Pinceladas de Belleza en la JMJ de Cracovia

 

Me tocó animar la última catequesis de la Peregrinación de la JMJ -Jornadas Mundiales de la Juventud- que organizó el Secretariado de Juventud de la Conferencia Episcopal Española. La catequesis tuvo lugar en Viena, en la Iglesia Votiva. Sin duda, un marco espectacular para hablar sobre la Belleza, que era el tema propuesto. Como se trataba del último día, justo antes de volver a España, invité a los jóvenes a que volvieran la mirada hacia los días que habían pasado. Se trataba de mirar, de contemplar, para poder hacer memoria, para conservar en el corazón y anunciar y compartir lo vivido. Después de casi tres semanas de Peregrinación me parecía interesante considerar el aviso de Yahveh al pueblo elegido: “Pero, ten cuidado y guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos” (Dt 4, 9).
Recordar -pasar por el corazón- para quedarse con lo bello, lo realmente bello de todo lo vivido. Aquello que quizás estaba escondido y que los jóvenes no habían sido capaces de descubrir por culpa de las emociones a flor de piel, del cansancio, de la distracción…
Un mes después de haber concluido la JMJ me he propuesto hacer lo mismo que pedí a aquellos jóvenes españoles en Viena. Hoy quiero contemplar la belleza de lo que viví y compartí con el grupo de la Diócesis de Zaragoza en Cracovia. Y lo hago porque estoy convencido de que haciéndolo me acerco un poco más al Señor, puesto que “todas las expresiones de verdadera belleza pueden ser reconocidas como un sendero que ayuda a encontrarse con el Señor Jesús” (EG 167).

            

Alegría y entusiasmo

Estar con jóvenes transforma. En cierto modo diríamos que es una experiencia que rejuvenece. Después de llevar dos años en Roma, sirviendo a mis hermanos operarios envuelto en papeles y gestiones de secretaría, reconozco que necesitaba una actividad pastoral de contacto directo. Por eso me embarqué rumbo a Cracovia.

Los jóvenes tienen esa capacidad de cantar y bailar, de estar en movimiento constantemente. Es cierto que muchas veces se muestran apáticos y quejicas; pero es algo que compensan sobradamente con sus dosis de entusiasmo. Durante toda la Peregrinación hubo razones más que suficientes para que se acomodaran y protestaran: días en los que caminamos muchísimo, largas esperas, pique-nique con comida repetitiva, lluvia -mucha lluvia-, cansancio acumulado, cambios imprevistos de horario, aglomeraciones… A pesar de todo eso los jóvenes mostraron una actitud y un comportamiento dignos de elogio. Hicieron frente a las contrariedades con lo mejor que tienen: alegría y entusiasmo. Y esto, gracias a Dios, se contagia y llena de alegría el mundo. A mí el primero.

¡Es la Belleza de la alegría y entusiasmo de los jóvenes!

 

Una liturgia especial

Las Eucaristías que se celebran durante la JMJ son inolvidables. Están bien animadas con cantos que conectan con la sensibilidad de los jóvenes. A algunos les puede parecer que están fuera de sitio, pero lo que no se puede negar es que consiguen que los jóvenes se integren en la celebración y participen activamente en ella. La música hace vibrar todo el ser y toca el corazón.
Me atrevo a decir que en la mayoría de nuestras parroquias se canta poco y mal. En otros países existe una cultura musical y litúrgica que nosotros no tenemos. En España vamos con mucho retraso. Y es precisamente por esto mismo que impresiona encontrarse en una iglesia llena de jóvenes hasta rebosar, jóvenes que no están de manera pasiva, sino que cantan y cantan bien y disfrutan cantando y alabando al Señor. Reconozco que varios días mientras cantábamos así se me puso la piel de gallina.

¡Es la Belleza de la liturgia vivida y sentida desde el corazón!

 

Testimonio

La vida de cada día se nos escapa en conversaciones intrascendentes. Pero una Peregrinación hace posible que se abra el corazón con algo más de facilidad. Hay valentía para compartir lo que se vive dentro. Hay disposición para escuchar confidencias.
¡Cuánto bien me ha hecho escuchar al joven que quiere estudiar Teología para profundizar y enriquecer; al que narra su historia de conversión; al que expresa sus dudas de fe; al que comparte su experiencia de adoración eucarística; al que no sabe las razones que le movieron a ir a Cracovia…! ¡Y cuánto bien me sigue haciendo! Porque me ayuda a recordar que la fe es don, pero también tarea, lucha cotidiana. Y hay jóvenes que se baten por creer cada con más firmeza.

¡Es la Belleza del testimonio sincero!

 

Corazones de cartulina

El pequeño grupo de jóvenes que nos acogió en Bonikowo preparó una sencilla dinámica, similar a otras que hemos hecho tantas veces siendo catequistas de niños. Nos dieron unas cartulinas, tijeras, pegamento, semillas, rotuladores… Y nos invitaron a dibujar nuestro corazón expresando con creatividad las intenciones que traíamos en él para la Peregrinación de la JMJ. Todos nos pusimos manos a la obra como si fuéramos aquellos niños ilusionados que van a catequesis. Dibujamos corazones de todo tipo, unos más artísticos que otros. Reinaba la sensación de haber hecho algo serio, profundo, importante. Habíamos dado forma, color, textura… a los deseos y motivaciones que nos habían traído a la JMJ. A algunos les sirvió para que los identificaran y tomaran conciencia de ellos. A otros para reafirmarse en los suyos.

¡Es la Belleza de hacer cosas de niños como los niños!

 

Sacerdotes

Por todos los lugares por donde hemos ido pasando he visto a centenares de sacerdotes “de toda raza, lengua, pueblo y nación”. He podido conocer a un puñado de ellos, la mayoría, españoles que íbamos con el mismo itinerario. Hemos conversado y compartido experiencias, preocupaciones y sueños. Hemos sintonizado.

He podido observar la gran variedad de estilos que hay entre los sacerdotes. Los hay que van con traje, otros con polo -o con camisetas con todo tipo de colores y dibujos-, otros con camisa de clerigman, algunos con sotana… incluso los había con pantalón corto o bermudas combinando con la camisa clerical. Si me paro un poco percibo que detrás de esa fachada exterior hay una biografía, una manera de vivir y sentir el ministerio sacerdotal, de identificarse con un aspecto particular de Cristo, a quien representamos. Supongo que todos tienen razones para justificar su indumentaria. ¡Y qué fácil es que nos juzguemos y critiquemos unos a otros sólo fijándonos en lo externo!

Cruzándome con centenares de sacerdotes descubrí que -a pesar de esa variedad exterior- hay algo que nos une y que nos hace hermanos: el sacerdocio de Jesucristo. Quizás para expresar precisamente esta unidad interior llevábamos todos la misma casulla en la última Eucaristía con el Papa.

¡Es la Belleza de la fraternidad sacerdotal!

 

El Santuario de Jasna Gora

Tengo una amiga polaca que estudia en Roma que me comentó que no podía presentarme de cualquier manera ante Nuestra Señora de Czestochowa. Allí -según me confesó- la Virgen concede muchas gracias.

Con este recuerdo a flor de piel me presenté ante el icono como peregrino y mendigo, llevando en mi corazón muchos nombres. Como grupo tuvimos un momento de oración. Al terminar, me supo a poco. Me dije que tenía que volver. Y lo hice en cuanto el horario me regaló un momento libre. Entonces, estuve más tiempo; más tiempo para volver a repasar aquellos nombres, rostros y vidas que portaba y que pesaban. La verdad es que me resistía a marcharme. No quería mirar el reloj. Contemplando aquel icono sentía la presencia maternal de María. Y aún hoy no puedo olvidar esa fuerza que me retenía.

¡Es la Belleza del icono de Nuestra Señor de Czestochowa!

 

Cine

Para aprovechar los largos trayectos en autobús la comisión de Itinerario espiritual propuso una serie de películas para que ayudasen a profundizar en los temas que se habían previsto para cada día. Me pidieron que coordinara esta actividad en nuestro grupo con la ayuda de dos jóvenes. Ellos se encargaron de hacer la presentación de las películas y de dirigir los debates. Lo curioso de todo esto es que los debates se realizaban en el propio autobús. Me sorprendió gratamente la seriedad y la profundidad de las intervenciones que se hacían al micrófono. Los chicos se lo tomaron en serio. Nunca pensé que se pudieran hacer debates así de profundos en un autobús. Pero se hicieron. Y es que las películas eran tan buenas que más de una vez seguíamos hablando de ellas incluso durante las comidas.

¡Es la Belleza de una buena película!

 

Las familias de acogida

En nuestro itinerario por Polonia nos acogieron tres familias distintas en tres sitios diferentes: en Konojad, Poznan y Bochnia. Hemos podido experimentar y sentir el valor de la acogida para el pueblo polaco. En Koscian, antes de distribuirnos en las casas, nos dijeron que hay un dicho polaco que dice que acoger a un huésped es acoger a Dios. ¡Y con estos honores nos han recibido!
Al llegar al lugar algunos se ponían nerviosos -¿cómo será la familia que me toque?. Y la escena, en algunos casos, resultaba ser hasta cómica: en un gran salón de actos llamaban a una familia y luego nombraban a los jóvenes que iban a acoger. Era casi como un sorteo. Al saludar a la familia de acogida unos saludos eran torpes -se dudaba, por ejemplo, si había que dar un beso, dos o tres- otros, llenos de efusión y expresividad.

Tres veces tuvimos que despedirnos. Una por cada familia que nos acogió. Cuesta decir adiós a quien ha abierto su casa con total confianza a gente extranjera y desconocida. Superadas las dificultades de la comunicación -si en la familia nadie hablaba inglés, comunicarse era un ejercicio de gestos de sordomudos- el trato atento y afectuoso que nos brindaron ha dejado una huella que perdurará en nuestro tiempo.

¡Es la Belleza de sentirse acogido en tierra extraña!

 

Sacramento de la Reconciliación

Ha sido para mí, como sacerdote, la experiencia más maravillosa de la JMJ. Un auténtico regalo. Me puse a confesar en cuatro grandes momentos: en Czestochowa, en el Santuario de la Divina Misericordia y en el Campus de la Misericordia, tanto durante la noche del sábado como el domingo por la mañana antes de la Eucaristía. Tantos jóvenes, tantas vidas, tantas experiencias, tantas lágrimas, tanto sufrimiento, tantas esperanzas… que son escuchadas por un sacerdote, un ministro de Dios. Dios se sirve de él para dar su perdón y su consuelo sin límites. Sólo por estos momentos valió la pena haber venido a Cracovia.

¡Es la Belleza de ser testigo e instrumento de la misericordia de Dios!

 

Auschwitz

Es sin duda uno de los lugares más horribles del mundo; nada que ver con la belleza; más bien, todo lo contrario. Hacia los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau dirigimos los peregrinos nuestros pasos, como haría, unos días más tarde, el Papa Francisco. Es curioso cómo los jóvenes supieron leer con profundidad y madurez lo que sus ojos veían -no dejan de sorprenderme. La alegría y el entusiasmo que les acompañan constantemente se quedaron en el autobús. Ahora era el momento del silencio, la oración y la reflexión. Y se dejaron interpelar. La mayoría de ellos llevaba en su corazón el sufrimiento de tantos hombres, mujeres y niños, hermanos nuestros, que fueron aniquilados por un sistema antihumano e irracional. Lo llevaban en su corazón y lo expresaban sus ojos. Fue un día raro, incómodo, silencioso. Un día clausurado por una tormenta gris, fría y desapacible.

¿Belleza en Auschwitz? ¡Es la Belleza del sueño de una humanidad más fraterna!

 

Nos visita el luto

Aquel jueves iba ser algo especial porque estábamos convocados para el primer encuentro con el Papa Francisco en Cracovia. Sin embargo, una triste noticia nos sorprendió al despuntar el día y cambió el estado de nuestro espíritu: había fallecido en España el marido y padre de dos de nuestras compañeras. La muerte hacía su presencia de forma inesperada en medio de unos días marcados continuamente por la alegría y el gozo. A pesar del duro golpe, nuestras compañeras, madre e hija, mostraron una enorme entereza y, sobre todo, dieron un firme testimonio de fe y confianza en Dios.

Los jóvenes del grupo quedaron marcados por ambas realidades: el dolor de la muerte que nos recuerda la fragilidad de la vida y el testimonio de la fe en Dios, un testimonio que no cesaba de expresarse incluso a través del intercambio de mensajes por WhatsApp a miles de kilómetros de distancia.

¡Es la Belleza de la fe que ve más allá de la muerte!

 

Viacrucis

El viernes llegamos al campo de Blonia con algo más de tiempo que el día anterior. Llegamos también bastante mojados puesto que la lluvia nos acompañó durante todo el camino que hicimos atravesando la ciudad de Cracovia. La celebración del Viacrucis en la JMJ es un momento muy especial. No se puede pasar por alto que se trata de invitar a los jóvenes a meditar y contemplar el misterio de la Cruz. A esos jóvenes alegres y divertidos, amigos de la fiesta y del ocio. A esos jóvenes que muchos acusan de individualistas, hedonistas y autorefenciales. Pero no podría ser de otra forma. Ellos necesitan contemplar el misterio del Cristo sufriente para descubrir cuánto les ama el Señor.

Los textos del Viacrucis fueron magistrales, profundos, relacionando cada obra de misericordia con una de las catorce estaciones. Dejé de mirar la pantalla gigante. Me distraía. Me senté para abstraerme un poco y meditar con mayor profundidad el texto. Al terminar no me apetecía hablar.

¡Es la Belleza de la Cruz!

 

 

Sábado noche

La noche del sábado en la JMJ tiene un sentido muy particular para mí. Tengo que confesar que antes miraba con cierto recelo las macro organizaciones entrono a las JMJ. Pero la del 2011 en Madrid supuso para mí una conversión. Aquella noche del sábado al domingo en Cuatro Vientos la pasé en vela; la mayor parte del tiempo, confesando. Me di cuenta de que mucha gente se hace planteamientos muy serios en esos días de la JMJ y el sacramento de la Reconciliación es un gran servicio que se les presta.
En Cracovia quise repetir la experiencia. Después de una representación sobre el escenario, de testimonios de jóvenes de diversas partes del mundo y de la Adoración eucarística presidida por el Papa, un compañero y yo nos pusimos el alba y la estola dispuestos a confesar. Lo mejor de estas confesiones es el contexto de la noche. No sé por qué, pero se hace de una manera más pausada, más tranquila, y da tiempo para hablar de casi todo -quizás porque van llegando a cuentagotas y no se ve una cola de gente esperando. La noche favorece un contacto más personal, más humano. Es algo como el diálogo de Jesús con Nicodemo.

¡Es la Belleza de la noche!

 

Papa Francisco

No se pueden entender las Jornadas Mundiales de la Juventud sin la presencia del Papa. Es él quien convoca a los jóvenes. Ellos llevan respondiendo desde hace decenios. Y lo hacen con la generosidad que les carazteriza.

Las palabras de Francisco encienden el corazón de los jóvenes. Lo he visto. Hay en él un doble movimiento: la acogida y el desafío. El Papa acoge a los jóvenes en medio de sus contradicciones y angustias. Camina con ellos. Pero no se queda ahí. Francisco les habla también con exigencia para invitarles a dejar el sillón de la comodidad postmoderna y salir afín de ser instrumentos de la misericordia de Dios.

Soy testigo de que los jóvenes no sólo aplauden y cantan al Papa. ¡También le escuchan! Con total naturalidad conversábamos sobre las frases e ideas que más nos habían tocado. Eran diálogos fascinantes.

¡Es la Belleza de la palabra de Pedro!

 

Confidencias

El último día antes de partir de regreso a España tuvimos una reunión en el hotel de Berlín. Pedimos a los jóvenes que compartieran con el grupo la experiencia que había vivido durante los días de la Peregrinación a Cracovia. Me llamó mucho la atención que se hacía referencia varias veces a las conversaciones que habían tenido los jóvenes entre ellos mismos. Por lo que contaban en muchas ocasiones no habían estado hablando de cualquier cosa sino de temas serios y personales. Me dio la impresión de que estas confidencias les ayudó mucho más que las que tuvieron con nosotros, los sacerdotes -o al menos se complementaron perfectamente. Y es normal. No es lo mismo escuchar a un sacerdote que te da un consejo o un aviso, que a un joven que comparte su experiencia de fe, el valor que tiene para él la oración o la Eucaristía, su camino para superar las tentaciones, su manera de rezar… Lo cuentan con una frescura y una pasión que a mí me faltan muchas veces. Su confidencia es más valiosa que mi teoría.

¡Es la Belleza de la fe compartida!

        

Texto: Carlos Comendador
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A menudo he afirmado que estoy convencido de que la verdadera apología de la fe cristiana, la demostración más convincente de su verdad contra cualquier negación, se encuentra, por un lado, en sus santos y, por otro, en la belleza que la fe genera. Para que actualmente la fe pueda crecer, tanto nosotros como los hombres que encontramos, debemos dirigirnos hacia los santos y hacia lo Bello - Joseph Ratzinger, 2002