Cuando Beppo barría las calles, lo hacía despaciosamente, pero con constancia; a cada paso una inspiración y a cada inspiración una barrida. Paso - inspiración - barrida. De cuando en cuando, se paraba un momento y miraba pensativamente ante sí. Después proseguía paso - inspiración - paso.

     Decía: las cosas son así; a veces tienes ante ti una calle larguísima. Te parece tan terriblemente larga que nunca crees que podrás acabarla. Y entonces te empiezas a darte prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle no se hace más corta y te esfuerzas más todavía, empiezas a tener miedo; al final, estás sin aliento. Y la calle sigue estando por delante.

     Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez. Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente.

     Entonces es divertido. Esto es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser.

     De repente se da uno cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta cómo ha sido y no se está sin aliento. Esto es importante.

     San Beppo el barrendero, ayúdanos a pensar sólo en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Nunca más que en la siguiente.
 

 

ALFONSO MARÍA DE LIGUORI (s. XVIII). Napolitano, abogado, sacerdote. Maestro en teología moral. Por obediencia aceptó ser obispo de Sant’Agata de Goti. Oficio que desempeñó escrupulosamente durante trece años. Maestro ejemplar al renunciar en 1775, para vivir como uno más entre los miembros de la congregación que había fundado, los redentoristas (1 agosto)

TODOS LOS SANTOS. «Alegrémonos todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor de Todos los Santos». Sí, me gusta en este día alegrarme con «todos» los santos: los santos oficiales, los santos de carne y hueso que he tratado, los santos de la literatura.
     Los santos oficiales son los que figuran en el martirologio. Ni más ni menos.
     Los santos de carne y hueso son las personas santas que he tratado y trato: san Senén (mi padre), san Ángel Sagarmínaga (el gran misionero), san Jaime Recasens (un amigo de mi familia que el año 36, al ir yo a su casa por la tarde, a pesar de estar enfermo, tuvo que levantarse por orden del comité y al encontrarme en la escalera me acarició y me dijo: «Jorge, hasta el cielo», y al día siguiente murió mártir)... La lista de estos santos es muy larga. Y secreta. Si algunos de los enlistados la viesen se echarían a reír o me pegarían. Pero ¡debo yo tanto a estos santos! ¡Mucho más que a los primeros!
    Y están luego los santos de la literatura, los personajes modélicos a los que quisiera parecerme: san Joel (no el profeta, sino el adolescente de J. M. de Buck, muerto al amanecer), san Principito (que tenía los cabellos color de oro y era responsable de una rosa), san Jacinto (el papa taxista que fue a Rusia de excursión)....
    A los santos oficiales (a algunos) los venero. A los santos de carne y hueso (a todos) les quiero. Y al llegar su día les felicito, con lo que al contestarme -sin darse cuenta, claro- me mandan reliquias. A los santos de la literatura (a muchos) les sueño.
    Con tantos santos en mi vida, ¿cómo va a ser posible sentirme sólo? (1 noviembre)

CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS DIFUNTOS. «He descubierto una cosa después de la muerte de mis padres, y es que lo que llamamos sobrevivir, en realidad es sub-vivir, y aquellos a quienes no hemos dejado de amar con lo mejor de nosotros mismos se convierten en una especie de bóveda palpitante, invisible, pero presentida e incluso rozada, bajo la cual avanzamos cada vez más encorvados, más arrancados a nosotros mismos, hasta el instante en que todo quedará sumido en el amor» [Gabriel Marcel] (2 noviembre)

MARTÍN DE PORRES (s. XVII). Hijo natural de un caballero español y de una mulata (desde su nacimiento ocupó su lugar entre los marginados), era enfermero cuando entró como terciario laico en los dominicos de Lima. Y a los enfermos continuó cuidando con exquisito cariño (que se extendía también a los animales). Su bondad y sencillez le han merecido una popularidad de la que algunos de sus devotos a veces abusan. Pero Martín se lo debe perdonar (3 noviembre)

PIRMINO (s. VIII). El fugitivo. Nacido en el bajo Aragón, huyó de los avasalladores arrianos a Francia, predicando siempre la doctrina católica. Tan elocuente que convenció a un noble alemán para que le cediera Sintlazau, pequeña isla dentro del lago de Constanza, para fundar allí un monasterio. Así fue como en el 724 surgió el monasterio de Reichenau, que llegó a ser en la Edad Media uno de los centros de espiritualidad más famosos. Conocida su itinerancia, le consagraron corepíscopo, podríamos decir obispo-caminante. Convencido de que un monasterio es como una hoguera de fe (mirándola se aprende a vivir en cristiano), no paró de fundar monasterios en Alsacia, Suiza y Baviera hasta el año de su muerte, 753, en Hornbach (3 noviembre)

SILVIA (s. VI). Esposa del senador san Gordiano, madre de san Gregorio Magno, hermana de santa Társila y santa Emiliana, a las que su sobrino el Papa recuerda en sus homilías con un cariño que sorprende. Sorprende sólo si no se tiene presente que, en una inscripción que figura en la iglesia de san Andrés, se lea que Silvia cuando llegaba el buen tiempo enviaba frecuentes provisiones de su huerta a su hijo el Papa. Cosa lógica. Como hicieron tantas madres con sus hijos, aunque no conste en ninguna inscripción (3 noviembre)

CARLOS BORROMEO (s. XVII) Hijo del conde Gilberto Borromeo y de Margarita de Médicis. Doctor en Derecho a los 21 años. Elegido papa el día de Navidad de aquel mismo año el hermano de su madre, con el nombre de Pío IV, a los seis días le hace cardenal. Si alguien pensase que se trata de un caso más de nepotismo (desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos) se equivoca de medio a medio. Su sobrino era un fuera de serie y bueno a carta cabal. En el concilio de Trento logró que quedara claro que los obispos eran y tenían que ser pastores de sus diócesis. Que la llave de la cosecha está en un clero santo. Vivía tan austeramente el Eminentísimo Señor Cardenal de Milán que San Pío V, el sucesor de su tío en la silla de Pedro, le advirtió que no quería que muriera de tanta austeridad, pues a la Iglesia le interesaba que aquel pastor viviera muchos años. Sólo fueron 46. Canonizado 26 años después, en Milán su huella sigue viva (4 noviembre)

GOMIDAS KEUMURJIAN (s. XVIII) La bandera de Armenia (dos franjas horizontales roja y negra, con una estrella, media rueda dentada y una especie de alfanje) resulta fácil de recordar si se la asocia a Gomidas. Se casó a los veinte años. Sacerdote en la iglesia armenia. En 1696, él y su familia se sometieron a la autoridad de Roma. Los funcionarios armenios se encolerizaron, acusándolo de ser espía de Roma. A raíz de eso, fue detenido y ejecutado por las autoridades turcas. Sus últimas palabras: el Credo largo entero (5 noviembre)

SEVERO (s. VII). Severo no sólo significa riguroso, áspero, duro. También significa: exacto, observante de la ley, grave, serio, mesurado. Severo no sonaría nada mal antes porque entre Severos, Severianos y Severinos salimos a más de treinta en el martirologio. A Severo obispo de Barcelona parece que lo martirizaron durante una persecución arriana. Sus reliquias pronto fueron veneradas en Castrum Octavianum, el actual Sant Cugat del Vallès. A falta de una fotografía del obispo mártir, podemos reconstruir su silueta recordando lo que el Vaticano II dice: «El obispo, enviado por el Padre de familias a gobernar su familia, tenga siempre ante los ojos el ejemplo del Buen Pastor, que vino no a ser servido sino a servir, y a dar la vida por sus ovejas. Tomado de entre los hombres y rodeado él mismo de flaquezas, puede apiadarse de ignorantes y equivocados. No se niegue a oír a los súbditos, a los que, como verdaderos hijos suyos, alimenta y a quienes exhorta a cooperar animosamente con él. Consciente de que ha de dar cuenta a Dios de sus almas, trabaje con la oración, con la predicación y con todas las obras de caridad tanto por ellos como por los que todavía no son de la única grey, a los cuales tenga como encomendados del Señor». Todos los obispos de Barcelona han tenido un buen modelo al que imitar (6 noviembre)

FRANCISCO PALAU y QUER (s. XIX). «Cuentan que una vez el diablo harto de la vida arrastrada que llevaba desde hacía tiempo decidió jubilarse. Como la pensión que le quedaba de la seguridad social, pese a haber cotizado tantos años, no le alcanzaba para vivir holgadamente, decidió redondearla un poco vendiendo todo su instrumental. Fue al mercado, montó un puesto y lo expuso a la vista del público. Allí había de todo: la maldad, la envidia, los celos, el odio, el engreimiento, el desprecio, el cinismo… Separado del resto se veía algo que parecía mucho más gastado que el resto. Intrigado un posible comprador le preguntó: «¿Qué es eso y por qué lo vendes más caro que el resto?». El diablo respondió: «Es el desaliento». El otro insistió: «¿Por qué vendes el desaliento mucho más caro que el resto de los productos?». «Sencillamente, porque es lo más fácil de meter en el corazón humano. Y tras el desaliento es facilísimo introducir el resto, sea lo que sea». Es un cuento. Que el bueno de Francisco de Jesús, María y José, pudo contar pícaramente en la «Escuela de la Virtud». Porque él sabía mucho de esa artimaña del diablo. Pese a que el 25 de julio de 1835 fuera incendiado en Barcelona su convento carmelitano y expulsados los religiosos, consiguió ser ordenado sacerdote en Barbastro. Pese a haber sido exiliado a Francia en 1840, regresa a Barcelona once años después y funda la «Escuela de la Virtud». Pese a ver cómo le suprimían arbitrariamente la «Escuela» en 1854 y le confinaban a Ibiza, el desaliento nunca hizo mella en su corazón. Fundó las Carmelitas Misioneras y las Carmelitas Misioneras Teresianas, que ayudan a que los que peregrinamos por este valle de lágrimas no nos dejemos vencer por el desaliento (7 noviembre)

WILIBRORDO (s. VIII). Hay que ir a Luxemburgo, a Echternach concretamente, para descubrir la devoción que profesan al fundador del monasterio. Monje y obispo inquieto. Su predicación entre los frisones tuvo efectos sorprendentes. Lo mismo que en la isla Helgoland y en Dinamarca. Echternach se convirtió en la base de sus expediciones misioneras. La última, a los 81 años, camino de la Patria (7 noviembre)

CUATRO SANTOS CORONADOS (s. IV) «Duros a cuatro pesetas» decían antes. Pues hoy podríamos decir: «Cuatro [Quatuor sancti coronati] por nueve coronados». / En una basílica romana se venera la memoria de los «4 santos coronados»: Segundo, Severiano, Carpóforo y Victorino, martirizados en Albano. Que (eran tantos los testigos de la fe en la persecución de emperador Diocleciano) fueron enterrados junto a otros cuatro santos (en realidad eran cinco: Simproniano, Claudio, Nicóstrato, Cástor; y Simplicio) escultores que trabajaban en una cantera de mármol de Pannonia y por negarse a esculpir una estatua de Esculapio sufrieron el martirio. «Quod abundat non nocet» (8 noviembre)

DEUSDEDIT (s. VII). Los alérgicos al latín lo llaman «Adeodato», sin darse cuenta de que también hablan en latín, pero en voz pasiva. «Dio-Dios» o «Por-Dios-dado», buen nombre para un futuro obispo de Roma. Tardaron 5 meses en hacerle papa, tras la muerte de su antecesor San Bonifacio IV, porque... no llegaba el Vº Bº del emperador de Constantinopla (!). ¡Para que nos quejemos de lo mal que van las cosas hoy! «Tiempos calamitosos» aquellos. Entonces la culpa se la echaban a los longobardos y al hambre que asolaba Italia. Siempre se busca una excusa para no ser feliz. No se le recuerda ahora porque fuese bueno, que lo fue, sino por el detalle curioso de la palabra «binar» (celebrar un sacerdote dos misas) (hic constituit secundam missam in clero). Aunque, rizando el rizo, no está claro si el permiso dado por el papa Deusdedit era para celebrar dos misas, una por la mañana y otra por la tarde, o para que el mismo sacerdote dijese dos misas en dos iglesias distintas. Moraleja: los tiempos serían calamitosos, pero la gente iba a misa (8 noviembre)

JORGE NAPPER (1550-1610). Mártir también. De feliz memoria: porque recuerda que “el grande” (el del 23 de abril) no tiene la exclusiva en la santa jorgeidad. En Oxford nació y en Oxford sufrió el martirio entre la una y las dos de la tarde del 9 de noviembre, habiendo celebrado la eucaristía esa mañana, a escondidas, pero unido espiritualmente al sucesor de Pedro que la decía en la basílica de San Juan de Letrán, madre y cabeza de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe. Colegial del Corpus Christi. Sacerdote desde 1596. Dijo muchas misas a escondidas. También entonces había controles policiales. En uno le encontraron encima un píxide con dos hostias consagradas, y los santos óleos. En la cárcel reconcilió a un felón condenado llamado Falkner, y esto fue tomado como un agravante de su crimen. Debido a que se negó a jurar el voto de obediencia al rey, que describía el poder papal como una doctrina “falsa, hereje e infame”, decidieron su ejecución (9 noviembre)

LUIGI y MARIA BELTRAME QUATTROCCHI (1880/81 – 1951/65). Me preguntaron qué era «un gesto profético». Y contesté «lo que hizo Juan Pablo II al beatificar el 21 de octubre de 2001 al matrimonio Beltrame Quattrocchi». «Juntos hicieron de su familia una verdadera iglesia doméstica, abierta a la vida, a la oración, al testimonio del Evangelio, al apostolado social, a la solidaridad hacia los pobres, a la amistad». Juntos. En la proclamación de ese juntos está el gesto profético. Esposos santos canonizados no faltan; pero canonizados juntos, los primeros. A la espera de los siguientes, venía a decir Juan Pablo II. Estaban presentes aquel día en San Pedro tres de sus cuatro hijos (Sor Cecilia, desde el cielo). Enrichetta, la pequeña, lloraba de alegría. Mons. Tarcisio, el mayor, comentaba: «Nuestra vida familiar no tuvo nada de extraordinario. La beatificación de mis padres es una ocasión para relanzar los valores de la familia cristiana hoy». El tercero, Paolino, trapense, recordaba: «En los años de la guerra, a menudo arriesgando muchísimo, acogimos y prestamos ayuda a todo el que la pidió». Juntos. «Hay que salvarse juntos. Hay que llegar juntos a la casa de Dios. ¿Qué nos diría Dios si llegásemos hasta Él los unos sin los otros?» (9 noviembre)

LEÓN MAGNO (s. V). Toscano de nacimiento (390), romano por educación y mentalidad. Fue arcediano de los pontífices Celestino I y Sixto III. Papa desde el año 440 al 461. Veintiún años en los que no entendemos cómo pudo hacer tantas cosas. Luchador incansable contra maniqueos, pelagianos, nestorianos, priscilianistas, eutiquianos y arrianos (a distancia de siglos consuela constatar que los cristianos han tenido que avanzar siempre envueltos en luz y tinieblas, y que es bueno desenterrarle a la sombra la luz). Cuando sus legados leyeron en Calcedonia la carta del pontífice León, en la que exponía que Jesucristo es uno en persona en el que las dos naturalezas, humana y divina, están permanentemente unidas sin confusión ni mezcla, todos exclamaron «Pedro ha hablado por boca de León».Incluso Atila, el rey de lo hunos, se dio la vuelta cuando el papa León le pidió que se retirase con el ejército sin entrar en Roma. (Para evitar que se creyera omnipotente tuvo que habérselas años después con el vándalo Genserico, menos sensible a las súplicas del pontífice que el duro Atila). La lectura pausada de las 173 cartas que se conservan nos acerca a la historia real del siglo V (curiosamente no muy distinta de la del siglo XXI) y sus 96 sermones impresionan por su indomable energía y magnanimidad. Cada año el día de Navidad en el Oficio de lectura los cristianos releemos párrafos de uno de sus sermones (10 noviembre)

ANDRÉS AVELINO (1521-1608). Al bautizarle le pusieron por nombre Lancillotto (Lanzarote), en recuerdo del de la Tabla Redonda (aquella mesa redonda en la que podían sentarse a la vez 150 caballeros, que se obligaban a imitar a Cristo, no matar o cometer actos pecaminosos, ser fieles a su rey, no mostrarse crueles, ayudar siempre a todo aquel que se lo pidiese, ser corteses con todas las damas y en especial con aquellas que sufrieran necesidades). Lancillotto hizo gala del nombre cuando le encargaron de la reforma de un convento femenino, tarea en la que casi perdió la vida. Tan santificado quedó, que se hizo teatino, tomando el nombre de Andrés. Amigo y consejero de San Carlos Borromeo. Murió a los 80 años (ad pedes altaris sancto fine quievit) al pie del altar. Buen sitio (10 noviembre)

MARTÍN DE TOURS (s. IV). Fue uno de los primeros santos no mártires venerados en la Iglesia. Hijo de un tribuno romano, renunció a la carrera militar al descubrir que en cada hombre vive Jesucristo (y que todo –como la capa- se debe compartir). Monje, el pueblo lo hizo obispo de Tours. A él se debe en gran parte la evangelización de Francia (11 noviembre)

JOSAFAT (1580-1623) Juan Kunsevich nacido en Vladimir, Polonia. Llamado Josafat, desde los 20 años, cuando entró en el monasterio de la Santísima Trinidad de Vilna de rito bizantino. Pronto lo hicieron abad. «Josafat, arzobispo de Polotzk, Lituania, el hombre más eminente y destacado entre los eslavos de rito oriental, pastor y apóstol que derramó su sangre por la unidad de la santa Iglesia» [Pío XI] (12 noviembre)

LEANDRO (s. VI). Escribió de él su hermano pequeño (Isidoro) que le conocía bien: «Hombre de condición apacible, de extraordinaria inteligencia y preclarísima moralidad y doctrina. La conversión de los visigodos, de la herejía arriana a la fe católica, fue fruto de su constancia y prudencia. Antes había sufrido destierro». ¡Qué no contarían de él sus otros hermanos santa Florentina y san Fulgencio!(13 noviembre)

SERAPIO (s. XIII). Serapio Scott, inglés. Como soldado del rey Ricardo Corazón de León fue dos veces a Tierra Santa, en la tercera y la quinta Cruzada. En el año 1212 viaja a España, para ayudar al rey Alfonso en la guerra santa contra los moros. En 1222 ingresó en la Orden de la Merced, recién fundada. En Argel, el año 1240, quedó como rehén, dispuesto a cumplir el cuarto voto de la Orden: «Quedarse en rehenes; dar la vida si fuere necesario». Como «el que vio, da testimonio», lo daba, hablando de Jesús, consiguiendo que algunos mahometanos abrazaran la fe cristiana. Su «propietario» furioso mandó que lo crucificaran. Protomártir mercedario (14 noviembre)

ALBERTO MAGNO (s. XIII). La plaza Maubert de París se llama así desde que «Magister Albertus» enseñaba en la universidad y tanta era la afluencia de oyentes que tenía que dar la clase en la plaza. Pero no sólo tenía muchos discípulos, sino que los teníabuenos: baste citar a Tomás de Aquino. Cuando fue obispo de Ratisbona(sólo dos años, para pedir la «excedencia episcopal» y volver a sus clases) le pusieron de mote «zapatos», por contraste con los señores-príncipes-obispos, sus predecesores. Conocido como «doctor universalis» (15 noviembre)

MACUTO (s. VII). Que no tiene nada que ver con la «mochila de soldado» (macuto). En realidad se llamaba Machlow (Maclovius, en latín). Nacido en el país de Gales, se hizo monje, teniendo por maestro a San Brenda el navegante. Con un grupo de monjes pasó el canal, estableciéndose en la Bretaña, en un lugar que se llamaba Aleth. En imperfecto, porque con el tiempo empezó a llamarse, por el nombre mal pronunciado del santo obispo, Saint-Malo. Con detalles así se entiende mejor a quienes hablan de las “raíces cristianas” de un pueblo. Se hizo famoso porque curó fulminantemente a la hija del alcalde de una mordedura de serpiente venenosa, aplicando a la herida una hoja de hiedra mojada en agua bendita. Sin embargo, no supo o no pudo defenderse de las malas lenguas, que lograron desterrarle. Sería aleccionador hacer el recuento de los obispos desterrados a lo largo de la historia de la Iglesia. Y preguntarse por quiénes. Un reverso de la historia ilustrador (15 noviembre)

MARGARITA DE ESCOCIA (s. XI). Empezó diciendo: «Las Margaritas crecen y florecen durante todo el año». Más de un oyente pensó que en vez de clase de religión estaba en clase de botánica, y que el profesor se refería a las flores con hojas radiales en roseta, transovadas, espatuladas, con festones poco profundos y capítulos solitarios con el disco amarillo y las lígulas blancas. Pero el maestro quería subrayar que la memoria de las 22 Margaritas del martirologio está bien repartida a lo largo de los meses del año litúrgico. Concretamente en noviembre, el 2 recordamos a Margarita de Lorena, el 23 a Margarita de Saboya, el 16 a Margarita de Escocia. Es decir tenemos «piedras preciosas» (que esto significa la palabra griega margarita) a granel. La del 16 nació en Hungría, debido al destierro de sus padres, que duró hasta que tenía once años. La casaron con el terrible rey Malcom III al que logró «domesticar» no sólo con su belleza. Malcom no sabía leer, pero leía los libros miniados con los ojos de la reina. Y con sus ojos descubrió que los llamados enemigos también eran hijos de Dios. Tuvieron ocho hijos. (David, además de rey, santo; y santa, la hija llamada Matilde). Dicen que los redactores del número 48 de la Constitución pastoral Gaudium et spes, dedicado a la santidad del matrimonio y de la familia, tuvieron muy presente la perla preciosa de nuestra Margarita. Por eso cada 16 de noviembre leemos en el oficio de lectura ese exquisito elogio del matrimonio y de la familia. Buena teóloga intervino en un concilio escocés defendiendo contra los cátaros (los ha habido, los hay y los habrá siempre) que los cristianos aún siendo pecadores, pueden recibir la eucaristía después de confesarse, porque el sacramento de la penitencia no se hizo para los santos, sino para los peregrinos. Desterrada al comienzo de su vida, sus restos, desterrados desde la reforma protestante, descansan en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial (16 noviembre)

EDMUNDO RICH (1180-1242). Seguir sus pasos enseña geografía inglesa. Nació en Abingdon, Berkshire. Estudió en Oxford y en París. Quedó sorprendido cuando Reynold, su padre, al quedar viudo, ingresó en un monasterio. Profesor de filosofía en Oxford, canónigo de Salisbury, arzobispo de Canterbury. Gran intelectual, hombre libre, buen pastor, chocó con Enrique III, obsesionado por apoderarse de los bienes de la Iglesia. En el año 1240, pro bono pacis, voluntariamente se expatrió, retirándose a la abadía de Pontigny. Quienes le veían, vestido de cisterciense, le confundían con su padre. Canonizado a los cuatro años de su muerte (16 noviembre)

GERTRUDIS (s. XIII). «Que mi alma te bendiga, Dios y Señor, mi creador, que mi alma te bendiga y, de lo más íntimo de mi ser, te alabe por tus misericordias, con las que inmerecidamente me ha colmado tu bondad» rezaba la benedictina de Helfta, a donde entró a los cinco años (sin que ello le supusiese luego ningún handicap). Sus escritos místicos contribuyeron mucho a difundir la devoción al Sagrado Corazón (16 noviembre)

ISABEL DE HUNGRÍA (s. XIII). Hija del rey Andrés II, sobrina de santa Eduvigis, se casó a los 14 años con el landgrave de Turingia Luis IV. A los 20 años, al morir el marido-cruzado en Otranto, pasó de enamorada esposa, madre de tres hijos, a pobre y perseguida viuda. Aunque sólo tenía al morir 24 años, nos ha quedado el recuerdo de su abnegación para cuidar indigentes y la maravilla de su constante alegría (17 noviembre)

ROSA FILIPINA DUCHESNE (1769 –1852). Francesa de Grenoble. Entró en el convento de la Visitación de Ste. Marie-d'en-Haut, a los 18 años. La comunidad fue dispersada durante la Revolución Francesa. En 1804 Filipina oyó hablar de la Sociedad del Sagrado Corazón, y pidió a la fundadora Santa Magdalena Sofía Barat ser admitida. En 1818 el Obispo de Louisiana buscaba ayuda para evangelizar los niños franceses e indios de su diócesis, y Filipina fue enviada. En St. Charles, cerca de St. Louis, Missouri, fundó la primera casa, en una cabaña de troncos. En 1828 había fundado ya seis casas. (Saber que nunca llegó a aprender bien el inglés, consolará a más de uno). Cuando Filipina tenía 72 años, se abrió una escuela para los indios potowatomies en Sugar Creek, Kansas. Le dijeron: «Tienes que venir: quizás no podrás hacer mucho trabajo, pero con tu oración alcanzarás el éxito de la misión, y tu presencia atraerá muchos favores del cielo para la obra». Estuvo un año sin que flaqueara su valor pionero. Sus largas horas de contemplación inspiraron a los indios el llamarla «La-mujer-que-siempre-reza» (18 noviembre)

ABDÍAS (s. IX a.C.). Su nombre significa «Siervo del Señor». Es el cuarto de los doce profetas menores. De su vida no sabemos nada de nada. Aunque como aquel poeta seguro que anhelaba: «¡Que me salven la voz cuando me muera!». El suyo es el más breve escrito profético. Sólo 21 versículos. Pero ¡cómo amenaza! Como clama diciendo: «El Señor reinará». Sí, subiremos victoriosos al monte Sión (19 noviembre)

ANGELES LLORET MARTÍ y COMPAÑERAS (s. XX) (20 noviembre)
Es costumbre al hacer memoria de grupos de mártires poner el nombre del primero –con el del segundo o tercero, todo lo más– y despachar el resto con la frase «y compañeros mártires». [Es verdad que en la última edición del martirologio romano los nombres de los «compañeros» figuran en letra pequeña en nota a pie de página. Pero ¿quién lee las notas, si es que consulta el martirologio, que encima está escrito en latín?]
Este mes vamos a reparar el entuerto haciendo mención expresa, con nombre y apellidos, de cada una de las 15 mártires valencianas, cuya fiesta «in solidum» se celebra el 20 de noviembre. Es justo, y encima funcional, ya que a la hora de pedir la intercesión celestial es práctico no tener que aguardar turno, dado que los anónimos «compañeros» –al no figurar en el listín telefónico– suelen tener más bien pocas llamadas desde este valle de lágrimas.

ÁNGELES LLORET MARTÍ. En Jersey City, la ciudad del estuario del río Hudson, tras enterarse de la beatificación de Madre Ángeles empiezan a preguntarse si no convendría nombrarla su patrona. No por haber nacido en Villajoyosa o por la valentía de haber aceptado ser Superiora General de la congregación de Hermanas de la Doctrina Cristiana en tiempos realmente difíciles, sino por el gesto–quizá único en la historia de la Iglesia– de haberse ofrecido con sus hermanas a trabajar por quienes las perseguían. Con lana requisada que les llevaban los milicianos, confeccionaron hasta 20 jerseys. Lástima que quienes se resguardaron del frío aquel invierno de 1936 con aquellas prendas de vestir, de punto, no sospecharan que habían sido amorosamente tejidas por manos de ángeles.

SUFRAGIO ORTS BALDÓ. Alteana de pro. Al confirmarla en Benidorm, cuando trazó la cruz sobre la frente de Antonieta, ¿notaría el cardenal Sancha el coraje futuro de aquella muchacha? ¿Le cambiaron el nombre de Antonia por el de Sufragio, que quiere decir «ayuda», «socorro», como intuyendo su sino? Cuando la nombraron Maestra de novicias, ¿imaginaba que la nombraban Maestra de mártires? Porque ella fue la que, como otra madre de numerosos hijos (2 Mc 7, 1-41), no sólo comunicó con rostro sonriente a Madre Ángeles y a las otras 13 Hermanas la orden de detención, sino que «durante el camino, pese a ser una de las más jóvenes del grupo, iba exhortando a todas a ofrecer la vida por Dios, a perdonar a los verdugos, rezando por ellos; y ya en el lugar del suplicio, seguía animando a las otras, siendo la última del grupo en morir».

MONTSERRAT LLIMONA PLANAS. De los 54 años que vivió en la Congregación, fue Superiora General 33 años. Todo un récord. Encarnaba de manera casi perfecta la silueta soñada por san Benito: «Prefería siempre la misericordia a la justicia; odiaba los vicios, amaba a las monjas; en la corrección procedía con prudencia y en nada era excesiva, no fuera que queriendo raer demasiado la herrumbre, se quebrara el vaso; tenía siempre en cuenta su propia fragilidad y se acordaba de no quebrar la caña hendida; procuraba ser más amada que temida».

JOSEFA MONGOCHE HOMS. Sí, la vocación es un microbio. Un microbio que se contagia. Hay padres que con la vida transmiten microbios de vocación. Microbios que se propagan y desarrollan en un ambiente cristiano. De ahí el contagio entre hermanos. Pedro Mongoche e Isabel Homs eran portadores del microbio. Tanto, que sus cinco hijos estuvieron infectados por él: las 4 hijas, religiosas, y el único varón, que murió siendo seminarista. Josefa, nacidaen Ulldecona, profesaba una tierna devoción a la Virgen de la Cinta, patrona de Tortosa. Se sabía casi de memoria «Las glorias de María» de San Alfonso M. de Ligorio. Era especialista en confeccionar tocas para sus hermanas aunque no pudo terminar la última aquel 20 de noviembre, porque a las 7 de la tarde se la llevaron en un coche de línea a cantar en el cielo los maitines de la fiesta de la Presentación de la Santísima Virgen.

TERESA DUART ROIG. Conocemos por escritos cristianos antiguos palabras de Jesús que los evangelios no traen. Cada una de estas palabras de Jesús se llama en griego «ágraphon» (no escrito). Pero el corazón del hombre es también un «ágraphon» del Señor, y quizá sin esta palabra no sabríamos leer el evangelio. De Teresa, que tenía dotes excepcionales para la pintura, han desaparecido totalmente los cuadros y tapices que pintaba. Pero se han conservado en el corazón de sus antiguas novicias estos dos «ágraphon»: «Vale más hablar con Dios, que hablar de Dios»; «Aquí trabajar, en el cielo descansar». Con ellos, y con su ejemplo de filial devoción profesada desde su infancia a la Virgen de los Desamparados», también nosotros podemos leer mucho mejor el evangelio.

ISABEL FERRER SABRIÁ. Horacio decía que «a los pintores y poetas todo les está permitido». Sugiero, pues, que en el tapiz que Vilanova i la Geltrú va a encargar en recuerdo del bautizo de Isabel en la parroquia arciprestal, la pinten con la cara de Madre Micaela Grau, un báculo y una montaña de granos… de rosario. Con la cara de Madre Micaela, a falta de una fotografía de Isabel, porque las tres fundadoras (M. Micaela, M. Esperanza y M. Isabel) se «parecían» mucho. Un báculo o bastón, en vez de la consabida palma del martirio, porque a los 84 años (¿cuántos mártires del martirologio la ganan edad?) no estaba Isabel para llevar mucho peso. Y la montaña de granos, porque a ojo de buen cubero, en su vida puso a buen recaudo un millón largo de avemarías.

EMILIA MARTÍ LACAL. Huir: apartarse con velocidad de personas, animales o cosas para evitar un daño, disgusto o molestia, explica el Diccionario. Dicen que la Fundadora, profesaba especial cariño por Emilia. Dicen que cuando la fundación del colegio de Carlet las dos hablaban ratos y ratos a solas y en voz baja. A M. Micaela le quedaban 4 meses de vida. A Emilia le faltaban 9 meses para cumplir 24 años. El hecho es que Emilia en pleno mes del rosario abandonó, rosario en mano, clandestinamente la casa de sus padres para seguir su vocación. ¿La ayudó desde el cielo la Fundadora? Los huidores y huidoras de hoy tienen a quien encomendarse si hace falta apartarse con velocidad…

CORAZÓN GÓMEZ VIVES / GRACIA PAULA DE SAN ANTONIO / IGNACIA PASCUAL PALLADÓ. En el cielo las llaman «el terceto valenciano de la Doctrina Cristiana». Porque las tres nacieron en Valencia capital. Sor Corazón y Sor Gracia cantan a dúo, mientras Sor Ignacia prefiere la voz baja del acompañamiento. Las del dúo a veces se distraen recordando sus años de estudiantes en la Escuela Normal de Valencia, el noviciado en Mislata o las clases a los niños en Turís. En cambio a Sor Ignacia las distracciones le vienen del lado de Sant Vicençs del Horts o por los elogios del agua de su tierra para preparar el mejor arroz. Pequeños detalles que en la vida de los inmortales tienen su importancia. En las grandes fiestas, sobre todo la del 20 de noviembre, las tres sacan su mejor repertorio: «El tambor de granaderos», «La revoltosa», «La patria chica»… porque el maestro Chapí les recuerda su calle, que fue para ellas el último trampolín para el cielo.

SOCORRO JIMÉNEZ BALDOVÍ / PAZ LÓPEZ GARCÍA. «Dar prodigiosamente. Por cada gota de agua devolver un torrente. Fuimos hechos así, hechos para botar semillas en el surco y estrellas en el mar. Y ¡ay! del que no agote Señor, tu provisión. Y al regresar te diga: ¡Como alforja vacía está mi córazón!». Ni Sor Socorro ni Sor Paz, que se llevaban 5 meses menos un día, conocieron la letra de estos versos. Pero sí la música. Sor Socorro la aprendió con las hijas de Santa Joaquina Vedruna en la Casa de Misericordia de Valencia. Allí fue muy amada. Para hacer fructificar tanto amor optó por los más pequeños: ayudaba en las clases de párvulos, a quienes trataba con cariño verdaderamente maternal. Sor Paz, como enfermera «oficial» de la Casa Madre, curaba cuerpos y almas, con tanta ternura que a doña María Ortells, una señora retirada que vivía con las religiosas, no se le ocurrió nada mejor que acompañar el 20 de noviembre a las 15 mártires al Picadero de Paterna, para subir al cielo con su enfermera. Sor Paz y Sor Socorro como alforja vacía tenían el corazón.

DOLORES SURÍS BRUSOLA. «La vocación es como un itinerario con señales de pista. Cada señal lleva a la señal siguiente, sin saber el término definitivo…» Bautizada en la catedral de Barcelona, pasaba los veranos con sus tíos en Cabrera de Mar. Allí iba a misa diariamente a la capilla de las Hermanas de la Doctrina Cristiana. Allí apareció la señal de pista que en 1918 la llevó a Mislata, donde encontró a la Maestra de novicias pintora que repetía: «Vale más hablar con Dios, que hablar de Dios». 18 años después las dos Le oyeron decir: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; mas si muriere, lleva mucho fruto…»

CATALINA CALPE IBÁÑEZ. Ahora Sueca es célebre por Joan Fuster el que desde 1922 exploraba la sombra. Pero la ciudad, que ofrece un plano en damero, vio nacer allí mucho antes una dama que durante 81 años exploró la Luz. Se llamaba Catalina. ¿Qué hizo? Para gloria de Dios y servicio de sus hijos, por obediencia, se trasladó a Valencia. Y allí fue cocinera «full time». Años y años. Cuentan que lo que más le tentaba no eran los membrillos, sino la lectura y las escapadas a visitar a la Virgen de los Desamparados. Cuando la tormenta del 36, dejó el Colegio y pasó a la calle Maestro Chapí, nº 19, donde perfumó la casa con sus jaculatorias. Hasta el 20 de noviembre, que avanzó a paso lento, los años, hasta la plena Luz.

ÁUREA NAVARRO. «Bien es que os digamos luego en la entrada / cuál nombre le pusieron cuando fue bautizada: / como era preciosa más que piedra preciada, / nombre había de oro, Áurea era llamada». Áurea (de la que desconocemos la fecha exacta de su nacimiento e incluso su segundo apellido) fue la más afortunada de las novicias de Sor Sufragio. Las otras, a finales de julio, regresaron a casa de sus padres ante las perspectivas sombrías. La pobre Áurea, sin noticias desde hacía tiempo de sus familiares, tuvo que quedarse con las Madres. ¿Pobre? Fue su gran oportunidad. Así, la última de las novicias se enriqueció con la palma áurea del martirio. Y ha enriquecido ante el mundo a su albaceteño pueblo de La Roda.

LA PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN (La niña María -¡qué gracia en su vuelo!-, paloma del cielo, al templo subía y a Dios ofrecía el más puro don...) no nos impide recordar hoy a san Rufo, el discípulo al que San Pablo saluda en Rm 16,13 («Saludos a Rufo, ese creyente distinguido, y a su madre que es como si fuera mía»). Hay quienes lo identifican con el hijo de Simón Cireneo (Mc 15,21) (21 noviembre)

CECILIA (s. III). Apenas sabemos nada de esta mártir romana (quizá sólo que en su casa se reunía una comunidad cristiana). Pero pronto la leyenda imaginó para suplir lo que la historia olvidó. Y ya que la leyenda dice que Cecilia «cantaba en su corazón mientras resonaban los instrumentos musicales de sus nupcias», músicos y cantores la eligieron por patrona (22 noviembre)

COLUMBANO (s. VII). «Dos monjes encontraron en un viejo libro de la biblioteca del monasterio que había un lugar, al extremo del mundo, donde cielo y tierra se tocaban. Por lo que decidieron partir en su busca, para no regresar hasta haberlo encontrado. Recorrieron la tierra, corriendo innumerables peligros, sufriendo privaciones y las dificultades lógicas de una peregrinación tan prolongada. Y para colmo, les acecharon mil y una tentaciones, algunas realmente seductoras. Pero nada les desvió de su meta. Estaban convencidos de que en algún lugar existía la anhelada puerta. Y que bastaría con empujarla para encontrarse con Dios cara a cara. Por fin dieron con ella y llamaron temblando de emoción. La puerta fue abriéndose despacio. Entraron los dos monjes ansiosos y… se encontraron en el monasterio cada uno en su celda». Esta historieta medieval refleja lo que para el abad Columbano eran los monasterios. Por eso fundó profusamente por Irlanda, Inglaterra, Borgoña, Suiza y Liguria. En Italia le llaman Columbano di Bobbio porque el último que fundó y donde murió fue en Bobbio. Agustín Altisent, monje de Poblet, ha escrito la historia de la puerta del cielo con lenguaje moderno: «He tenido que enseñar la parte monumental del monasterio a un grupo de universitarios extranjeros. Al final, un húngaro ha querido hablar a solas conmigo. Se ha informado sobre algunas cosas relativas a mi dedicación intelectual, etc., etc. De repente, me ha dicho con timidez, si podía hacerme una pregunta delicada. «¡Claro!» Y le he recordado que los diplomáticos dicen que no hay preguntas indiscretas sino sólo respuestas indiscretas. La pregunta era: «¿Es usted feliz?». Le he contestado que, felices felices lo son sólo las vacas y las coliflores. Que allí donde el hombre vive y tiene su gloria tiene también su pena y que todos los paraísos son perdidos hasta nueva orden (la que esperamos después de vuelta la última esquina). “Pero –he añadido con firmeza– eso sí: si tuviera que volver a empezar no sé lo que haría, pero sí sé lo mejor que podría hacer: volver a entrar, y precisamente aquí”» (23 noviembre)

FLORA (s. IX). Joven cordobesa que con su amiga María fueron encarceladas en tiempo de la persecución mahometana, coincidiendo en la cárcel con san Eulogio, tan chispeante en el decir y en el escribir. Les decía Eulogio que si salía con vida de aquella, en la segunda edición de su «Memorial de los santos» las incluiría a ellas. No hubo segunda edición corregida y aumentada aquí en la tierra, porque murieron antes, testificando que Jesús es el Hijo de Dios (24 noviembre)

CATALINA (s .inc.) Patrona de los amantes de la sabiduría, los filósofos. Su sepulcro es venerado en el célebre monasterio del Monte Sinaí. De ella cuentan que era una joven superdotada en inteligencia y en belleza. Como no podían contradecir sus explicaciones en favor de Jesús, camino, verdad y vida, la mataron. En la Edad Media la representaban discutiendo con los filósofos paganos (25 noviembre)

JUAN BERCHMANS (s. XVII). Con Luis Gonzaga y Estanislao de Kostka ha formado durante muchos años el terceto modélico para no pocos jóvenes. Los tres jesuitas murieron entre los 18 y los 23 años. Hijo de un experto zapatero, Juan Berchmans heredó de su padre saber valorar los detalles y la heroica fidelidad a las más mínimas prescripciones de la obediencia. Sus palabras: «Mi mayor penitencia es la vida en común» nos ayudan a distancia cuando oímos roncar al vecino. Aunque también decía él, que sabía latín: «Quam bonum et quam iucundum habitare fratres in unum» (26 noviembre)

LEONARDO DE PORTO MAURICIO (s. XVIII). Ojos azules, hijo de marinos genoveses. En vez de viajar por el mar, durante cuarenta y cuatro años recorrió Italia de norte a sur predicando ardorosamente. Inquieto soñador: «Cuando muera revolucionaré el paraíso y obligaré a los ángeles, a los apóstoles, a todos los santos a que hagan una santa violencia a la Santísima Trinidad para que mande hombres apostólicos que conviertan la tierra en cielo». Señor, hazle caso (26 noviembre)

TOMÁS KOTEDA KIUNI (s. XVII). Y Bartolomé Seki, Antonio Kimura, Juán Iwanaga, Alejo Nakamura, León Nakanishi, Miguel Takeshita, Matías Kozasa, Romano Matsuoka Miota, Matías Nakano, Juan Motoyama, decapitados todos por odio a la fe por orden del gobernador Gonzuku en Nagasaki. Recordarlos hoy (a Gonzuku también, igual que cuando rezamos el Credo decimos el nombre de Poncio Pilato) es una manera de alabar a Dios que les dio la fe y la fuerza para confesarle. Silabear esos apellidos, para vacunarnos de dislexia eclesial. Formando parte de un coro polifónico, no sea que al llegar al cielo tengan que darnos clases de solfeo cristiano (27 noviembre)

IRENARCO (s. IV). El oficio de verdugo (Ministro de la justicia que ejecuta las penas de muerte y en lo antiguo ejecutaba otras corporales; como la de azotes, tormentos, etc.) tiene mala literatura. Irenarco lo ejercía en Sebaste, ejecutando las penas impuestas por el gobernador Máximo. Hasta que topó con siete cristianas que le dejaron k.o. por su «andreia» (fortaleza) y lo que decían de Jesús el hijo de Dios. Jubilación forzosa fulminante, y le mandaron de vacaciones celestiales, ni siquiera con tiempo para ser bautizado. Dicen que el bautismo de sangre basta, y sobra, para llegar a la Patria sin visados (28 noviembre)

DIONISIO y REDENTO (s. XVII). ¿Aceh? ¿Dónde para? Un gran terremoto ocurrió a las 00:58:50 (UTC) del domingo 26 de diciembre de 2004. El evento, de magnitud Richter 9.0 ha sido localizado frente a las costas del noreste de Sumatra y fue seguido de varios tsunami. La prensa internacional se hacía eco de las noticias catastróficas que llegan de Aceh». / Aceh, allí en la orilla, murieron asaeteados primero y a golpes de cimitarra después, el 29 de noviembre de 1638 Dionisio (Pedro Berthelot) y Redento (Tomás Rodríguez).  Pedro era de Honfleur-Calvados (Francia). A los 12 años, se enroló en la marina mercante para ayudar a la precaria situación económica de la familia. Recorrió varios puertos de España, Inglaterra y hasta América. A los diecisiete salió en una flota rumbo a las Indias Orientales. Durante la travesía demostró tantas cualidades, tanta seriedad y responsabilidad, que el capitán del navío, Beailieux, le nombró primer piloto, pese a la edad. En 1618 pisa tierra de las Indias, Pedro Berthelot, primer piloto y cosmógrafo de los reyes de Francia y Portugal. Estando en Goa, Fernando de la Santísima Trinidad, le anima a que deje el mundo y abrace la vida religiosa en el Carmelo. Así lo hace a los 36 años, con el nombre de Fray Dionisio de la Natividad. Dos años después, el 24 de agosto de 1638, era ordenado sacerdote. (Lo fue aquí abajo tres meses y cinco días). El embajador del Rey de Portugal le pidió le acompañara como guía a Aceh (Sumatra). Aceptó, a condición de que fuera con ellos el Hno. Redento. (Nacido en Paredes, Portugal, en 1598, Tomás Rodríguez, muy joven se embarcó hacia las Indias Orientales y allí vistió el hábito de religioso carmelita como Hermano. Estuvo en Goa muchos años de sacristán). Llegaron a Aceh el 25 de octubre de 1638. Recibidos con demostraciones de falsa alegría, muy pronto fueron hechos prisioneros. Y la disyuntiva: o hacerse musulmanes o la muerte. No lo dudaron: la Virgen del Carmen, rogó por ellos para que llegaran a tiempo al cielo a rezar las primeras vísperas de I domingo de Adviento (29 noviembre)

ANDRÉS (s. I). Pescador de Betsaida, atraído por la predicación de Juan Bautista, fue el primer discípulo elegido por Jesús (y él llevó a su hermano Simón -Pedro- a conocer al Maestro). Luego, sus discretas apariciones en los evangelios, le muestran como un hombre atento y dispuesto. La tradición le sitúa como predicador en varios países, crucificado en Grecia. Patrono de la Iglesia de Constantinopla, es especialmente venerado por la Iglesia oriental (30 noviembre)


Y muchos que ni quieren oír la palabra «Dios»,
gastada, sucia, hecha un látigo
o una piedra para terror del hombre,
quizá sean creyentes y santos
ante otra secreta faz divina.
Escrito está: muchos
que no creyeron jamás ser creyentes,
a la hora de la verdad serán proclamados benditos
para su asombro.
-«¿Quién, nosotros, Señor? No sabíamos»,
y es que pusieron su vida en fe por los demás,
aun sin decirse que ahí anduviera la palabra «Dios»
la imagen con barba,
sólo por compasión y decoro,
por lo que está bien que se diga;
mientras que muchos que rezaban en alto
con título de «creyentes» y desdén a los demás
se verán echados atrás, estupefactos.

José María Valverde

 
422
Cuando la hoja vocacional salía impresa mes tras mes, publiqué repetidas veces mini-hagiografías con sabor vocacional: «Estos hicieron tanto por salvarse, ¿y tú qué haces?» I y II (302. 304-305); «¿Por qué no con el tiempo?» (327); «¿Y si yo hiciera lo mismo que san Francisco?» (385-387). / De 2001 a 2003 colaboré en la revista «El Reino» con una sección titulada «El rostro de los santos». / Mientras se publicó la agenda bíblico-litúrgica «Phase», Joaquín Gomis y yo, algunos años, ilustrábamos los domingos con un boceto de gente buena. / Aquí van ahora, a través de esta hoja vocacional virtual, ordenadas por meses, diversas mini -y a veces no tan mini- hagiografías. / Con la esperanza de que, leyéndolas el lector sonría, descubra la voluntad de Dios, y una estrella ilumine los ojos de su corazón.- Jorge Sans Vila