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LA PALABRA DE DIOS EN LA FORMACIÓN DE LOS SACERDOTES Y LAS PERSONAS CONSAGRADAS I


G                                                        Nuria Calduch-Benages


 

 

La presente reflexión nace a partir de mi participación como experta en la XII Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia (Ciudad del Vaticano, 5-26 de octubre de 2008), y de la lectura de la tan esperada exhortación apostólica post-sinodal Verbum Domini, que fue presentada en la sala de prensa de la Santa Sede el jueves 11 de noviembre de 2010.

Verbum Domini retoma el mismo mensaje a cuarenta y cinco años de distancia de la constitución dogmática sobre la divina revelación, Dei Verbum, del concilio Vaticano II, el considerado por muchos como el documento más importante del Concilio, porque toca los fundamentos de la fe de la Iglesia: la Palabra de Dios, su revelación y su transmisión a través de la tradición viva y la Sagrada Escritura. Con el paso del tiempo, el entusiasmo por la Palabra de Dios suscitado en el concilio se ha ido perdiendo a causa de la rutina, el descuido y la dejadez, lo cual ha generado algunas desviaciones (espiritualismo, cientifismo) y erradas interpretaciones (fundamentalismos) entre los fieles. Verbum Domini quiere colmar este déficit en la vida del pueblo de Dios, (re)colocando la Palabra de Dios al centro de la vida y la misión de la Iglesia.

En esta última exhortación apostólica Benedicto XVI ofrece a toda la Iglesia sus reflexiones y recomendaciones a partir de los documentos sinodales realizados por los obispos y demás participantes en el Sínodo de la Palabra. Su objetivo es “indicar algunas líneas fundamentales para revalorizar la Palabra divina en la vida de la Iglesia, fuente de constante renovación, deseando al mismo tiempo que ella sea cada vez más el corazón de toda actividad eclesial” (núm. 1). El Papa siente la urgencia de dialogar con el mundo de hoy, “un mundo que considera con frecuencia a Dios como algo superfluo o extraño”, y de darle una respuesta esperanzadora: “no hay prioridad más grande que ésta: abrir de nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y nos comunica su amor para que tengamos vida abundante” (n. 2).

  1. Breve presentación de la Verbum Domini

El hilo conductor de la exhortación es el Prólogo del evangelio de Juan, un texto que ofrece una síntesis de toda la fe cristiana: la Palabra, que en un principio estaba con Dios, se encarnó y vino a habitar en medio de nosotros. El documento se divide en tres partes principales: Verbum Dei (Jn 1, 1.14), Verbum in Ecclesia (Jn 1, 12) y Verbum mundo (Jn 1, 18), que están ilustradas con numerosas citas de los Padres de la Iglesia, de los documentos de la Pontificia Comisión Bíblica, de la Dei Verbum, de los escritos del Papa Juan Pablo II y, por supuesto, de los del actual pontífice. La primera parte es de gran densidad teológica, difícil de entender para las personas no especializadas, mientras las otras dos son de carácter más pastoral y contienen muchas propuestas concretas y actuales.

Verbum Dei, la primera parte, aborda cuestiones de fondo como, por ejemplo, el uso analógico de la expresión Palabra de Dios. A este respecto, el documento insiste en el correcto uso de los términos Biblia, Escritura y Palabra de Dios, afirmando que el cristianismo no es “una religión del libro” sino “la religión de la Palabra de Dios, del Verbo encarnado y vivo” (n. 7). Otras cuestiones tratadas son la dimensión cósmica y escatológica de la Palabra de Dios, la relación entre Tradición y Escritura, los conceptos de inspiración y verdad, entre otras. Ahora bien, uno de los argumentos que más interés suscitó en el Sínodo y que la exhortación recoge ampliamente (aprox. 40 páginas) –porque además es uno de los temas preferidos del Papa–, es la cuestión hermenéutica, es decir, la interpretación o exégesis de la Biblia en la Iglesia, sobretodo la que se realiza en ámbito académico. Citando el documento de la Pontificia Comisión Bíblica La interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993), el Papa recuerda que “los exegetas católicos no deben olvidar nunca que lo que interpretan es la Palabra de Dios. Su tarea no termina con la distinción de las fuentes, la definición de formas o la explicación de los procedimientos literarios. La meta de su trabajo se alcanza cuando aclaran el significado del texto bíblico como Palabra actual de Dios” (n. 33). Además de la dimensión teológica de los textos bíblicos, otras cuestiones que preocupan especialmente a Benedicto XVI son la armonía entre fe y razón, el dualismo y la hermenéutica secularizada como peligros a evitar, la necesidad de trascender “la letra” del texto y la unidad intrínseca de la Biblia.

Verbum in Ecclesia, la segunda parte, se concentra en la liturgia como lugar privilegiado de la Palabra de Dios. Después de tratar la relación entre la Palabra y los sacramentos, entre Palabra y Eucaristía, la sacramentalidad de la Palabra, la importancia del Leccionario…, Benedicto XVI aterriza en cuestiones prácticas como la formación de los lectores, la cual debe ser “bíblica, litúrgica y técnica” (n. 58) o la necesidad de mejorar la calidad de la homilía: “Debe quedar claro a los fieles que lo que interesa al predicador es mostrar a Cristo, que tiene que ser el centro de toda homilía. Por eso se requiere que los predicadores tengan familiaridad y trato asiduo con el texto sagrado” (n. 59). Recomienda además las celebraciones de la Palabra, redescubrir el valor del silencio, solemnizar la proclamación de la Palabra, cuidar la acústica de los edificios sagrados, no sustituir las lecturas litúrgicas con otros textos, utilizar el canto en los momentos adecuados, facilitar la participación al culto de las personas discapacitadas de la vista y el oído. Ministros ordenados, personas consagradas y fieles laicos todos están llamados a profundizar en su relación con Cristo, Palabra de Dios según su propio estado de vida (nn. 77-85). A esto hay que añadir su insistencia en la animación bíblica de toda la pastoral, especialmente de la catequesis y de la lectio divina que, como recita el Mensaje final del Sínodo recogido en la exhortación apostólica, “es verdaderamente «capaz de abrir al fiel no sólo el tesoro de la Palabra de Dios sino también de crear el encuentro con Cristo, Palabra divina y viviente»” (n. 87).

Verbum mundo, la tercera parte, se concentra en la misión que tiene la Iglesia de anunciar la Palabra de Dios al mundo, sobre todo a los jóvenes, los emigrantes, los enfermos y los pobres. El documento, por tanto, se sitúa en el surco de la nueva evangelización, prioridad de este pontificado, pues “tantos hermanos están bautizados, pero no suficientemente evangelizados. Con frecuencia, naciones un tiempo ricas en fe y vocaciones van perdiendo su propia identidad, bajo la influencia de una cultura secularizada” (n. 96). Esta nueva evangelización se realiza a través del testimonio: “la Palabra de Dios llega a los hombres por el encuentro con testigos que la hacen presente y viva” (n. 97). Y el testimonio abraza todas las dimensiones de la vida, incluyendo el compromiso por la justicia, la defensa de los derechos humanos, la promoción de la paz, la salvaguarda de la Creación, el encuentro con la cultura, la presencia en Internet para que en la red aparezca “el rostro de Cristo” y pueda “oírse su voz” (n. 113), y el diálogo interreligioso, pues “es de gran importancia que las religiones favorezcan en nuestras sociedades, con frecuencia secularizadas, una mentalidad que vea en Dios Todopoderoso el fundamento de todo bien, la fuente inagotable de la vida moral, sustento de un sentido profundo de hermandad universal” (n.  117).

Benedicto XVI concluye su exhortación apostólica recordando a todos los cristianos que “nuestra relación personal y comunitaria con Dios depende del aumento de nuestra familiaridad con la Palabra divina” (n.  121). Por ello, nos invita a hacer “silencio para escuchar la Palabra de Dios y meditarla, para que ella, por la acción eficaz del Espíritu Santo, siga morando, viviendo y hablándonos a lo largo de todos los días de nuestra vida (n.  124).


Profesora de la Pontificia Università Gregoriana (Roma) y experta del Sínodo de los Obispos sobre “La Palabra de Dios en la vida y a misión de la Iglesia”.

Durante los días 1-4 de diciembre de 2010 se ha celebrado en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma un Congreso Internacional sobre la Exhortación Apostólica Verbum Domini organizado por la Federación Bíblica Católica (FEBIC), cuyo Presidente es Mons. Vincenzo Paglia, Obispo de Terni-Narni-Amelia.

En ella intervinieron el Card. Marc Ouellet, pss, prefecto de la Congregación para los Obispos y relator general del Sínodo de la Palabra, Mons. Nicola Eterovic, secretario general del Sínodo de los Obispos; su subsecretario, Mons. Fortunato Frezza, y el Card. Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura.

Cf. G. Betori, Leggere la Bibbia nella Chiesa. Dalla Dei Verbum a oggi (La tua Parola mi fa vivere 3), Cinisello Balsamo (Milano) 2008; S. Pié-Ninot, “De la Dei Verbum al Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios del 2008”, Estudios Eclesiásticos 83 (2008) 219-222.

En la citada rueda de prensa el Card. Gianfranco Ravasi definió el documento pontificio como “altamente teológico y pastoral”.

Cuando el tema fue abordado en el Sínodo el 14 de octubre 2008, Benedicto XVI tomó la palabra e intervino en el debate (primera vez en la historia que esto sucedía): “Donde la exégesis no es teología, la Escritura no puede ser el alma de la teología y, viceversa, donde la teología no es esencialmente interpretación de la Escritura en la Iglesia, esta teología ya no tiene fundamento”, explicitando una cuestión latente en el post-concilio.

En todos sus niveles, la catequesis debe tomar como modelo la pedagogía de Jesús en el camino de Emaús. Cf. el documento de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Aparecida (Brasil) en 2007.

(fuente: revista SEMINARIOS)