Jembe quiere decir en swahili Azadón

 

 

     Mi sobrino Carlos Comendador está en Lubumbashi («sobrino» desde que Jesús Rico empezó a llamarle así, y correlativamente «tío» a mí, porque iba a mis clases de Pedagogía).
     Cuando marchó a África de misionero, le pedí que escribiera sus andanzas de mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva, que pregona la salvación.
     Sus «días» desde Mishikishi primero, desde Lubumbashi después, nos hacen sentir un poco misioneros:

          http://www.pastoral-vocacional.org/hojas_vocacionales/425.html
          http://www.pastoral-vocacional.org/hojas_vocacionales/427.html
          http://www.pastoral-vocacional.org/hojas_vocacionales/428.html
          http://www.pastoral-vocacional.org/hojas_vocacionales/434.html
          http://www.pastoral-vocacional.org/hojas_vocacionales/441.html
          http://www.pastoral-vocacional.org/hojas_vocacionales/446.html

     El día de la Virgen de Guadalupe recibí los últimos días, numerados en swahili, titulados: «Jembe quiere decir en swahili Azadón».
     Al terminar de leerlos se me ocurrió que mis amigos podrían ser padrinos, madrinas o sponsores de un número de Jembe. Convirtiéndose así en «azadoneros». Título que seguro tendrán en cuenta al caer la tarde, cuando nos examinen en el amor.
     Se lo dije a Carlos y me contestó:

«Me parece una buena idea lo de apadrinar azadones. Se lo agradezco con todo el corazón. El publicarlo aquí es un verdadero servicio porque siempre da pérdidas. No se puede subir el precio así por así. Le comento los costes:
Jembe 1 a 48€ (100 ejemplares) / Jembe 2 a 195€ (400 ejemplares) / Jembe 3 a 108€ (200 ejemplares)
Si quiere hacer la media de todos; hágalo a su gusto. Por el 4 y 5 no hemos decidido el número de ejemplares.
Queremos publicar un oracional vocacional. Queremos que sea una buena edición, de imprenta, y muchos ejemplares. Es algo que debe permanecer. Ya le comentaré el presupuesto por si alguno se pasa del azadón a esto».

     Considero que 200 € es cantidad suficiente para entrar en la lista de los «Azadoneros» con mayúscula; 100 €, para figurar como «azadonero» con minúscula.
     Abro la lista.
     Los que quieran, que avisen.

* * *

     Uno que leyó ese prólogo dijo: «Tío ¿te atreverás a enviarlo?»
     El 15 de diciembre mandé a unos cuantos amigos, por correo-e, prólogo y «Jembe quiere decir en swahili Azadón».
     A las 24 horas habían avisado los 13 primeros «Azadoneros».
     Comentó: «Tus amigos tienen corazón».

Jorge Sans Vila
     

Moja

     Antes de llegar a Lubumbashi, el Director General de los Operarios me pidió que además de acompañar a los chicos del Seminario Menor, trabajara con el sacerdote operario Seraphin Kazadi para poner en marcha un Centro de Servicios de Pastoral Vocacional. Pero ¿a qué viene abrir un centro de estas características? ¿Por qué se abre? ¿Qué se pretende?
     Creo que es algo lógico desde la perspectiva y el proceso que nuestro grupo ha hecho en estos últimos años. Al hacer el discernimiento sobre la misión de Mishikishi (Zambia), se decidió en su momento, dejarla al cuidado de la diócesis para potenciar nuestra presencia en el Congo. Y ya desde un principio se vio que brindar un Centro de Servicios de Pastoral Vocacional seria algo valioso para la diócesis de Lubumbashi. Nos respalda la experiencia acumulada al cabo de los años en los diferentes Institutos de Pastoral Vocacional y Centros de Orientación Vocacional de los Operarios en Argentina, España, Estados Unidos, México y Venezuela.
     Además, el contexto del centenario de la muerte de nuestro fundador, Mosén Sol, el apóstol de las vocaciones, nos ofrecía un marco genial para que este Centro fuera un signo de un compromiso más decidido de la Hermandad en el campo de las vocaciones africanas.
     Y así con decisión y humildad empezamos a dar nuestros primeros pasos, mucho antes de que pudieran ser percibidos.


Mbili

     Desde el principio quisimos que tuviera un aire de inculturación. Y no por ir de originales o por llamar la atención o por querer ser raros y atrevidos con nombres impronunciables. La inculturación es uno de los pilares de la evangelización en África, tal y como propuso Juan Pablo II en la Exhortación “Ecclesia in Africa”. Simplemente, queremos y deseamos que nuestro servicio pastoral sea también un ejercicio de inculturación como una manera concreta y visible de una encarnación profunda y espiritual en la cultura y la Iglesia africanas.
     Por ello le pusimos como nombre Mchungaji Mwema, que en swahili quiere decir “Buen Pastor”. Como logotipo diseñamos varios modelos, aunque todos tenían un denominador común: un pastor con su rebaño y el mapa de África al fondo. Dos imágenes que forman una sola para transmitir un mensaje claro: el cuidado de las vocaciones en África al ejemplo del Buen Pastor. Este es nuestro icono, nuestra referencia.
     Para aclarar mejor nuestra identidad, le añadimos después una pequeña frase a modo de subtítulo donde no sobra ninguna palabra: “al servicio de las vocaciones”. La actitud de servicio nos identifica. No queremos imponer una idea o una visión de la Pastoral Vocacional porque nos consideremos más listos o que estemos mejor preparados. Al contrario, nos ofrecemos a la diócesis en aquello en lo que se nos pida en el vasto campo de las vocaciones. Es toda nuestra persona la que se pone al servicio y no sólo nuestras ideas o teorías. Y hablamos de vocaciones en plural, porque nos interesan todas: vida consagrada, sacerdocio, matrimonio, ministerios laicales… Todas merecen el mejor cuidado, porque todas son llamadas por el mismo Pastor.
     Me acuerdo de que, aún después de varios meses de haberlo elegido, todavía me costaba pronunciar eso de Mchungaji Mwema. Un trabalenguas para el inexperto y el novato. Reconozco que ahora me sale de carrerilla y con los ojos cerrados. Pero el tema de la inculturación de la propia persona (es decir, la encarnación en la realidad social y eclesial) es harina de otro costal; y eso cuesta más: más tiempo y más sufrimiento.


Tatu

     Al principio Seraphin y yo éramos conscientes de que no nos conocía nadie. Yo era completamente nuevo y recién llegado. Y Seraphin volvía a su diócesis después de haber estado diez años fuera. Estos sujetos desconocidos deciden abrir un centro de vocaciones que fácilmente se puede malinterpretar como un centro para reclutar chicos que quieran ser Operarios. No todos lo ven de la misma manera. Ante este panorama vimos claramente que había necesidad de definirse primero, y de darse a conocer después. La tarea no era fácil, pero tenía algo de apasionante.
     Así, nos metimos manos a la obra diseñando un tríptico como si fuera un menú en el que ofrecemos nuestros servicios. Estos servicios los clasificamos según los destinatarios, teniendo en cuenta las diversas vocaciones y el mismo proceso vocacional, con los siguientes epígrafes: para aquellos que trabajan en la pastoral vocacional y en la formación; para los jóvenes que buscan su vocación; para los que ya han descubierto su vocación; para los sacerdotes, religiosos y religiosas; para los laicos comprometidos.
     Y después, orgullosos de nuestro tríptico lleno de colorines africanos y algo enfadados por los errores de imprenta, hicimos varios viajes y muchas visitas: vicario general, vicario de pastoral, diversas comisiones diocesanas (de vocaciones, de pastoral juvenil, de laicos), responsables de formación de religiosos y religiosas, sacerdotes en sus respectivos decanatos… Parecía que estuviéramos en paro y buscáramos ansiosamente trabajo. Con el tríptico bajo el brazo intentábamos explicar quiénes éramos y lo que ofrecíamos.
     Las reacciones eran por lo general positivas y de agradecimiento. Pero hemos constatado al cabo de los meses, que esa primera tanda de visitas no es suficiente. La gente necesita ver y conocer lo que realmente hacemos y, por ello, algunos seguirán todavía a la expectativa.
     Por nuestra parte, nosotros seguimos a lo nuestro. No esperamos en la orilla con los brazos cruzados a que nos llegue una misión que nos haga sentirnos útiles y necesarios. Humildemente, nosotros ya hemos izado velas y ya navegamos. Lo que ofrecemos es lo que sabemos hacer.


Nne

     Algunos días parecen que se dilatan y se viven con una insospechada anchura de horizonte. Hoy es uno de esos días. Porque uno se da cuenta de que algo le es dado como don y regalo. Porque uno descubre que solo sería incapaz de hacer lo que se ha hecho en compañía de otros. Porque se vive como un misterio cierto, verdadero y real eso de que un grupo es algo más que la suma de sus miembros.
     Para hoy teníamos convocada la segunda reunión del grupo que se encargará de llevar a cabo la sesión “Orientación a la vida”. Ya nos reunimos hace dos semanas para presentar la idea del proyecto a las personas con las que nos gustaría estar codo con codo en esta aventura. También fue una ocasión para distribuir tareas. Hoy se trataba de compartir lo que cada uno había preparado en torno a las tres charlas que conforman esta actividad y terminar así de diseñar el próximo fin de semana, momento del estreno oficial.
     De este modo fuimos compartiendo con los demás lo que traíamos ya reflexionado y pensado, de manera que al final hemos ido hilando, con los colores de unos y otros, un curioso tapiz. La verdad es que tanto el contenido como la metodología de las charlas han quedado bien. Sin embargo no es esto lo que esta noche me llena de alegría. Es la sensación del trabajo hecho conjuntamente; un trabajo de construcción en el que la intervención de cada uno no hace sino que mejorar lo que ya se había hecho hasta el momento. Es una tarea de colaboración viva y creativa. Y lo mejor de todo es que todos teníamos la misma sensación. Se veía en los ojos.
     En la antropología africana, se dice que el ser humano es un “être-avec” (un “ser-con”). De ahí la importancia que se dan aquí a las relaciones familiares y sociales como fuente de identidad personal. El ser humano se define en la “relación con”. Una persona es lo que son sus relaciones, de modo que el sujeto solo y abstracto no existe. El individualismo es algo extraño en la cultura africana. En este sentido, después del trabajo en equipo que hemos realizado durante la tarde, me parece ahora tener esta experiencia de sentirme vivo porque “soy con”, “trabajo con” y “construyo con”. No sé si será una experiencia mística del “être-avec” pero reconozco que me gusta. Nos gusta.


Tano

     Los chicos y las chicas que se encuentran al final de sus estudios de secundaria han sido para nosotros un objetivo desde el principio. Estos alumnos llamados “finalistas” tienen el mundo por delante. Pero ¿cómo miran ese mundo? ¿Como un desafío y una oportunidad? ¿Como algo temible y amenazante? Cada uno tendrá su propia visión. Dependerá, entre otras cosas, de la experiencia vivida y de las expectativas que tenga la familia.
     A nosotros nos gustaría sin duda que mirasen el futuro como un desafío para realizarse como personas e hijos queridos de Dios. Muchos, por desgracia, ni siquiera creen en el futuro, porque viven inmersos en uno de los males africanos al que llaman “fatalismo”. Son incapaces de escuchar la llamada de Dios a “ser más”, no han descubierto que la vida es en sí misma una vocación. Se conforman con lo que son porque es así o porque Dios lo quiere así (razonamiento que me irrita, lo confieso).
     Bajo el título “Orientación a la vida” lo que nosotros les queremos ofrecer es una reflexión sobre la vida como vocación, como llamada. Una llamada que precisamente viene de Dios. Y lo hacemos en tres pasos: primero, partiendo de la sociedad de hoy, soñamos con la sociedad en la que nos gustaría vivir y terminamos reflexionando sobre los valores que nos mueven en la vida. Después, les invitamos a conocerse un poco más en profundidad, sobre todo a descubrir los dones que Dios les ha dado, de tal manera que puedan elegir una profesión y una carrera con algo más de criterio. En el último momento les invitamos a reflexionar sobre el estado de vida al que se sienten llamados (matrimonio, celibato, vida consagrada o sacerdocio) para que descubran la llamada de Dios a realizarse en el servicio a los demás.
     Ya hemos hecho esta actividad en cuatro escuelas y todo el mundo lo valora positivamente. Pero yo sé que lo que hacemos es una gota en el océano o un remiendo en un paño mil veces desgarrado. Porque ¿qué influencia puede tener en la vida de un joven la reflexión hecha en un solitario y simple día? Les hablamos de la sociedad ideal inspirada en los valores del Reino cuando viven en medio de una degradación moral mucho más grave que la misma pobreza. Les animamos a elegir una profesión con sentido, cuando las tasas de los estudios superiores no están al alcance de todos y el índice de paro es galopante. Les hacemos reflexionar sobre su estado de vida como una opción libre a quienes muchas veces son víctimas de las fatalidades de la propia vida y las malas intenciones de muchos otros.
     Estas son las reflexiones que me hacía hoy al volver a casa después del encuentro con las sesenta chicas de la escuela de Tshondo. Ahora pienso que lo que les decimos un día, sin un seguimiento y acompañamiento posterior, tarde o temprano se terminará olvidando. Además hemos ofrecido esta actividad a siete de las innumerables escuelas que hay en Lubumbashi. En cierto modo hay que ser realistas y aceptar lo limitado de lo que hacemos. No obstante, el hecho mismo de que, al menos un día, han oído y han descubierto que “otra vida es posible”, simplemente esto, nos consuela. Y es un consuelo suficiente para seguir haciéndolo el próximo fin de semana, porque en sí mismo es algo que merece la pena.

Sita

     Hemos terminado nuestro primer encuentro de monaguillos. Sabemos de sobra que la mayoría de los sacerdotes hemos pasado primero por ser monaguillos. Algo hay ahí que nos interpela, algo que llama nuestra atención para ser como esos sacerdotes a los que servimos en el altar, algo que va más allá del atractivo de tomar las “formas” y el vino a escondidas.
     Aquí, en la Eucaristía dominical el protagonismo de los monaguillos es considerable. Hay muchos. Es normal que uno se encuentre con diez monaguillos sin exagerar. Y si a esto añadimos que hay por lo menos dos misas en cada parroquia y que muchos monaguillos no repiten, llegamos sencilla y evidente la conclusión de que son muchos. Por ello en cada parroquia forman su grupo específico (le groupe d’acolytat) que tiene su presidente, su secretario, su tesorero y los “vices” correspondientes. En ocasiones hasta se organizan ellos mismos un retiro y otras actividades afines. Además y para colmo, también tienen sus ensayos que la mayoría del tiempo (si no todo) lo consagran a repetir los pasos de las diferentes danzas que hacen a lo largo de la misa: procesión de entrada, gloria, ofertorio, santo… Ser monaguillo aquí es todo un mundo y un mundo con su liturgia propia.
     La experiencia de la pastoral que entorno a los monaguillos se hace desde el Seminario Menor de la diócesis de Toledo, nos ha animado a iniciar algo parecido. Vemos en principio que las posibilidades son muy amplias. Y ante el miedo de una cierta masificación, hemos decidido organizar un encuentro por cada decanato, limitando además a cinco el número de monaguillos de cada parroquia. Alguien dijo ya hace tiempo que los experimentos se hacen con gaseosa.
     A este primer encuentro han acudido veinticuatro, venidos de seis parroquias distintas del decanato de la Katuba. Después de una pequeña charla vocacional, tuvieron la oportunidad de encontrarse con los seminaristas que se quedaron para la ocasión. Ellos les explicaron el horario, las actividades más importantes, la disciplina… al mismo tiempo que les enseñaban la casa en pequeños grupos.
     La verdad es que resultaba divertido escuchar sus explicaciones y justificar un horario y una disciplina que se empeñan en no cumplir. Pero así es la vida. Cuando toca animar a otro a venir al Petit Séminaire, el discurso cambia.
     Al terminar la mañana hemos celebrado la misa. Al ser día de diario, sin danzas. Y a la hora de la comunión, conforme iban viniendo en fila, me vino a la mente la escena de la elección del rey David por el profeta. Yo no tengo el atrevimiento de Samuel, por eso simplemente me preguntaba “¿a quién llamará el Señor para venir el curso que viene al Seminario?” Y cada vez que daba la Comunión a uno, la misma inquietud: “¿será éste?” Y ahí me quedaba, distraído dando la Comunión, pero también sereno porque no se trata de un juego de adivinanzas. La respuesta no vendrá hasta dentro de diez meses.

Saba

     No me gusta hacer varias cosas o tener varios programas al mismo tiempo. Pero en ocasiones uno es víctima de las circunstancias y se encuentra con lo que no ha programado sino con lo que te han programado. Este ha sido un fin de semana cargado y por eso estoy cansado.
     La Comisión de los laicos de la diócesis nos ha pedido que nos hagamos cargo de la formación de los wazaidizi a lo largo de este curso. Con este nombre tan raro, se designa a los coordinadores de las parroquias. Este es un cargo que ostenta por un período de tres años un laico elegido por el resto de responsables. El mzaidizi (ahora en singular) viene a ser como la mano derecha del párroco y su más cercano colaborador, de tal modo que para llevar a cabo la tarea se le exige una buena formación.
     El Padre Gavioli es un salesiano italiano que se encarga de darles esa formación. Lo lleva haciendo durante años, quizás décadas. Les conoce bien y se presenta a sí mismo como el “grand père” de todos. Que nos haya pedido colaborar con él, es para nosotros un motivo de alegría pero también de responsabilidad. Durante estos días previos yo me sentía, lo reconozco, con un cierto temor y respeto pues se trataba de la primera actividad o servicio que se nos pide a nivel diocesano: ¿estaremos a la altura?
     El caso es que a lo largo de este fin de semana hemos trabajado con veintiocho de estos wazaidizi reflexionando sobre la realidad del laicado, su compromiso en la nueva evangelización y la formación necesaria para semejante tarea. Para mí ha resultado ser muy provechoso, porque me he dado cuenta que hay laicos verdaderamente preparados y comprometidos. Es desde luego otra estructura eclesial y otra manera de organizar la pastoral, de las que deberíamos aprender algo en Europa.
     A pesar de que esta actividad es la que ha ocupado todo el fin de semana, no es la que me ha cansado, sino el ir y venir por atender otras dos.
     Ayer sábado, un equipo de colaboradores llevaba a cabo la sesión “Orientación a la vida” con las alumnas de la escuela de Wema, sesenta y cinco chicas. A la hora de comer hay que ir para llevarles su pic-nic y preguntar cómo van las cosas. Hay que reajustar el horario y hacer cambios. Y vuelta con los wazaidizi.
     Hoy domingo, otra cosa. Después de terminar el encuentro con los laicos, hay que ir rápido a la parroquia Notre Dame de la Paix para llegar al final de retiro que tienen los grupos vocacionales del decanato de la Katuba. La asistencia no está mal: unos cincuenta chicos y chicas que han venido a reflexionar sobre el tema “Ser apóstol y servidor de Cristo”. Llego justo para saludarles y programar una reunión de evaluación con los responsables del grupo vocacional de cada parroquia.
     En definitiva, un fin de semana cargado pero que te deja como nuevo.

Nane

     Una de las grandes convicciones que tengo en materia de educación es la importancia de la lectura. Leer es fundamental para desarrollarse como persona. Es una convicción que ahora no es el momento de defender, pero en la que creo profundamente. Quizá sea ésta una de las razones por las que nos decidimos a publicar pequeñas cosas para promover una “cultura de la vocación”.
     Hoy estoy especialmente contento porque acabo de recoger de la fotocopiadora el “Cahier Jembe” número tres, nuestra humilde publicación. La idea de “cahier/cuaderno” refleja la intención de ser algo práctico y sencillo, y no tanto una reflexión teórica. Creemos que lo que la gente necesita, en especial los jóvenes, son herramientas que les ayuden en todo su proceso vocacional. Por eso junto a “textos oficiales” ofrecemos pistas para la catequesis, trabajo en grupo, testimonios, comentarios bíblicos, lectio divina… Cada cuaderno viene a ser como una caja de herramientas en la que nos gustaría que cada destinatario encontrase lo que busca y más le conviene.
     Además, lo bueno de todo este proceso creativo reside en el hecho de que el resultado obtenido es fruto de la colaboración de muchas manos. Mi compañero Seraphin es el que más ha insistido para que no seamos nosotros los que lo hagamos todo. Por eso pedimos a diferentes colaboradores que preparen una parte de lo que queremos publicar. Reconozco que a mí esto me cuesta mucho porque normalmente supone retrasar mucho las publicaciones. Siempre hay alguien que no presenta a tiempo lo que se le pidió. Pero al final el resultado siempre merece la pena.
     “Jembe” quiere decir en swahili azadón, que según la RAE, “sirve para rozar y romper tierras duras, cortar raíces delgadas y otros usos análogos”. El azadón nos ayuda a preparar el terreno para cultivar y cuidar las vocaciones.
     Hay que reconocer que no es fácil publicar y mucho menos vender, sobre todo cuando todavía nuestro centro es aún desconocido. Además, hay que poner un precio que sea asequible, por lo que la publicación tiene que ser barata. Una multicopista es suficiente.
     El primogénito fue un número sobre el mensaje del Papa en Jornada Mundial de oración por las vocaciones. Cien ejemplares a 300Fc cada uno (0,40 €), que se agotaron pronto y tuvieron buena acogida. La gente empezó a conocernos. El segundo fue pensado como un “cuaderno para formación permanente de los sacerdotes” con motivo de la Jornada de oración por la santificación de los sacerdotes. Cuatrocientas copias (pensando también en los seminaristas y novicios) a 400Fc la unidad (0,54 €). Pienso que todavía tenemos trescientos sin vender. Ya sería triste que el tema no interesase ni a los mismos curas ni a los que se preparan para serlo. ¿Será problema de marketing? No lo sé pero la mayoría de los números vendidos los compraron religiosas. Por lo menos nos consolamos sabiendo que ellas rezan por nosotros y por nuestra santificación.
     Este número, el tercero, es una recopilación de las homilías de Benedicto XVI dirigidas a los jóvenes durante la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney, así como una catequesis sobre los santos patronos propuestos para los jóvenes.
     Doscientas copias a 400Fc (0,54€). Ya veremos cómo se venden.
     En preparación ya tenemos el azadón número 4 y el 5. Sólo Dios sabe el fruto de la cosecha, pero que por lo menos no falten los azadones.

Carlos Comendador Arquero



* El swahili es una lengua africana hablada sobre todo en Tanzania y Kenia, y en zonas limítrofes de Uganda, Mozambique, República Democrática del Congo, Ruanda, Burundi y Somalia. Pertenece al grupo de las lenguas bantúes, que forman parte de la familia de lenguas níger-congo. A pesar de su condición de lengua africana, ha recibido una fuerte influencia del árabe y, en los últimos dos siglos, del inglés y del portugués. Estas influencias se reducen sin embargo al vocabulario, la gramática sigue siendo absolutamente bantú. Durante los siglos el swahili ha perdido la distinción de tonos. Se trata de una lengua con una gramática muy regular y una equivalencia absoluta entre grafía y pronunciación. Está considerada junto con el bahasa malayo como la lengua no artificial más sencilla de aprender. Por ese motivo algunos lingüistas la propusieron como posible lengua de comunicación universal. La pronunciación de las vocales y casi todas las consonantes es muy similar a la del castellano.
** Moja = número 1 en swahili / Mbili = 2 / Tatu = 3 Nne = 4 / Tano = 5 / Sita = 6 / Saba = 7 / Nane = número 8
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La obra de la redención no se realiza en el mundo y en el tiempo sin el ministerio de hombres entregados, de hombres que, por su oblación de total caridad humana, realizan el plan de la salvación, de la infinita caridad divina. Esta caridad divina hubiera podido manifestarse por sí sola, salvar directamente. Pero el designio de Dios es distinto; Dios salvará en Cristo a los hombres mediante el servicio de los hombres. El Señor quiso hacer depender la difusión del Evangelio de los obreros del Evan gelio. - PABLO VI