LIBRO VOCACIONAL RECOMENDADO
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XOSÉ MANUEL DOMÍNGUEZ PRIETO

LLAMADA Y PROYECTO DE VIDA

PPC, Madrid 2007, 174 páginas

 Este libro nos ofrece una visión sistemática, clara y concisa sobre la realidad antropológica de la llamada desde los presupuestos del personalismo comunitario. Los títulos de los diez capítulos en que se divide el libro nos dan enseguida una idea de su contenido, estructura y orientación:

1.Introducción

2.¿Llamada?

3. La llamada desde quién soy como persona

4. La llamada desde lo que acontece

5. La llamada desde el otro

6. Pedagogía de la escucha

7. Soy llamado, luego existo

8. Las máscaras como pseudollamadas

9. Proyecto de vida

10. Compromiso

Dentro del marco del personalismo, el autor nos presenta a la persona como una realidad dinámica en permanente tensión hacia aquello a lo que está llamada a ser. No podemos cifrar el ideal de la persona -como hacen las concepciones reduccionistas, mecanicistas y pragmáticas- a un mero equilibrio homeostático o a la plena funcionalidad orgánica y psicológica. La persona es un equilibrio desequilibrado, un `dar de s"; una flecha lanzada al infinito, un animal no fijado todavía.

La llamada es la forma en que se concreta para cada uno el llegar a ser plenamente persona. El descubrimiento de la propia llamada y su seguimiento es la clave del proceso personalizador, que dinamiza a la persona, da unidad y sentido a su vida y la inserta fecunda y creativamente en la comunidad.

La llamada -como se nos describe en el tercer capítulo- se manifiesta en unas capacidades, en un temperamento (o predisposición a poner en juego lo que somos de cierta manera) y, sobre todo, en un ideal de vida que consiste en aquella constelación de valores que la persona descubre como orientadores de su vida y que, proyectándola más allá de lo inmediato, le invitan a recorrer el camino entre quién es y quién está llamada a ser.

Dos aspectos adicionales configuran poderosamente la llamada personal: lo que nos acontece y los otros (capítulos 4 y 5 respectivamente). El momento histórico, el contexto familiar, social y cultural y las experiencias concretas que nos han tocado vivir nos apelan y reclaman de nosotros una respuesta. Entre las circunstancias más elocuentes suelen estar los acontecimientos dolorosos que ponen en crisis a la persona y le ayudan a descubrir su verdadera identidad.

La persona es inseparable de los otros, la relación con los cuales es imprescindible para poder configurar su identidad. Esto es particularmente cierto para aquellas personas especialmente apelantes que hacen vibrar en nosotros fibras muy sensibles por encarnar valores especialmente significativos para nosotros. Pero es que, además, la propia llamada es un impulso hacia una identidad vivida en la comunión del nosotros.

Para poder discernir la llamada es imprescindible desarrollar una actitud de escucha (capítulo 6) que nos permita entrar en contacto con la realidad tal cual es y no como quisiéramos que fuera. La aceptación de nuestras capacidades, límites, errores y situación actual más allá de nuestros personajes nos libera de la alienación de metas e identidades extrínsecas. Esta actitud de escucha debe llevarnos a entrar en contacto con nuestra verdad a todos los niveles: sensaciones corporales, sentimientos, deseos, valores, situaciones, personas que nos rodean, etc. El autor hace una descripción pormenorizada de la multitud de obstáculos que perturban una auténtica escucha tales como el subjetivismo, la introyección o la proyección.

Junto con la escucha, tarea primordial para el discernimiento de la llamada es la de desenmascararnos (capítulo 8), es decir, la de identificar las máscaras o falsas identidades con que tendemos a vivir. Estas máscaras nos dan una identidad postiza que nos proporciona una seguridad y un sentido de la vida aparentes y parecen protegernos de la angustia existencial o de bloqueos y frustraciones que hayamos podido tener. El resultado es sumamente negativo y despersonalizador, pues se deja de vivir desde el nombre para vivir desde los apellidos. La máscara es profundamente esterilizante porque nos lleva a vivir esclavizados bajo el dictado de cánones extrínsecos ajenos a los valores propios de nuestra identidad que son los únicos capaces de activar y dinamizar plenamente todas nuestras capacidades. Ejemplos de máscaras son la identificación con la cualificación académica o con el rol profesional, o la disolución de la propia identidad en la de un grupo o una ideología.

La respuesta a la llamada supone poner en juego los medios concretos que permitan a la persona poder pasar desde la situación en que se encuentra hacia aquello que está llamada a ser. El establecimiento ordenado, inteligente y realista de estos medios constituye el proyecto de vida (capítulo 9), que debe elaborarse a través de una cuidadosa deliberación que sopese acertadamente las diversas posibilidades que se ofrecen valorando la más adecuada, y de la opción por una determinada posibilidad.

Finalmente, el proyecto de vida debe ser asumido por un compromiso firme (capítulo 10), el cual, lejos de ser una servidumbre, constituye un acontecimiento terapéutico en sí mismo, pues es la prueba de que la persona ha tomado las riendas de sí para conducir su vida por el camino de la plena realización personal. Este compromiso debe ser siempre cum-pro-missio, envío liberador con y en favor de otros.

Cada capítulo viene acompañado por unos ejercicios que se proponen al lector con el fin de aplicar a la propia vida las ideas que se van exponiendo hasta culminar en la elaboración de un proyecto de vida.

Se trata, en definitiva, de un libro muy valioso por su claridad, orden, sencillez y aplicación práctica. Los agentes de pastoral vocacional podrán elaborar fácilmente a partir de él un curso básico sobre la vocación contemplada desde la perspectiva antropológica y los presupuestos del personalismo.

José María Prats

(Aparecido en la revista SEMINARIOS, n. 188)