LIBRO VOCACIONAL RECOMENDADO
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A. Bravo
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Eucaristía y sacerdocio

Ediciones Sígueme, Salamanca 2004, 192 páginas

Este libro surge a partir de la petición hecha al autor de dirigir unos Ejercicios espirituales a unos compañeros sacerdotes. De antemano pues ya podemos barruntar que el libro no es de por sí un desarrollo teológico del tema.

Con esta advertencia, podemos pasar a preguntarnos: ¿cómo se estructura el libro?

Nos ofrece una primera meditación que se centra en las dificultades de los cristianos de hoy para comprender y por tanto también vivir el misterio eucarístico. Dificultades que enumera con estos calificativos: voluntarismo ético, pietismo, mentalidad mágica, un sentido reductivo del precepto eucarístico (obligatoriedad). La enumeración así parece fría pero es mucho más vitalista y sin duda significativa en la exposición.

En la segunda meditación se evocan algunas posibles figuras veterotestamentarias de la eucaristía: el pan y vino de Melquisedec, el maná, el sacrificio anual (holocausto), el cordero pascual.

A continuación, el autor trata de ahondar en la relación existente entre la eucaristía y el misterio de Dios Padre, Hijo y Espíritu santo en la perspectiva de ver el pan del cielo como don del Padre, como don del Hijo en su propia carne y sangre, como don del Espíritu, en cuanto señor y dador de vida.

¿Qué dificultades aparecen en los primeros seguidores de Jesús ante este misterio y realidad de la eucaristía? La primera es el entusiasmo mesiánico viciado de raíz, pues nace del oscuro deseo de poner a Dios al servicio de la nación. La segunda dificultad es la tentación de las obras. En tercer lugar, la incredulidad y la murmuración (Dios no está atento a sus necesidades).

Una vez desarrolladas las dificultades, el autor presenta algunas reflexiones sobre diferentes aspectos del memorial de la nueva alianza que tengan especial incidencia en el sacerdote: el banquete pascual de amor que permite desarrollar la vivencia de la eucaristía como comida pascual y como sacrificio pascual. Otro aspecto bien desarrollado es el de la eucaristía como hacedora de la Iglesia, Iglesia convidada del Señor, Iglesia como comunidad fraternal en la que la convivencia se vive como alegría, solidaridad y esperanza gozosa; Iglesia como comunidad misionera y escatológica e Iglesia como comunidad pobre al servicio de los pobres. La comunidad de Jesús debe ponerse al lado de los pobres, hacer suyas sus causas, darles un puesto de honor en la comunidad. Iglesia, finalmente, como comunidad entregada. La vida cristiana es un sacrificio permanente, una pro-existencia , una vida de servicio y entrega solidaria.

El autor pasa a hablar de la eucaristía como comunión con el Cristo total, es decir, uno no se puede aproximar al misterio de la eucaristía desde los sentimientos y la razón, sino que hay que buscar en la fe eclesial la verdad e inteligencia del misterio. En este apartado se sirve de un sermón (272) de san Agustín para expresar el realismo de la eucaristía. Desde esta base quiere abordar los textos bíblicos: la vid y los sarmientos y el camino del Siervo.

No quiere dejar de señalar el sentido de la presidencia de la eucaristía como gracia y misión. Y explica la conexión de presidencia y convocación, presidencia y comunión, presidencia y el peregrinar del pueblo de Dios y la presidencia en el nombre del Señor.

Termina el libro con un capítulo dedicado al apóstol y, por tanto, al sacerdote como persona eucarística. Nos habla de Jesús como hombre eucarístico que manifiesta su manera de ser y actuar ante Dios, los hombres, las realidades de este mundo y ante sí mismo. Nos habla también de Pablo como hombre eucarístico para terminar viendo lo que significa vivir hoy una espiritualidad eucarística.

Un libro pues sencillo y bueno. No podemos olvidar que sus capítulos son originariamente meditaciones sobre la eucaristía y su posible vivencia por parte del sacerdote: Lo recomendamos en este momento tan proclive a la realidad de la eucaristía en la vida del creyente.

F. Lansac