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PASTORAL VOCACIONAL... ¿Un cambio de actitudes?

Desde la década del 70 venimos oyendo insistentemente que hay crisis de vocaciones. En el ámbito institucional y eclesial la preocupación ha ido creciendo dando lugar a reacciones diversas de alarma, miedo, desesperanza y ultimamente de cansancio.

Y quizá más, porque nunca se han hecho tantos esfuerzos de búsqueda de soluciones nuevas, de profundización, de preparación. Hay abundancia de documentos y es múltiple la literatura vocacional; se han estudiado las causas y pareciera que tenemos diagnósticos claros. Pero las estadísticas nos siguen inquietando, al menos en Europa a nivel global y especialmente en algunos paises.

Toda crisis, se dice, es criba, purificación, discernimiento. Tiene su dinámica de fecundidad, de iluminación si nos ayuda a clarificar conceptos, elegir nuevos métodos y renovar los esfuerzos. Sin embargo sería estéril si nos quedamos en el lamento, la búsqueda de culpables, el descuido y minusvaloración de esta parcela pastoral, o si nos precipitamos por el "tener", abandonando las exigencias de los itinerarios formativos.

El aspecto cuantitativo -la escasez- es una dimensión sociológica. Pero no teológica. No podemos pensar que Dios no vela por las necesidades de su pueblo y que hoy no llama como antes a adolescentes y jóvenes que escuchan su llamada y desean consagrarse a la Iglesia. No parece que se vaya a volver a los números de tiempos pasados, por tanto toda relación de comparación es absurda. Es preferible renovar la conciencia de que Dios quiere servirse de nosotros para seguir llamando.

¿Qué nuevos retos estamos llamados a afrontar en esta sociedad distinta, en esta época postmoderna, en esta nueva era?

¿Es que la llamada de Dios no es audible o no es atractiva? ¿Es que los sistemas, las estructuras empleadas ya no sirven?

ASUMIR ACTITUDES YA ANUNCIADAS...

Desde el Concilio hasta nuestros días se han venido proponiendo modos y formas de acción que aún no hemos terminado de asumir. Por eso creemos necesario seguir insistiendo en algunos de los medios de pastoral vocacional que deberemos desarrollar coordinadamente.

1. Hacer partícipe a toda la comunidad

"El deber de fomentar las vocaciones pertenece a toda la comunidad"(OT, 2) "Es muy urgente, sobre todo hoy, que se difunda y arraigue la convicción de que todos los miembros de la Iglesia, sin excluir ninguno, tienen la responsabilidad de cuidar las vocaciones" (PDV, 41). "La pastoral vocacional tiene como sujeto activo, como protagonista, a la comunidad eclesial como tal, en sus diversas expresiones: desde la Iglesia universal a la particular y, análogamente, desde ésta a la parroquia y a todos los estamentos del pueblo de Dios" (Mensaje para la XXXIII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Cf. Seminarios n. 139, p. 82).

Desarrollar el sentido eclesial llevará a asumir con la mente, con el corazón y con la acción que la Iglesia es una, con variedad de ministerios y que evangelizar es misión de todos, que nadie solo puede afrontar esta tarea.

¿Podemos decir que existe esta sensibilización? Existen en España dos campañas más arraigadas -la del Seminario y la de la Jornada mundial de oración por las vocaciones- con desigual proyección en las diversas Iglesias particulares. El día de las vocaciones misioneras y el día "pro orantibus" pasan practicamente inadvertidos.

Se ha dado la circunstancia en algunas diócesis que en el mismo día de la Jornada de oración por las vocaciones se han puesto otras dos campañas, también importantes con la consiguiente desorientación para los párrocos y los fieles. Si es un problema tan urgente como siempre se dice no parece serlo en el tratamiento práctico. Además, desde el punto de vista publicitario cualquier entendido diría que con dos avisos al año poco se puede esperar.

Nos queda mucho por hacer. Sea en forma de sensibilización o participación de la comunidad en estos problemas que deben ser esenciales.

2. Nivel de organización y coordinación

Es cierto que la vocación no depende de nuestras estructuras humanas; pero también es verdad que Dios se sirve de ellas. En cualquier empresa el nivel de "venta" de un producto depende de su estructura organizativa. También en esta dimensión los logros son desiguales. Existen coordinaciones a nivel diocesano e incluso regional muy importantes. Y otras aún en ciernes.

"En las acciones de pastoral vocacional emerge notoriamente el problema de la falta de comunión eclesial. Todavía no hay conciencia bastante de que la Pastoral Vocacional debe hacerse 'en' la Iglesia particular, por todos los miembros que la componen y con el modo de ser, de vivir y de trabajar como Iglesia" (Pastoral Vocacional de la Iglesia en España. Instrumento de trabajo, 1988). En la iglesia particular debe existir un Centro de pastoral y un Centro de orientación vocacional que animen y coordinen el trabajo por todas las vocaciones y en el que participen todas las vocaciones. Los Delegados se debaten entre la falta de tiempo porque normalmente atienden varias tareas a la vez, la falta de aceptación -sigue siendo cenicienta esta pastoral- y a veces en la nebulosa de caminos a seguir.Además no es excepcional que a ello se añada la falta de presupuesto. El no haber personas liberadas pudiera inducirnos a pensar que o bien la tarea es secundaria o que hay poco trabajo que hacer.

No es momento de ver las posibles y múltiples funciones del Centro, pero debería atender desde el nivel de sensiblización, empezando por los sacerdotes, hasta la coordinación con otras pastorales, sin olvidar la formación de agentes que hagan cada vez más digna y eficaz la acción de la Iglesia en favor de las vocaciones.

En cuanto a la colaboración se está haciendo un esfuerzo laudable entre sacerdotes, religiosos y laicos. La presencia del laicado se debería incrementar.

3. La integración en una pastoral orgánica

Siempre se ha dicho que la pastoral vocacional no debería ser sólo un área de la pastoral de la Iglesia, sino más bien una dimensión presente en todas las pastorales y la tarea de promover vocaciones en cuanto pastoral vocacional específica no debería ser algo aislado y puntual; sin embargo "subsiste todavía una cierta resistencia a insertar organicamente la pastoral vocacional en la pastoral de conjunto, principalmente en la catequesis, en las actividades juveniles y en la pastoral de la familia" (DPVIP, 45). Se ve claro que la pastoral vocacional poco puede hacer sin la contribución de otras áreas. Ello exige una paciente colaboración no sólo en señalar los puntos de incidencia de lo vocacional en los itinerarios formativos de las otras pastorales sino también y sobre todo en la sensibilización y preparación de los agentes -animadores, catequistas, etc-. Es una larga tarea en la que se han dado pasos importantes, pero en la que debemos insistir aún más. Hacer efectiva la integración de las diversas pastorales significa coordinar los proyectos pero sobre todo conjuntar a las personas encargadas. Sentarse juntos a la mesa los distintos delegados para programar y revisar acciones una vez al mes -como se hace en alguna diócesis- es una manera de asumir en conjunto toda la pastoral. Esto se puede trasladar a la parroquia: allí el responsable de pastoral vocacional irá "desvelando" la dimensión vocacional en las parcelas pastorales de la actividad parroquial.

Sin olvidar otras pastorales se señalan como privilegiadas: a) la pastoral juvenil (adolescentes y jóvenes) por ser la edad de planteamientos, preguntas y opciones fundamentales; b) la familiar (iglesia doméstica y primer seminario) que hoy está dejando de ser el semillero e incluso con sus proyecciones de ideales y aspiraciones sobre sus hijos bloquea en cierta medida las perspectivas vocacionales; c) la catequesis que tiene en sí misma o debe tener un contenido vocacional ya que siendo una maduración progresiva y sistemática de la fe debe ser orientadora del despertar vocacional.

4. La preparación de agentes

La preparación de agentes para la propuesta es quizá unos de los aspectos en que la pastoral vocacional es más deficiente. Y quizá más a la hora de un acompañamiento. Debemos salir del círculo de los sacerdotes y religiosos como únicos agentes de pastoral vocacional. Y comenzar a involucrar a más laicos y especialmente jóvenes, que deben ser los evangelizadores de los jóvenes. Ello implica una capacitación, el descubrimiento y valoración de su propia vocación y percibir la complementariedad de las vocaciones eclsiales. La buena voluntad sólo no basta. Cencini en estas mismas páginas llama a la pastoral vocacional "una pastoral de vanguardia" y llama al animador "maestro de la sospecha" condenado a buscar la pregunta justa que sea provocadora, excavar la duda inquietante y escalar en el misterio de la vida hacia ese Dios que llama.

La preparación de agentes posibilita el pasar de una pastoral "ocasional" a una actividad sistemática de acompañamiento.

IMPULSAR NUEVAS ACTITUDES

Desde hace unos años la reflexión vocacional se ha centrado más en los destinatarios fundamentalmente en la realidad juvenil y en su posible itinerario formativo. El Papa en el mensaje de la XXX Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones (1993), habla de una "cultura de la vocación": "Es necesario promover una cultura vocacional que sepa reconocer y acoger aquella aspiración profunda del hombre que lo lleve a descubrir que solamente Cristo puede decirle toda la verdad sobre su propia vida... La vida es un don totalmente gratuito y no existe otra forma para vivir digna del hombre, al margen de la perspectiva del don de sí". "Esta cultura de la vocación constituye la base de la vida nueva, que es vida de gratitud y de gratuidad, de confianza y de responsabilidad; en la raíz, es cultura del deseo de Dios, que concede la gracia de apreciar al hombre por sí mismo y de reivindicar incesantemente su dignidad frente a todo lo que pueda oprimirlo en el cuerpo o en el espíritu" (Seminarios n. 128, p. 264).

En estas mismas páginas Cencini dirá igualmente: "donde la vida no es sentida como misterio no existe espacio para la animación vocacional" y por ello propone el ejercicio de la duda para "penetrar con una duda razonable en el caparazón de certezas del joven y debilitar la falsa solidez de sus presunciones". De ahí pasa a suscitar la pregunta y educar el deseo. Ello va a exigir una continua escucha, una paciencia sin limites y un acompañamiento continuado.

El camino metodológico se impone. Hoy no surgen normalmente vocaciones de hechos aislados, de encuentros fortuitos, de inspiraciones momentáneas. Un acompañamiento sistemático que ayude a educar en la capacidad de escuchar, en redescubrir la admiración, en llevar a experiencias profundas.

¿Cuales serían los ejes claves?

a) Situar las opciones de entrega

Los jóvenes quieren hacer cosas. Canalizan sus insatisfacciones personales y sociales en hacer algo "que valga la pena". La reflexión intelectual, filosófica o teológica, les parece una pérdida de tiempo. Están teniendo mucha fuerza los voluntariados u otras opciones de compromiso humanitario. A nivel institucional sobre todo entre los religiosos. Y son exigentes e intentan evitar el "mariposeo". Son una estupenda plataforma para hacer que el trabajo sea experiencia profunda que dé sentido a la vida.

Situar la opción de entrega es canalizar sus ideales dentro de los propios límites, ayudar a reflexionar sobre sus inquietudes y el por qué de sus compromisos; acompañar sus desencantos, progresar en su entrega. Anunciar a Dios hecho amor y misericordia y provocar que abra un espacio para El en su corazón. Y proponer desde estas opciones parciales la opción fundamental de su vida como respuesta al Dios que llama.

b) Experiencia de oración

En toda vocación cristiana es insustituible la experiencia de un Dios personal. Un camino de búsqueda en medio de las tareas de cada día y también en medio del desierto, el silencio y la intimidad. Una apertura a la actitud de escucha, confrontación con el evangelio y descubrimiento de Jesucristo como el maestro que invita a seguirle.

Hoy se dan formas de religiosidad de "la nueva era" que aún hablando del deseo de absoluto, interés por el misterio, búsqueda del sentido de la vida responden más a necesidades de tipo psicológico que a una vivencia cristiana de la fe. No puede quedarse en esos niveles.

c) Experiencia de Iglesia

Hay que romper las múltiples prevenciones de los jóvenes contra la Iglesia y crear comunidades de acogida, espacios donde haya un reconocimiento a la persona, donde encuentren testimonios fiables.

Hay una metodología tradicional, pero siempre nueva: el trato personal, el diálogo,la confrontación, orientación. En suma el acompañamiento. Toda la pastoral vocacional es acompañamiento. La pastoral "del sillón o del paseo", el estar cerca sin forzar los ritmos, el ayudar a descubrimientos cada vez más profundos. Por eso se necesitan agentes cada vez más numerosos y mejor preparados. Cada uno va consolidando aspectos o etapas de su personalidad vocacional. Por eso deberíamos valorar más cada una de las vocaciones, no sólo porque sean más escasas cuantitativamente sino por el enorme costo humano que llevan consigo. La consolidación de todo este esfuerzo es siempre gracia de Dios.