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EL SEMINARIO, FORMADOR DE PASTORES PARA LA NUEVA EVANGELIZACION

PRIMERA PARTE

ECLESIOLOGÍA DE LOS SEMINARIOS DE

AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

 1.Realidad del Seminario como comunidad eclesial

1.1.Como comunidad educativa en su conjunto

Se intenta fomentar entre los seminaristas un modelo de Iglesia comunión y participación, de modo que los futuros sacerdotes, con espíritu de apertura a todas las realidades pastorales, se encaucen al proyecto común de edificar el Reino de Dios a la luz de las directrices de la Iglesia local y universal.

  • De diversas maneras se están procurando experiencias en las que, sin perder el sentido de la gran comunidad formativa, se de lugar a comunidades menores o pequeñas comunidades que favorezcan una formación más personalizada.
  • A través de las pequeñas comunidades se va favoreciendo la vivencia de la comunión fraterna, en ellas se busca una verdadera comunión de hermanos y que se experimente la ayuda mutua. Se procura una participación más comunitaria, orientada a vivir la comunión eclesial diocesana. Una Iglesia Comunión, que se realiza como “comunidad de comunidades” y que vive en fraternidad.
  • La experiencia de pequeñas comunidades o comunidad de comunidades, promoviendo la comunión y participación a su nivel, apunta también a la fraternidad del futuro presbiterio.
  • Se están favoreciendo los grupos de vida y el aumento del número de formadores con el objetivo de personalizar cada día más el acompañamiento.
  • Se está dando prioridad a los aspectos comunitarios de planeación, cooperación y de unión entre formadores, alumnos y obispo en las diversas áreas de formación.
  • El equipo formador busca la formación integral de los alumnos para que, durante los años que dure el proceso formativo, el aspirante al sacerdocio logre un encuentro con Cristo y pueda configurarse con él en cuanto buen pastor.
  • Los seminaristas tienen amplias oportunidades para la participación en el trabajo en equipo y para elaborar planes de vida y de acción pastoral.
  • Se procura un planteamiento claro de las responsabilidades propias de cada miembro de la comunidad: los formadores, en su función de dirigir mediante toma de decisiones colegiada, y los alumnos, como primeros protagonistas y colaboradores imprescindibles en la formación. Se procura que los alumnos tengan voz y participen en la marcha del seminario y en la solución de los problemas.

1.2. En cuanto a la dimensión humana

  • Se está procurando una formación que oriente hacia la coherencia entre la fe y la vida; sin embargo existen algunos seminaristas que, por su conducta y mentalidad, crean una doble realidad en el seminario; una realidad de apariencia, para complacer al equipo formador, y otra realidad lo que es su propia vida. El resultado es que cuando terminan su tiempo en el seminario no han madurado interiormente y, después de ordenados, siguen viviendo esa doble vida frente a la autoridad y el pueblo. Estas contradicciones reflejan una inmadurez y plantean la necesidad de discernir la vocación de forma sincera y de enfatizar la dimensión humana, dado que una de las finalidades de la formación es buscar la integración de la persona, su equilibrio y madurez psico-espiritual. El apoyo y/o acompañamiento espiritual y psicológico se hace indispensable y de vital importancia.
  • Hay experiencias de convivencia entre formadores y alumnos, y de alumnos entre sí, con espacios expresamente dedicados a ella. Existen también momentos de convivencia entre obispo y formadores, y entre el obispo y los alumnos, en tiempos y lugares establecidos.
  • Se organizan actos deportivos, culturales y artísticos con la participación de alumnos y formadores.
  • Hay un esfuerzo por lograr la confianza mutua, el trato respetuoso y familiar entre los miembros de la comunidad educativa, para lo cual se procura periodicidad en el trato personal de los formadores con los alumnos, a fin de fomentar la apertura, el conocimiento mutuo e ir solucionando, en común acuerdo y participación, los problemas que se plantean. Se procuran excursiones de formadores y seminaristas para fomentar la convivencia.
  • Se procura involucrar a la familia en el proceso educativo y para ello se les invita al Seminario,se organizan visitas de parte de los formadores con el fin de favorecer la confianza y el mejor conocimiento del seminarista.
  • Se procura despertar el interés para que todos sientan el seminario como algo propio y para ello se procuran trabajos de mantenimiento llevados a cabo por los alumnos durante el periodo escolar y las vacaciones.
  • Se procura fomentar la amistad mediante el deporte, la acción pastoral y la convivencia diaria donde cada uno aporta algo de sí mismo y aprende a escuchar y a respetar a los otros.

1.3. En cuanto a la dimensión espiritual

  • Se procura una formación personal y comunitaria en la que participan alumnos y formadores. Se hace énfasis en el aspecto comunitario de la vida espiritual a través de la celebración de la Eucaristía y los diversos momentos de meditación y oración.
  • Se estimula la conversión de una espiritualidad individualista a una espiritualidad de comunión.
  • Se están abriendo espacios para vivir los sacramentos como encuentros comunitarios con el Señor.
  • Se favorece la presencia del obispo en la liturgia del seminario, rodeado de presbíteros, diáconos y ministros, lo cual permite apreciar, en vivo, la realidad pluriministerial de la Iglesia.
  • La liturgia constituye el centro de la formación y se trata de llevar de una forma dinámica y activa donde cada seminarista profundiza día a día su misión de cristiano y tiene un encuentro personal y comunitario con Jesucristo.

1.4. En cuanto a la dimensión intelectual

  • Se busca pasar de una concepción de Iglesia como “sociedad perfecta”, de acento defensivo (apologética-maestra), a una Iglesia como madre, de inspiración bíblica, patrística y magisterial, en diálogo con el pensamiento contemporáneo y en actitud receptiva. Se procura preparar más para comprender que para convencer, más para solidarizarnos y llegar al otro, que para tener la razón.
  • En lo académico se ofrece una enseñanza abierta y serena; se insiste en tener una buena preparación con el fin de formar pastores actualizados, conscientes de su realidad presente, capaces de dar respuesta a las necesidades, desafíos e interrogantes de los hombres y mujeres de hoy.
  • Se promueve la investigación y una sana crítica de nuestra realidad, tanto en lo religioso como en lo social.
  • Se fomenta la participación de los alumnos en las aulas y los trabajos de cooperación en grupos de trabajo.
  • Se programa y revisa la actividad académica en reunión mensual de profesores, y la actividad formativa en reunión de formadores semanal y mensualmente.

1.5. En cuanto a la dimensión pastoral

  • En el área pastoral las líneas eclesiológicas no siempre son tan claras, aunque se intenta "aterrizar" lo que se ha estudiado y vivido en el Seminario.
  • El tiempo empleado para la pastoral es muy limitado, se complementa con la actividad pastoral que los seminaristas realizan en tiempo de las vacaciones. En la pastoral que realizan se les educa para trabajar en equipo.
  • Se procura implicar a los alumnos en la misión de la iglesia para poner en práctica todo lo que aprenden.
  • Se busca un contacto y un diálogo constructivo con los hombres y mujeres de la sociedad actual a través de la capacitación más consciente e iluminada por la fe.
  • Se procura cultivar el sentido de servicio y disponibilidad de los seminaristas y los formadores como signo de una Iglesia servidora.
  • Se les educa para saber trabajar con los laicos y con los religiosos reconociendo el ministerio como servicio.
  • La formación pastoral es lo que más ayuda a ir conociendo y aprendiendo acerca de la realidad diocesana, nacional y universal, como Iglesia abierta al mundo.
  • A los seminaristas se les forma para tomar en cuenta la realidad de cada lugar, seguir las líneas de la diócesis y del párroco y respetar el ritmo de cada comunidad parroquial o de la Iglesia particular. Se está tratando de vincular a los jóvenes seminaristas con su presbiterio y los planes pastorales o procesos que se están viviendo en cada diócesis, para este fin se procura mayor contacto con los vicarios de pastoral y los secretarios ejecutivos de las comisiones episcopales diocesanas y nacionales.
  • En el contexto de una pastoral de conjunto, se está procurando que los seminaristas tengan un mayor conocimiento e inserción en las pastorales de la Iglesia y en los movimientos sociales. Por otro lado se procura que conozcan los distintos movimientos, asociaciones y grupos de la Iglesia, su origen, carisma, etc.
  • Se está procurando la participación de los seminaristas y formadores en las actividades diocesanas, especialmente de formación y catequesis, así como en la pastoral vocacional y en la formación permanente.
  • Se está procurando formar buenos pastores, que se inserten en la realidad de la comunidad en la que se encuentran realizando el trabajo pastoral, con un corazón abierto a la realidad social de la misma y que tengan una visión mucho más amplia con una preferencia pastoral por los pobres y una sensibilidad por la inculturación del Evangelio. Se está dando un acento a la dimensión profética en defensa de la vida y a favor de la esperanza.
  • Se busca que el alumno, al final de los 7 años, haya alcanzado una madurez humana y cristiana que le permita desenvolverse en cualquier tarea pastoral.

2. Eclesiología sobre la que se sustenta el proyecto formativo

2.1. Documentos básicos

  • Se acentúa que el proyecto formativo del seminario se sustenta en una eclesiología basada en la enseñanza del Concilio Ecuménico Vaticano II.
  • A partir del Vaticano II se insiste en que la formación sacerdotal en los seminarios está fundamentada en la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, tanto pontificio como episcopal. Se acentúa el sentido de Tradición, asumido en la vida de oración (lectura de Padres de la Iglesia) y en lo académico curricular (Patrística - patrología).
  • Además de los documentos del Vaticano II, se hace mención explícita de Ecclesiam Suam, Evangelli Nuntiandi, Medellín y Puebla (no se menciona explícitamente Santo Domingo).
  • Se reconoce que se toman en cuenta todos los documentos de la Iglesia sobre la formación sacerdotal y se hace mención explícita de Optatam Totius, Pastores Dabo Vobis y Christifideles Laici.

2.2. Categorías eclesiológicas

  • Aparecen mencionadas y desarrolladas las categorías teológicas de: Iglesia, Pueblo de Dios; Iglesia, Sacramento de Cristo; Iglesia, Comunión y Participación; Iglesia, Misterio, Comunión y Misión.

2.2.1. Iglesia, pueblo de Dios

  • En el proyecto educativo del Seminario se propone la Iglesia como una comunidad organizada como “pueblo”, con una jerarquía y constituido por diversas vocaciones y múltiples carismas de servicio.
  • En esta categoría se habla de un rescate de la teología de los ministerios a partir de las Comunidades Eclesiales de Base sin desconocer la jerarquía y cuidando la obediencia y la unión filial al Papa y al propio obispo.
  • Se inculca el sentido universal de la Iglesia desde las relaciones concretas de la Iglesia Particular y un contacto directo con la comunidad parroquial.
  • Se pretende una Iglesia que fomenta la promoción de los laicos y su compromiso cristiano integral.

2.2.2. Iglesia, sacramento de Cristo

  • Esta categoría aparece en dos ocasiones; una vez simplemente se menciona y en otra se presenta como trasfondo al presentar al seminarista en su proceso de formación para configurarse con Cristo cabeza, pastor y sacramento - transparencia, imagen, epifanía de Jesucristo.
  • En el contexto de la Iglesia, Sacramento de Cristo, se procura que el seminarista se prepare para ser, en medio de la comunidad, maestro y predicador de la Palabra, liturgo que celebra y pastor que guía y unifica a la comunidad. En esta línea se hace ver que aún existen reduccionismos y desviaciones. En la función del Regir hay que prevenir contra el autoritarismo, en la función del profetizar hay que prevenir contra la pretensión de saberlo todo e imponer la doctrina, en la función sacerdotal hay que prevenir contra el reducir al sacerdote al hombre del templo y del culto.

2.2.3. Iglesia, comunión y participación

  • Esta categoría es la que más se menciona y en la que más se insiste, sobre todo en las aplicaciones prácticas del proceso formativo del seminario, siempre en la perspectiva de la Iglesia, Pueblo de Dios.
  • Desde esta categoría se resalta la dimensión comunitaria de los misterios cristianos y se procura educar en la colaboración.

2.2.4. Iglesia, misterio, comunión y misión

  • Retomando LG n°1 se insiste en que la Iglesia es “signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” y es en este Misterio de la Iglesia donde se manifiesta la identidad y misión específica del sacerdote. El sacerdote es el hombre del misterio.
  • Se acentúa el sentido de Misterio,en cuanto al énfasis que se da al misterio de fe, expresado en la vida litúrgica, comunitaria, intelectual y pastoral; el sentido de la Santidad, por la importancia de la vida espiritual (oración, liturgia) y de coherencia con la vida cotidiana y el sentido Sacramental, en cuanto a la vida sacramental (Eucaristía y confesión).
  • Se insiste en la Iglesia Comunión a partir de la vida comunitaria de Dios uno y trino.
  • Se acentúa el sentido de la Unidad,en cuanto a la conciencia de que el seminario es como un cuerpo, con una coherencia interna definida por los roles; el sentido de Comunión, en cuanto al sistema comunitario interno, comunidad de comunidades, y, desde ahí, a las entidades diocesanas y extradiocesanas (con otros seminarios, por ejemplo); el sentido Magisterial,en cuanto al servicio y la atención a la enseñanza de los pastores.
  • Se valoriza la dimensión misionera de la Iglesia en el mundo y se procura que el seminarista tenga una auténtica relación con la vida del hombre y del mundo.
  • Se acentúa el sentido de Catolicidad, en cuanto que se procura que el formando tenga una visión global de su Iglesia y del mundo que lo rodea; el sentido de inserción para saber insertarse en las diversas culturas y disponer de un espíritu abierto para aceptar a otros; el sentido de Justicia, en cuanto a discernir la verdadera justicia de Cristo; el sentido de liberación y solidaridad, al estar atentos a los problemas humanos y espirituales de los formandos y comprometidos con nuestro pueblo y el sentido Misionero, pues se cultiva el espíritu y la práctica misionera a través de las misiones sistemáticas de nuestros seminarios.
  • En la preocupación de una formación para la misión desde la encarnación, se acentúan diversos aspectos de acuerdo al contexto de cada diócesis y al plan pastoral del obispo, así como también a partir del proceso histórico de la iglesia particular.
  • Se procura que el seminarista sea formado en la visión de una iglesia que se sabe servidora del mundo, sensible y abierta a los signos de los tiempos; en camino y creativa frente al mundo y a la historia. Se puede hablar de una eclesiología ministerial. Se acentúa el sentido Peregrino, en cuanto a caminar juntos en el proceso formativo, el sentido Testimonial, en cuanto a la conciencia que se procura en los seminaristas de ser “testigos de Cristo” en el mundo y el sentido mariano y evangelizador, porque los seminaristas tratan de comprender, asumir y vivir el mensaje de Jesús, como María, para llegar comunicarlo con la palabra y el testimonio a sus hermanos.
  • Se insiste en el rostro de una Iglesia que ha hecho su opción preferencial por los pobres, débiles y sufrientes y que posee una rica herencia martirial.
  • Se da lugar a una eclesiología ecuménica y se insiste en que la Iglesia está en permanente proceso de conversión y siempre dispuesta a procesos de reforma.
(Tomado del Boletín OSLAM n.37)