LIBRO VOCACIONAL RECOMENDADO
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Juan Esquerda Bifet,

La misión al estilo de los apóstoles.

Itinerario para la formación inicial y permanente

BAC , Madrid 2004, 290 páginas

El título y el subtítulo responden perfectamente al contenido de este nuevo libro de Esquerda Bifet. Esto siempre es de agradecer. Más aún, yo diría que es una buena y bien estructurada síntesis de la identidad cristiana, como la hizo en otro momento por ejemplo G. Thils con su libro “Santidad cristiana”.

Desde el principio quiero advertir y ponderar de manera muy positiva el hecho de que si el autor desarrolla perfectamente cada uno de los capítulos con toda su carga doctrinal y hasta pedagógica, no lo es menos el hecho de que en cada capítulo presente unos apartados bien diseñados y de gran ayuda metodológica: líneas de actuación, textos bíblicos para meditación y estudio, lectura de documentos eclesiales y selección bibliográfica por secciones. El autor domina muy bien la materia.

En general pienso que lo que pretende Esquerda Bifet es darle contenido a un itinerario propedéutico, inicial y permanente de formación. No me atrevo a hacer muchas distinciones en los destinatarios, porque creo que esaplicable a todas las vocaciones eclesiales, con las distinciones pertinentes que el mismo autor va haciendo.

En el primer capítulo, Esquerda Bifet nos indica que hay que mirar el mundo de hoy con los ojos de Jesús y nos va señalando lo que ello supone. De otro modo parece imposible la misión apostólica. Primera premisa importante. Mirada evangelizadora que no puede perder de vista la realidad concreta y completa, y siempre bajo la perspectivade de un mundo globalizado. Llama la atención sobre el hecho de que la globalización es válida cuando promueve la gratuidad, sin depender tanto de las leyes del mercado y de la especulación.

En el segundo capítulo y con la lógica más estricta, el autor nos indica que el itinerario formativo vocacional tiene como punto de partida y de llegada la persona de Jesucristo resucitado, presente en nuestro caminar histórico. Ésta es la realidad que prolonga la Iglesia según los dones, vocaciones, ministerios y carismas. En esta continuidad de Jesús y la Iglesia, el autor nos va presentado la realidad de lo que significa el buen Pastor, los apóstoles de la Iglesia primitiva y de todos los tiempos. Destaco en esta última parte algunos puntos resaltados por el autor: el servicio y no el privilegio, el significado de la autoridad apostólica, la alegría existencial del apóstol y la pobreza evangélica.

En el tercer capítulo, el autor nos muestra cómo el camino formativo es un camino relacional de encuentro con el Señor. En este marco va describiendo la realidad de la oración, de la liturgia con la celebración de los sacramentos, haciendo hincapié especialmente en el sacramento de la eucaristía y de la penitencia; el camino de la lectio divina…Y todo esto con el objetivo no sólo de formarse sino de formarse para guiar a personas y comunidades por el camino de la oración. Esta actitud oracional la hace emerger del hecho de ser enviado.

En el cuarto capítulo se nos presenta la dinámica vocacional. Dinámica que no es otra cosa que el seguimiento evangélico de Cristo y el compromiso de santidad y apostolado. Se va tomando conciencia de la llamada como iniciativa gratuita de Dios con las exigencias que esto lleva consigo: discernimiento de los signos; aceptación libre del compromiso (fidelidad generosa y perseverante); se aceptan con gratitud y responsabilidad las mediaciones de la comunión eclesial.

Es interesante ver la santidad cristiana enraizada en la misión y por eso la llamada a la santidad es vista como llamada a la misión. No quiero dejar de señalar en este capítulo la sección dedicada al seguimiento de Cristo según la vocación específica. No es fácil afrontar este seguimiento especificado: vocación laical, vocación de la vida consagrada y vocación sacerdotal. El autor lo hace muy bien, como era de esperar.

En el capítulo quinto, Esquerda Bifet trata de la comunión de hermanos, de la vida fraterna, no como uniformidad sino como armonía constructiva entre gracias y cualidades distintas. Son interesantes las llamadas de atención que hace el autor, como pueden ser por ejemplo: aprender a convivir es uno de los puntos básicosdel itinerario formativo, toda comunidad eclesial debe ser comunión de hermanos y el camino de la comunión fraterna (la comunidad tiene que ser escuela de vida en Cristo, escuela de perfección evangélica, escuela de dedicación misionera).

En el capítulo sexto el autor parte de la afirmación hecha en EN 14: “La Iglesia es misionera por naturaleza” y “existe para evangelizar”. La misión que Jesús confía a sus apóstoles es su misma misión de profeta (anuncio de la Palabra), sacerdote-víctima (vida inmolada), pastor (que guía y da la vida), servidor (que no tiene privilegios), cabeza (que dirige y anima). Desde este sumario sobre el evangelizador, el autor nos describe lo que es la evangelización y cómo hay que realizarla. Señalo como puntos importantes: las múltiples dimensiones de la misión, lo que significa la pastoral de conjunto, la aculturación (término que usa el autor), el diálogo interreligioso, la nueva evangelización… En este capítulo no podían faltar estos dos puntos en los que también se centra Esquerda Bidet: la espiritualidad y la vocación misionera así como lo que es la formación misionera.

En el capítulo siete el autor lo dedica a conseguir una síntesis de Jesús de Nazaret. Ve esta síntesis como una realidad de la que no puede prescindir el evangelizador. Ya el título del capítulo indica mucho: Jesús, nacido de María Virgen, muerto y resucitado, presente en la Iglesia y en la sociedad humana. El capítulo en sí es un verdadero resumen de lo que debe ser la vida del creyente bajo la referencia de Jesús. Nos invita a acercarnos al misterio de Cristo desde un estudio vivencial (estudio y vivencia), desde las ciencias humanas, filosóficas y teológicas. Muy interesante el apartado que dedica al carácter vivencial y pastoral de los estudios teológicos.

En el capítulo ocho, el autor nos vuelve a recordar que estamos en un itinerario formativo, dejándonos clara y rotundamente que la vida apostólica siempre se concreta en el seguimiento, en la vida fraterna y la disponibilidad misionera. Desde esta base afronta la realidad de la Iglesia particular misionera y cómo debe ser la vida apostólica en la Iglesia particular. Aquí cabe destacar los siguientes apartados: diferenciación y complementación de los sacerdotes diocesanos y la vida consagrada en la Iglesia local; la fraternidad sacramental del presbiterio.

El último capítulo, el autor lo dedica a ofrecer unas pautas de formación apostólica, vida consagrada y sacerdotal, aplicables a las diversas fases o etapas: propedéutica (introductoria), inicial y permanente. Se tienen en cuenta las diversas áreas de formación: humana, espiritual, intelectual, pastoral, comunitaria…Se señala también en este capítulo la realidad del proyecto de vida personal y del proyecto comunitario. Me gustaría terminar este repaso del libro de Esquerda Bifet con estas palabras suyas sobre el proyecto comunitario: “El proyecto comunitario acentuará una formación en la comunión eclesial: sentido y amor de Iglesia, como relación filial y responsable con el sucesor de Pedro, con el propio obispo, en el propio presbiterio, al servicio de la Iglesia local y universal. Este compromiso de comunión eclesial producirá armonía entre vocaciones, ministerios y carismas y alentará vivir la unidad de vida en el propio corazón, con los hermanos, con el cosmos y principalmente con Dios”.

Un buen libro. Claro, pedagógico e imprescindible en las comunidades formativas.

Francisco Lansac Solán

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