Santoral

            Quien consulte el índice de «Hojas vocacionales» encontrará muchas hojas tituladas «minihagiografías». Por ejemplo, los números 471, 470, 423,422, 421, 420, 419…
            Todas aquellas «minihagiografías» y más, acaban de publicarse formando el volumen titulado Santoral.
            Colección “El Rostro de los Santos”, nº 34. | 864 páginas. | 23 x 15 cm. | 1.200 gramos. | Ediciones Sígueme. Salamanca.
            Termina el volumen con un largo índice alfabético (páginas 835-963) de todos los santos… “minihagiografiados” hasta ahora.
            Comienza el volumen con un galeato, al amparo de estas palabras de Aristóteles: «Considerando las cosas en su génesis es como se obtiene su mejor inteligencia».  Éste es el texto del galeato.

JSV

 

     De 1964 a 1999 Ediciones Sígueme publicó la agenda bíblico-litúrgica Phase. La página destinada al domingo, además de las citas bíblicas de la eucaristía explicitadas, iba ilustrada con un pensamiento a tenor del tema sobre el que versaba aquel año la agenda. Por ejemplo, 1964 estuvo dedicado la oración cristiana; la esperanza protagonizó 1973; los derechos humanos, 1978; la vocación, 1983; el magníficat, 1988; Europa 1993; el Espíritu Santo, 1998 (98)…
     Siete años, en concreto 1969, 1974, 1976, 1979, 1985, 1986, 1989, la ilustración fue una "minihagiografía", una breve vida de un santo, que también daba que también daba que pensar. Tan "mini" que no pasaba de 70 ó 75 palabras. Más que biografías, se trataba de esbozos, de bosquejos de algún rasgo de santidad. Las redactamos entre Joaquín Gomis y yo. (Las más lacónicas del presente Santoral son de esa época).
     Publiqué aquellas minihagiografías en un boletín vocacional de larga vida (1957-2003). Aquellas, y muchas más.
     En la revista «El Reino» durante tres años (2001-2003) mantuve una sección titulada «El rostro de los santos»", en la que mes tras mes iban saliendo más «santines».
     Desde que me trasplantaron a Roma he seguido publicando el boletín, la hoja vocacional, ya no impresa en papel ya sino a través de la página web: http://www.pastoral-vocacional.org/. Algunos números con más minihagiografías.
     Y sobre todo desde 2003 envío «algo» por internet a los amigos cada sábado: los santos de la semana siguiente. El primer año fueron siete, al siguiente catorce, veintiuno… (Afortunadamente existe un libro, el Martirologio, que cada día tiene más páginas).
     No son pocos los que cuando llega la fiesta de un santo me llaman para que les informe sobre él. Y yo, realmente feliz de poder darles buenas noticias.

     Al publicarlas ahora juntas, los amigos no van a tener que ir guardándolas cada semana en una carpeta.
     Con Germán González Domingo, las íbamos sonriendo jour au jour. Con frecuencia en nuestros paseos me pedía que le repitiera:

«Sobre su nombre y nacimiento
hasta el día de hoy no están
las historias de acuerdo: fue
desconocido y vulgar…

Murió y despertó asombrado
al encontrarse allá;
riega milagros pequeños
que a nadie dan nada que hablar».

      Y le encantaba la mini de Todos los Santos: «Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor de Todos los Santos». Sí, me gusta en este día alegrarme con «todos» los santos: los santos oficiales, los santos de carne y hueso con los que he tenido ocasión de tratar, los santos de la literatura.
     Los santos oficiales son los que figuran en el martirologio. Ni más ni menos.
     Los santos de carne y hueso son las personas santas que he tratado y trato: san Senén (mi padre), san Ángel Sagarmínaga (el gran misionero), san Jaime Recasens (un amigo de mi familia que el año 36, al ir yo a su casa por la tarde, a pesar de estar enfermo, tuvo que levantarse por orden del comité y al encontrarme en la escalera me acarició y me dijo: «Jorge, hasta el cielo», y al día siguiente murió mártir)... La lista de estos santos es muy larga. Y secreta. Si algunos de los enlistados la viesen se echarían a reír o me pegarían. Pero ¡debo yo tanto a estos santos! ¡Mucho más que a los primeros!
     Y están luego los santos de la literatura, los personajes modélicos a los que quisiera parecerme: san Joel (no el profeta, sino el adolescente de J. M. de Buck, muerto al amanecer), san Principito (que tenía los cabellos color de oro y era responsable de una rosa), san Jacinto (el papa taxista que fue a Rusia de excursión)....
A los santos oficiales (a algunos) los venero. A los santos de carne y hueso (a todos) les quiero. Y al llegar su día les felicito, con lo que al contestarme -sin darse cuenta, claro- me mandan reliquias. A los santos de la literatura (a muchos) les sueño.
Con tantos santos en mi vida, ¿cómo va a ser posible sentirme sólo?
     Era, con los versos aquellos, el horizonte en el que me movía, las coordenadas, para «redimir» cautivos del olvido, de nombre tirando a «estrafalario». Porque inicialmente las mini no eran de santos de «memoria obligatoria», ni siquiera de los de «memoria libre».
     Repito: los sonreíamos. Que es lo que tiene que hacer quien los leyere ahora.
     Confío, espero y deseo que estas páginas no las lean:
     ni las personas mayores [A las personas mayores les gustan las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os preguntan jamás por lo esencial. Nunca os dicen: "¿Cómo es su timbre de voz? ¿Cuáles son sus juegos preferidos? ¿Colecciona mariposas?". En cambio, os preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?". Sólo entonces creen conocerle. Si decís a las personas mayores: "He visto una hermosa casa de ladrillos rojos, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado...", no acertarán a imaginarse la casa. Es necesario decirles: "He visto una casa de cien mil francos". Entonces exclamarán: "¡Qué hermosa es!" (Saint-Exupéry)],
     ni los hechólogos [«¡Hechos!, ¡hechos!, ¡hechos!, te dirán. ¿Y qué hay que no lo sea?, ¿qué no es hecho?, ¿qué no se ha hecho de un modo o de otro? Llenaban antes los libros de palabras, de relatos de hechos los atiborran ahora; lo que por ninguna parte veo son ideas. Huye de los hechólogos, que la hechología es el sentido común echado a perder, echado a perder, fíjate bien, echado a perder» (Unamuno)].
     No escribo para personas mayores ni para hechólogos, sino para amigos, niños y poetas [«Porque por más que se ría la gente, lo cierto es que a la corta o a la larga los poetas son los que mueven el mundo» (Maragall)]

Germán: después de la fiesta de san Juan de la Cruz de 2008, día en que «despertaste asombrado al encontrarte santo allá», he seguido escribiendo minihagiografías. La última vez que hablamos, tras leerte las dos minis que acababa de «segregar», insististe por enésima vez en que las publicara.
     Germán: ahí las tienes, con la de Primitivo, tan tuya. Y publicadas por tu editorial.

J.S.V.

Roma 2011, Fiesta de San Juan de la Cruz y de "san" Germán de Zamarramala.

N.B. 1. Al revisar las minihagiografías para su publicación como libro, me asaltó la tentación de la simetría. No caí en ella, ¡qué horror convertirme en un nuevo Procusto! Los santos, el eco de los santos en mí, es como es. Tampoco el Creador hizo simétrica la creación. Ni los días y las noches son iguales todo el año.

N.B. 2. He pedido al editor que no traduzca las frases en italiano o en otras lenguas. El libro lo leerán amigos inteligentes, que, por «encimita» cuando menos, podrán saborearlas.

N.B. 3. Cada día empieza página. Hay días, con sus santos, que ocupan más de una página. Y hay páginas incompletas. El lector puede completarlas con esbozos de sus santos; algunos serán largos, espero; otros quizá sólo repitan con costumbre de olvido ya: «Dios mío, Dios mío», «Señor, el pan».

 
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La obra de la redención no se realiza en el mundo y en el tiempo sin el ministerio de hombres entregados, de hombres que, por su oblación de total caridad humana, realizan el plan de la salvación, de la infinita caridad divina. Esta caridad divina hubiera podido manifestarse por sí sola, salvar directamente. Pero el designio de Dios es distinto; Dios salvará en Cristo a los hombres mediante el servicio de los hombres. El Señor quiso hacer depender la difusión del Evangelio de los obreros del Evangelio. - PABLO VI