Franciscus - miserando atque eligendo

 

MENSAJE DEL PAPA

II

PARA LA L JORNADA MUNDIAL
DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
21 abril 2013 - IV Domingo de Pascua

 

 

Un vocacionero me acaba de pedir que le envíe el Mensaje de este año para la Jornada de Oración por las Vocaciones. ¡A estas alturas del año! Se lo voy a enviar, es la hoja vocacional 494.
No sé quiénes lo van a leer. Conviene que advierta que el Papa Benedicto XVI lo firmó el 9 de octubre de 2012, porque las cosas de palacio… van con tiempo. Pero que es el del año 2013.
Pienso que estará bien que añada el Mensaje del Papa II. ¿Es que ha habido otro? Ha habido, hay otro Papa. El Papa Francisco además de ordenar a 10 sacerdotes en la mañana del 21 de abril de 2013, Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, al rezar el «Ángelus» (el Regina coeli) a los que estaban en la Plaza de San Pedro desde su ventana les dirigió unas palabras, que yo llamo «Mensaje del Papa II». Inteligibles, directas.  Son éstas.

JSV

         ¿Han escuchado a veces la voz del Señor,
         que a través de  un deseo, una inquietud,
         los invitaba a seguirle más de cerca?
         ¿Lo han escuchado?


     Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

     El Cuarto Domingo de Pascua se caracteriza por el evangelio del Buen Pastor —en el capítulo décimo de san Juan—, que se lee todos los años.
     El pasaje de hoy narra estas palabras de Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno». En estos cuatro versículos está todo el mensaje de Jesús, y es el núcleo central de su Evangelio: nos llama a participar de su relación con el Padre, y esta es la vida eterna.
     Jesús quiere establecer una relación con sus amigos que sea el reflejo de la que Él mismo tiene con el Padre: una relación de recíproca pertenencia y de confianza mutua, en íntima comunión. Para expresar esta profunda armonía, esta relación de amistad, Jesús utiliza la imagen del pastor con sus ovejas: él las llama, y estas reconocen su voz, responden a su llamada y le siguen. ¡Es hermosa esta parábola!
     El misterio de la voz es fascinante: pensemos que desde el vientre de nuestra madre aprendemos a reconocer su voz, y la del papá; por el tono de una voz percibimos el amor o el desprecio, el afecto o la frialdad. ¡La voz de Jesús es única! Si aprendemos a distinguir, Él nos guía en el camino de la vida, una vía que va más allá del abismo de la muerte.
     Pero Jesús, en un momento dado, dice, refiriéndose a sus ovejas: «El Padre, que me las ha dado...». Esto es muy importante, es un profundo misterio, que no es fácil de entender: si me siento atraído por Jesús, si su voz enciende mi corazón, es gracias a Dios Padre, que ha puesto en mí el deseo de amor, de verdad, de vida, y de belleza... ¡y Jesús es todo esto en plenitud!

 

         ¿Han tenido, algún deseo de ser apóstoles de Jesús?
         La juventud hay que «meterla en juego»
         en pos de nobles ideales.
         ¿Piensan en esto? ¿Están de acuerdo?
         Pregúntale a Jesús lo que quiere de ti ¡y se valiente!
         Pregúntale.


     Esto nos ayuda a comprender el misterio de la vocación, sobre todo de la llamada a una consagración especial. A veces Jesús nos llama, nos invita a seguirlo, pero a lo mejor resulta que no nos damos cuenta de que es Él, así como le sucedió al joven Samuel.
     Hay muchos jóvenes hoy aquí en la plaza. Son ustedes muchos, ¿verdad? Se ve, ¡eso sí! Son tantos los jóvenes hoy en la plaza... Déjenme preguntarles esto: ¿Han escuchado a veces la voz del Señor, que a través de un deseo, una inquietud, los invitaba a seguirle más de cerca? ¿Lo han escuchado? ¡No escucho…! ¡Bien!
     ¿Han tenido algún deseo de ser apóstoles de Jesús? La juventud hay que “meterla en juego” en pos de nobles ideales. ¿Piensan en esto? ¿Están de acuerdo? Pregúntale a Jesús lo que quiere de ti ¡y sé valiente! ¡Pregúntale!
     Detrás y delante de toda vocación al sacerdocio o a la vida consagrada, siempre está la fuerte e intensa oración de alguien: de una abuela, un abuelo, de una madre, un padre, de una comunidad...
     Por eso Jesús dijo: «Rueguen, pues, al Dueño de la mies -es decir, Dios Padre--, que envíe obreros a su mies».  Las vocaciones nacen en la oración y de la oración; y solo en la oración pueden perseverar y dar fruto.
     Me gustaría insistir hoy, que es el "Día Mundial de Oración por las Vocaciones", en que oremos especialmente por los nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma, que he tenido la alegría de ordenar esta mañana. Eran diez jóvenes que dijeron sí a Jesús y han sido ordenados sacerdotes esta mañana.
     E invoquemos la intercesión de María, que es la Mujer del "sí". Ella ha aprendido a reconocer la voz de Jesús, desde que lo llevaba en el vientre. Que María, nuestra Madre, ¡nos ayude a conocer cada vez mejor la voz de Jesús y a seguirla, para caminar en el camino de la vida!
     Muchas gracias por el saludo... Pero también saluden a Jesús.
     Griten: ¡Jesús, Jesús…!, ¡Fuerte!

Papa Francisco

 
496

La obra de la redención no se realiza en el mundo y en el tiempo sin el ministerio de hombres entregados, de hombres que, por su oblación de total caridad humana, realizan el plan de la salvación, de la infinita caridad divina. Esta caridad divina hubiera podido manifestarse por sí sola, salvar directamente. Pero el designio de Dios es distinto; Dios salvará en Cristo a los hombres mediante el servicio de los hombres. El Señor quiso hacer depender la difusión del Evangelio de los obreros del Evangelio. - PABLO VI