio cerrado, como ya Pablo dijo al escribir a los cristianos de Éfeso, porque Cristo ha derribado precisamente ese muro de separación que dividía a judíos y gentiles, "para crear en sí mismo, de los dos, un solo hombre nuevo, haciendo la paz, reconciliando a todos y a los dos en un solo cuerpo".

Esto es lo que se pretendía en París. Voces creyentes y agnósticas se han confrontando amigablemente. En una zona de frontera, cada uno con los pies plantados en el propio espacio, pero dispuestos a escuchar las razones del otro.

También las sedes del encuentro tuvieron un significado simbólico. UNESCO, el Instituto de Francia y la Sorbona son lugares laicos por excelencia, mientras que el Collège des Bernardins es un antiguo cenáculo de cultura católica. Y la catedral de Notre-Dame ha sido una cosa y la otra en su conjunto: la plaza de la iglesia para todos los hombres de buena voluntad y el interior de la catedral para la oración guiada por la comunidad de Taizé, a puertas abiertas.

Pero para entender mejor la visión que subyace en Benedicto respecto al Patio de los gentiles, es necesario releer la parte final del discurso que pronunció el 12 de setiembre de 2008 en París, en el mismo Collège des Bernardins que ha sido teatro de uno de los encuentros de los días pasados:

"El esquema fundamental del anuncio cristiano 'ad extra' – a los hombres que, con sus preguntas, buscan – se halla en el discurso de san Pablo en el Areópago [...]: «Parece ser un predicador de divinidades extranjeras» (Hch 17,18). A lo que Pablo replica: ìHe encontrado entre vosotros un altar en el que está escrito: Al Dios desconocido. Pues eso que veneráis sin conocerlo, os lo anuncio yo' (cf. 17, 23). Pablo no anuncia dioses desconocidos. Anuncia a Aquel, que los hombres ignoran y, sin embargo, conocen: el Ignoto-Conocido; Aquel que buscan, al que, en lo profundo, conocen y que, sin embargo, es el Ignoto y el Incognoscible. Lo más profundo del pensamiento y del sentimiento humano sabe en cierto modo que Él tiene que existir. Que en el origen de todas las cosas debe estar no la irracionalidad, sino la Razón creativa; no el ciego destino, sino la libertad. Sin embargo, pese a que todos los hombres en cierto modo sabemos esto  – como Pablo subraya en la Carta a los Romanos (1, 21) – ese saber permanece irreal: Un Dios sólo pensado e inventado no es un Dios. Si Él no se revela, nosotros no llegamos hasta Él.

"La novedad del anuncio cristiano es la posibilidad de decir ahora a todos los pueblos: Él se ha revelado. Él personalmente. Y ahora está abierto el camino hacia Él. La novedad del anuncio cristiano no consiste en un pensamiento sino en un hecho: Él se ha mostrado. Pero esto no es un hecho ciego, sino un hecho que, en sí mismo, es Logos – presencia de la Razón eterna en nuestra carne. 'Verbum caro factum est' (Jn 1,14): precisamente así en el hecho ahora está el Logos, el Logos presente en medio de nosotros. El hecho es razonable. Ciertamente hay que contar siempre con la humildad de la razón para poder acogerlo; hay que contar con la humildad del hombre que responde a la humildad de Dios.

"Nuestra situación actual, bajo muchos aspectos, es distinta de la que Pablo encontró en Atenas, pero, pese a la diferencia, sin embargo, en muchas cosas es también bastante análoga. Nuestras ciudades ya no están llenas de altares e imágenes de múltiples divinidades. Para muchos, Dios se ha convertido realmente en el gran Desconocido. Pero como entonces tras las numerosas imágenes de los dioses estaba escondida y presente la pregunta acerca del Dios desconocido, también hoy la actual ausencia de Dios está tácitamente inquieta por la pregunta sobre Él. 'Quaerere Deum' – buscar a Dios y dejarse encontrar por Él: esto hoy no es menos necesario que en tiempos pasados. Una cultura meramente positivista que circunscribiera al campo subjetivo como no científica la pregunta sobre Dios, sería la capitulación de la razón, la renuncia a sus posibilidades más elevadas y consiguientemente una ruina del humanismo, cuyas consecuencias no podrían ser más graves. Lo que es la base de la cultura de Europa, la búsqueda de Dios y la disponibilidad para escucharle, sigue siendo aún hoy el fundamento de toda verdadera cultura".

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Luego del exordio de París, el Patio de los gentiles, bajo la guía del cardenal Gianfranco Ravasi, ya tiene en preparación otras citas en diferentes lugares del mundo: en Tirana, en Estocolmo, en Estados Unidos, en Canadá y también en Asia, donde está menos presente un ateísmo de marca occidental, pero donde están difundidas formas de religiosidad no menos alejadas del Dios cristiano.

Inmediatamente a continuación presentamos un primer balance del encuentro de París, por parte del cardenal Ravasi, y un coloquio con una intelectual francesa, de origen búlgaro, Julia Kristeva, quien ha sido una de las participantes más convencidas en el Patio.

Ambas entrevistas han sido recogidas por Lorenzo Fazzini para el diario de la Conferencia Episcopal Italiana, "Avvenire".

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RAVASI: "LO DIFÍCIL SERÁ DIALOGAR CON LOS INDIFERENTES"


P. – Eminencia, el primer Patio ha concluido. ¿Su balance?

R. – Muy positivo, a varios niveles. Ante todo, el temático, que resultó muy creativo. Esperamos recoger todas las intervenciones, porque permiten dar indicaciones para los futuros Patios. Segundo, ha habido la máxima amplitud en la expresión cultural, desde el género socio-político en la Unesco, el intelectual en la Sorbona, y por último el temático en el Collège des Bernardins. En el futuro pensamos afrontar temas más sectoriales, por ejemplo, fe y ciencia o también fe y arte. 

P. – ¿Qué reacción ha entrevisto en la cultura y sociedad francesas, sobre el tema de la confrontación entre ateos y católicos?

R. – Ayer, el filósofo agnóstico Jean Luc Ferry me ha pedido audiencia en la nunciatura, porque quiere a toda costa escribir un libro conmigo sobre el Evangelio de san Juan. ¡Esto era impensable tiempo atrás! Éste es un episodio emblemático, porque por parte laica se desea no solamente intervenir, sino también elaborar una reflexión común con los creyentes. Ferry es una de las figuras más relevantes de la cultura francesa. Y el mismo rector de la Sorbona me ha interpelado sobre el tema de la "laicidad", preguntándome que tenemos para decir nosotros los católicos sobre ese argumento. El ambiente laico francés se ha revelado mucho más dispuesto de lo que pensábamos al tema religioso,  a la elaboración teológica.

P. – ¿Ningún temor por parte de los ateos que la Iglesia intente una especie de evangelización oculta?

R. – No. Esta preocupación la he encontrado solamente en los medios de comunicación. No he encontrado ningún temor por parte de nuestros interlocutores. Por otra parte, toda la iniciativa del Patio ha sido presentada como un momento estrictamente cultural.

P. – ¿Cómo piensa afrontar a los "nuevos ateos"?

R. – Por un lado, existe un ateismo irónico y sarcástico, ahora un elemento relevante: Michel Onfray forma parte, pero ha escrito a un colaborador mío para hacernos saber que quiere demostrar cómo su propuesta no forma parte de tal visión. Estudiaremos entonces también estas formas de ateismo, "menores" desde un punto de vista intelectual, pero "mayores" en términos de difusión. Pero existe también el campo de la indiferencia, en mi perspectiva mucho más grave e importante. Interrogarse sobre los interrogantes de los "humanistas" – como hace, por ejemplo, Julia Kristeva – representa para los indiferentes el último de los problemas. En este frente no tenemos ningún interlocutor verdadero. Disponemos de pocos estudios sobre el tema, en parte los trabajos sociológicos de Charles Taylor, para verificar las estructuras profundas que están a la base de esta actitud. Éste será el trabajo más difícil a llevar a cabo en el futuro.

P. – ¿Cuál es el futuro para el Patio?

R. – Modular la propuesta según las situaciones. Por ejemplo: en Québec o en Chicago, adonde iremos próximamente, deberemos mantenernos en la vertiente de la tecnología y de la ciencia, y no con propuestas tan "elevadas" como las efectuadas aquí en París. Queda el problema de la continuidad: una propuesta como el Patio debería ser un espacio normal en la actividad pastoral de cada diócesis.

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KRISTEVA: "AMIGOS LAICOS, NO TENGAN MIEDO DE LA RELIGIÓN"


P. – En su libro "Il bisogno di credere" [La necesidad de creer] usted escribe que el humanismo "no es contrario a las religiones y ni siquiera es acorde a ellas". ¿Puede explicar por qué?

R. – Nos encontramos en un período en el que es muy importante el diálogo entre cristianos y musulmanes. Nada facilita tal correlación: en ambas comunidades hay crisis de identidad, resultan vulnerables y tienen dificultades con los propios interlocutores. Para mí, este intercambio es absolutamente necesario para hacer frente a la actual crisis económica y política. Pero en primer lugar expreso qué entiendo por humanismo. Me refiero a algo separado de la religión, que nace en el Renacimiento con Erasmo, atraviesa el Iluminismo con Rousseau y llega hasta nosotros, por ejemplo, en el psicoanálisis. Representa lo que Hannah Arendt y Alexis de Tocqueville llamaban "el hilo interrumpido de la tradición". Este proceso es irreversible y hoy se enfrenta con el riesgo de la libertad, de la individualidad extrema y de las pasiones liberadas hasta el extremo. Pero nos lleva a la necesidad de releer nuestra tradición "interrumpida", porque algo se ha perdido.

P. – ¿Entonces también el humanismo sin fe tiene necesidad de la religión?

R. – El humanismo debe encontrar una riqueza propia más profunda y un vínculo nuevo con los sistemas morales. Personalmente, esto significa una correspondencia con el catolicismo, con el que es posible refundar el mismo Iluminismo. Los nuevos fenómenos modernos de la cuestión femenina, de la infancia, de los jóvenes, plantean el problema de una nueva relación con la experiencia religiosa, por ejemplo, en la oración. Este encuentro no debe llevar a una simple "gran fraternidad" entre humanismo y religiones, sino a la refundación de toda una tradición. De aquí la necesidad que también las creencias, normalmente dogmáticas, sean capaces de entrar en el juego.

P. – En una conferencia en la catedral de Notre-Dame usted ha afirmado que el cristianismo ha practicado una revolución respecto al sufrimiento. A la religión cristiana se le reprocha muchas veces que presenta un muy doloroso carácter antihumano…

R. – Pienso que el cristianismo, sobre todo en su praxis, ha sido una innovación en la historia de la comprensión del dolor. Según el cristianismo, el sufrimiento no constituye una derrota del hombre ni causa la exclusión, por parte de la sociedad, de quien sufre. El dolor no constituye una disminución del hombre ni lo hace menos hombre. Por el contrario: se convierte en el camino para llegar a Dios. Cristo, sufriendo, manifiesta a Dios mismo. El ser humano que padece se convierte en digno de acompañamiento y respeto. A partir de aquí se abren dos caminos. Por un lado, un cierto dolor que lleva a excesos (Nietzsche lo ha llamado "victimístico", hoy se lo define como "cristianismo bionegativo"). Por otro lado, encontramos el cristianismo triunfante que frente al dolor hace proyectar la compasión hacia el otro: es el acompañamiento de la caridad. Esto acontece con el acercamiento al pobre, al marginado, al discapacitado. Y frente a la desregulación moral del mundo de los shows y del capitalismo, que lee todo en sentido productivo, corremos el riesgo de perder el sentido de la vulnerabilidad de la persona. Tenemos necesidad de la ternura cristiana y debemos hacer palanca sobre el cristianismo para vencer a ese mundo que quiere negar el dolor.

P. – ¿Cuáles ejemplos ve de esta "ternura" cristiana?

R. – Pienso en ciertas organizaciones cristianas y católicas, que van en ayuda de los últimos, a quienes el Estado no llega. Hoy la figura que más me parece significativa es Jean Vanier. Durante un año he intercambiado correspondencia con él sobre nuestra experiencia del dolor, en particular del disminuido, en todos los niveles: político, social, intelectual y existencial. Jean Vanier es un ejemplo único: ha fundado 140 comunidades de su "Arca". Prolonga lo que san Francisco hizo hace siglos en Italia.

P. – ¿Cómo evalúa el "Patio de los gentiles"?

R. – Es una iniciativa muy bella, si bien no conozco a qué resultados llevará. Se trata de algo sorprendente, un comienzo de ese diálogo que me parece necesario, pero al que muchos temen. Tanto los creyentes como los no-creyentes caminan en puntas de pie por miedo a perder. Me viene a la mente el llamado de Juan Pablo II, a quien encontré en Bulgaria. Todos recordamos su "No tengan miedo". Él se dirigía a los católicos en referencia al comunismo. Y los resultados están a la vista: nació Solidaridad y cayó el Muro de Berlín. Quiero decirle a mis amigos laicos: "No tengan miedo de la religión". Ustedes tienen los modos para pensar la necesidad religiosa sin el miedo de ser engullidos por el oscurantismo. Podemos obrar mejor que Voltaire, superando los abusos de la religión y contemplando lo positivo de la actitud de creer.

D. – "Hacer presente a Dios en el mundo" es el manifiesto del actual papado. ¿Ve un peligro en esta perspectiva de Benedicto XVI?

R. – Cuando habla de "hacer presente a Dios en el mundo", el Papa cumple con su oficio: ¡sería bizarro que no lo hiciera! Por lo demás, se subraya cómo solamente el cristianismo, entre las religiones monoteístas, promovió la idea de la universalidad. Me parece que la política de este Papa va en esta dirección. Las religiones monoteístas se exponen al riesgo de imponerse como verdad, inclusive violenta, pero al mismo tiempo proponen dentro de sí el tema de la pluralidad, el germen de la diversidad y del extranjero. Mi augurio es que, respecto al Patio, nos podamos encauzar hacia este camino de universalidad.