Y tomé por abogado y señor al glorioso san José,
y encomendéme mucho a él. Vi claro que así de
esta necesidad como de otras mayores de honra y
pérdida de alma, este padre y señor mío me sacó
con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo
hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya
dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes
mercedes que me ha hecho Dios por medio de
este bienaventurado santo.          Teresa de Jesús

JOSÉ (s. I). Pío XII en 1955 «bautizó» el uno de mayo poniéndole el nombre de san José: «En este día 1 de mayo, que el mundo del trabajo se ha adjudicado como fiesta propia, Nos, Vicario de Jesucristo, queremos afirmar de nuevo solemnemente este deber y compromiso, con la intención de que todos reconozcan la dignidad del trabajo y que ella inspire la vida social y las leyes fundadas sobre la equitativa repartición de derechos y de deberes. Tomado en este sentido por los obreros cristianos el 1 de mayo, recibiendo así, en cierto modo, su consagración cristiana, lejos de ser fomento de discordias, de odios y de violencias, es y será una invitación constante a la sociedad moderna a completar lo que aún falta a la paz social. Fiesta cristiana, por tanto; es decir, día de júbilo para el triunfo concreto y progresivo de los ideales cristianos de la gran familia del trabajo. A fin de que quede grabado este significado nos place anunciar nuestra determinación de instituir, como de hecho lo hacemos, la fiesta litúrgica de San José Obrero, señalando para ella precisamente el día Uno de Mayo» (1 mayo)

RICARDO PAMPURI (1897-1930). Un Pedro Tarrés italiano. Se llamaba Herminio Felipe. Estudió medicina en Pavía, ganando la batalla en 1921, pese a haber sido movilizado durante la Primera guerra mundial. En Marimondo ejercía de «hombre bueno, perito en el arte de curar» y de «diácono» de la parroquia sin serlo, hasta que a los treinta años se hizo Hermano de San Juan de Dios, con el nombre de Ricardo. «Fatebenefratelli» le cuadraba a la medida. Una pleuritis fue la gracia que de golpe se lo llevó al cielo, cuando tenía 33 años (1 mayo)

JEREMÍAS (s. VII a. C.). «Jeremiada»: Lamentación o muestra exagerada de dolor, dice el Diccionario. / «Jeremías»: (Del nombre del profeta Jeremías, por alusión a sus célebres trenos). Persona que continuamente se está quejando. / «Treno»: Canto fúnebre o lamentación por alguna calamidad o desgracia. Por antonomasia, cada una de las lamentaciones del profeta Jeremías. ¡Pobre Jeremías! // A Jeremías le tocó vivir uno de los momentos más difíciles de su pueblo: la caída de Jerusalén y el destierro en Babilonia. Natural de Anatot, recibió la vocación profética cuando tenía 23 años. El Señor le exigió no casarse, como signo para sus ciudadanos del desastre final que estaba a las puertas. No le agradaba el mensaje que debía predicar, ya que provocaba la burla de sus contemporáneos y además le acarreó persecuciones por parte de otros profetas y de la mayoría de sus ciudadanos. Esto provocó en él una prolongada crisis vocacional. Pero la superó: no dijo «no» a lo que el Señor le pedía. Y le pedía luchar por su pueblo. Habló para arrancar y arrasar, para edificar y plantar. Buen transmisor de la palabra de Dios, decía, repetía: «El Señor me dijo...» [Al obrero de Nazaret, a quien también en su vida le tocó no decir «no» a lo que Dios le pedía, le gustará que su fiesta no orille el recuerdo del de Anatot] (1 mayo)

ATANASIO (296-373). «Atanasio era un joven diácono de 23 años, endeble, pequeño de estatura. Arrio tenía la madurez de sus 60 años, de estatura imponente, gran dialéctico, maestro acreditado en exponer las Escrituras. Decía que el Verbo encarnado no era absolutamente igual al Padre, sino la primera y más maravillosa de las criaturas que salieron de la mente y del poder de Dios». Ese sería el telón de fondo de una biografía de Atanasio, el grande. Tiempos en que la formulación del dogma cristiano iba afianzándose. Arrio y los arrianos atacándole, enviándole al destierro cinco veces, desde que fue nombrado obispo de Alejandría. Hombre de fe profunda en Dios: Padre, Hijo y Espíritu. Teólogo de raza. Buen pastor. ¿De dónde sacaría tiempo para escribir páginas tan deliciosas como la «Vida de San Antonio»? Con sentido del humor, en su comentario cuando Juliano el Apóstata lo envió al destierro el 24 de octubre de 362: «No es más que una nubecilla que pronto pasará» (2 mayo)

JOSÉ MARÍA RUBIO PERALTA (1864-1929). Nació en Dalías, Almería, en una familia muy numerosa. Sacerdote a los 23 años, ejerció el ministerio sacerdotal en Chinchón, Estremera y Madrid. Jesuita desde 1906. Murió en Aranjuez. «El apóstol de Madrid», le llamaban. Al canonizarle en la Plaza de Colón el 4 de mayo de 2003, Juan Pablo II resumió su vida con estas palabras: «Vivió su sacerdocio, primero como sacerdote diocesano y después como jesuita, con una entrega total al apostolado de la Palabra y de los sacramentos, dedicando largas horas al confesionario y dirigiendo numerosas tandas de ejercicios espirituales en las que formó a muchos cristianos que luego morirían mártires durante la persecución religiosa en España. “Hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace” era su lema» (2 mayo)

FELIPE y SANTIAGO (s. I). Felipe llevó a Natanael a Jesús asegurándole que era el Mesías anunciado por las Escrituras (Jn 1, 44-48). Pasó recado al Maestro de que unos griegos querían entrevistarle (Jn 12,20-22). Jesús le invitó a reconocer al Padre, visible en el Hijo hecho hombre (Jn 14, 8-11). Santiago, hijo de Alfeo (Mt 10, 3), llamado el Menor (Mt 15,40), era pariente del Señor y presidió la comunidad eclesial de Jerusalén (Hech 12,17; 15, 13-21; Gál 1,19). Una de la Cartas del Nuevo Testamento lleva su nombre. Les recordamos juntos este día porque según una antigua tradición sus reliquias fueron colocadas bajo el altar de la basílica de los Doce Apóstoles en Roma a mediados del siglo VI (3 mayo)

ANSFREDO (+ 1010). Me recuerda a mi padre, al que le oí decir más de una vez: «Si se muere tu madre, me voy a Poblet». Conde de Brabante y caballero al servicio del emperador Otón III y de Enrique II, en el año 992 construyó un monasterio en Thorn para su hija y su mujer. Al quedase solo, planeaba hacerse monje. Pero no le dejaron porque le hicieron obispo de Utrech. Creía en el poder evangelizador de los monasterios, como hoguera de vida cristiana, por lo que fundó el monasterio de Fohorts (Heiligenberg). Al quedar ciego, se retiró a su monasterio (3 mayo)

XXX (+ 258). Para muchos, Cirta, capital de Numidia, es célebre por la guerra de Yugurta, que cuenta Salustio con pelos y señales. Pero para mí lo es más porque en Cirta murieron mártires en la persecución de Valeriano, dos obispos desterrados y encarcelados allí (Agapio y Secundino), un soldado (Emiliano), dos vírgenes cristianas (Tertula y Antonia) y XXX (Tras esas tres equis se ocultan: «mulier quaedam cum suis geminis» [una madre con sus dos hijos gemelos]). El 4 de mayo todos los años me encomiendo a san Agapio y san Secundino, a san Emiliano, santa Tertula y santa Antonia, pero especialmente a los tres mártires de las XXX. Confiando que, cuando llegue al cielo, el Señor me los señale con el dedo, y me deje acercarme a ellos para preguntar a los gemelos por el nombre de su madre, y escuchar cómo ella los llama a ellos (4 mayo)

CEFERINO JIMÉNEZ MALLA (1861-1936). El Pelé era gitano. No en la acepción 4ª del Diccionario de la Real Academia Española: «Que estafa u obra con engaño», sino todo lo contrario. Tanta era su fama de honrado a carta cabal que en una ocasión en que se le acusó injustamente de haber estafado, el juez terminó la vista diciendo proféticamente: «El Pelé no es un ladrón, que es san Ceferino Jiménez, patrono de los gitanos». Honrado tratante de ganado, «ni compraba caballerías con defectos, ni le gustaba engañar a los payos». Hijo de padres nómadas, no se sabe con exactitud ni la fecha ni el lugar de su nacimiento. Sí que hacia 1879 se estableció en Barbastro. Nunca fue a la escuela, pero estaba dotado de una prodigiosa inteligencia natural. Hombre de profunda religiosidad, entregado a la oración, miembro de la Adoración Nocturna, de la Conferencia de San Vicente de Paúl y de los Terciarios Franciscanos. Los pobres eran como las niñas de sus ojos. En julio de 1936, por encararse con unos milicianos, que querían llevarse prisionero a un joven sacerdote, diciendo: «Válgame la Virgen, tantos hombres contra uno y además inocente», se arrojaron sobre él y, al registrarle, le encontraron un rosario, motivo por el que le detuvieron. Pero no dejó que se lo quitaran. A primeros de agosto, Santa María de las Nieves se lo llevó de las tapias del cementerio de Barbastro al cielo, rosario en mano entrelazado con la palma del martirio (4 mayo)

MÁXIMO DE JERUSALÉN (+350). Corporalmente, un Máximo algo mínimo desde que en la persecución de Maximino Daza le sacaron un ojo, le quemaron un pie y le condenaron a trabajos forzados en una mina. Pero le creció el alma. Tanto que sucedió a San Macario como obispo de Jerusalén. Buen hombre -creía que todo el mundo era bueno-, no le quedaba mucho tiempo para estudiar teología. Así los arrianos le camelaron para que firmara contra el autoritarismo de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), diríamos con lenguaje de ahora. El malo entonces era Atanasio de Alejandría, padre de la ortodoxia, columna de la Iglesia, campeón de la divinidad de Jesucristo. Menos mal que a tiempo se dio cuenta de que el dogma es el dogma, de que existe la «caritas veritatis», que no basta la «buena fe» en cuestiones de fe. [Hay santos antiguos que no pierden actualidad] (5 mayo)

EUTIMIO (+ 305). Diácono y mártir en Alejandría. ¿Sólo? Mucho más. A muchos ese nombre remoto, del que sólo sabemos esos datos, nos recuerda a don Eutimio (1920-2000).
     «Don Eutimio entregó a la diócesis de Plasencia 27 años de su vida, y sin duda los más ricos en vitalidad, ya que no comenzó aquí el ministerio ni le tocó entre nosotros el desgaste de la ancianidad.
     Yo era un joven de 17 años cuando vino a nuestro Seminario. Recuerdo perfectamente su figura, su talante, su entrega, su sabiduría y santidad. Sus pláticas y meditaciones calaban muy hondo y nunca nos dejaban indiferentes. Los primeros años los dedicó íntegramente a los seminaristas y, en segundo término, a las personas que iban descubriendo su valía como confesor y director de espíritu. Poco a poco iba aumentando su tarea de ayuda y dirección espiritual a religiosas, sacerdotes y laicos con quienes iba contactando.
     Como suele ser normal, al ser Director Espiritual del Seminario, dirigía meditaciones (siempre larguísimas) cuyos últimos minutos adquirían una profundidad y contundencia impresionantes, confesaba, recibía en su habitación donde nos dedicaba tiempo sin límite... Poco a poco iba forjando nuestro espíritu y madurando la vocación. Pero su entrega y atención iba más lejos. Por los años de Filosofía caí enfermo y me diagnosticaron unas fiebres paratíficas, que me tuvieron postrado tres meses. A eso de las tres o las cuatro de la madrugada aparecía invariablemente Don Eutimio por mi habitación para preguntar cómo me encontraba y si había tomado la medicación correspondiente. Este es uno de los innumerables gestos y detalles que tenía con todos, no sólo conmigo.


     No pasó mucho tiempo, y ya conocía y le conocían nuestras familias. Entonces éramos más de cien los seminaristas, y fue visitando a todos los nuestros. Después se propuso acompañar a los jóvenes sacerdotes que salían del Seminario. Con cierta frecuencia, y sin previo aviso, se hacía presente por nuestras casas. Cualquier hora era buena. Si no estábamos, esperaba hasta que lograba encontrarnos. Si era la hora de la siesta y pensaba que podía molestar, esperaba en la entrada sin llamar hasta que alguien se hiciese presente. Y nunca se iba sin dejarnos bien confesados y «repasados»... Después hizo extensivo este servicio a todos los sacerdotes de la Diócesis que quisieran su presencia; que eran prácticamente la totalidad.
     De tal manera potenció la formación permanente que consiguió que prácticamente todo el clero joven, y muchos mayores, pasáramos por los cursos de verano que organizaba la Universidad de Comillas, entonces en Santander. El que tenía dificultades económicas no hacía falta que lo expresara; ya de antemano le comunicaba que tenía el cursillo abonado. ¿De dónde salían los fondos? Sólo él lo sabía. También en este tema daba un verdadero testimonio. Se puede decir que «lo leía todo»: revistas, libros, artículos, trabajos interesantes sobre dirección espiritual, Seminario, sacerdotes, pastoral. Cursillos, conferencias... en la Diócesis o donde pudiera acudir él.
     Su aportación para la famosa «Asamblea Conjunta», su celebración y desarrollo en nuestra Diócesis, fue indescriptible. Sin entrar a juzgar sus aciertos y errores, eran tiempos duros y difíciles, él se entregó sin regatear tiempo, entusiasmo, medios, bienes... potenciando una línea eclesial y pastoral de Vaticano III. Era un verdadero profeta de nuestro tiempo.
     En su vida personal era austero, entregado, un hombre todo de Dios y testigo del evangelio. Vivía intensamente la experiencia de oración y en ella nos educó a cuantos estuvimos encomendados a su dirección y cuidado espiritual. ¡Cuánto bien nos hizo en este aspecto! El Rector del Seminario sabía, como todos lo conocíamos, que pasaba la mayor parte de la noche en oración. Una vez, a eso de las tres de la madrugada, se pasó por la capilla para invitarle a descansar. Lo hizo y lo encontró dormido; la respuesta de Don Eutimio fue: «Deja que el perro duerma a los pies de su amo».
     Fue una verdadera gracia de Dios su presencia entre nosotros. Se nos ha ido un santo» (Juan Bautista Lobato)
     Seguro que al San Eutimio alejandrino le encantará que, a falta de fotografías de su rostro, le recordemos con los rasgos de san Eutimio II (5 mayo)

LUCIO DE CIRENE (s. I). «En la iglesia de Antioquia había profetas y doctores: Bernabé, Simón el Moreno, Lucio el de Cirene, Manaén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo» (Hech 13, 1). Dicen los que saben que en los Hechos de los apóstoles figuran 3 listas significativas: la de los apóstoles (Hech 1, 13), la de los 7 diáconos (Hech 6, 5), y la de los 5 profetas y doctores de Antioquia. Que cada lista está situada al comienzo de una nueva expansión del evangelio. El de Cirene está en la tercera. ¿Más nada? Más mucho. Sabemos bastante de Pablo. ¿Sabemos algo más de unos cuantos apóstoles, de varios diáconos? Sabemos que la Luz se extendió de Oriente a Occidente por obra y gracia de muchos profetas y doctores luminosos aunque no todos llevaran el nombre de Lucio (6 mayo)

DOMINGO SAVIO (1842-1857). Alumno predilecto de san Juan Bosco en Turín, murió a los 15 años. Pero la edad no importa para ser santo. Su lema era: «la santidad consiste en estar alegre». No hizo, gracias a Dios, nada más extraordinario que eso: vivir con plenitud su fe de alegre adolescente. Buen discípulo de buen maestro (6 mayo)

PEDRO NOLASCO (1182-1245). Gastó su vida entera rescatando a cristianos cautivos. En vez de teorizar sobre la «liberación», liberó. «La verdadera contaminación es la de las manos limpias». Pedro no se preocupó de sus manos: ríos de dinero las atravesaron, porque no se rescatan cautivos sino pagando; porque no se sueltan las cadenas sino rompiéndolas materialmente. Que el que fundó a los mercedarios para visitar y redimir cautivos nos ayude a romper las cadenas que nos impiden correr hacia la liberación urgente de nuestras perezas y de nuestra falta de compromiso con los más necesitados (7 mayo)

GISELA (+ 1060). Abadesa del monasterio benedictino de Niedernburg, junto a Passau, murió el año 1060. Cuando las monjas le preguntaban por su vida en la corte, sonriendo, les recordaba lo mucho que la quería su padre, el emperador San Enrique, de lo que sufrió cuando falleció de accidente su único hijo San Emerico, pero sobre todo hablaba de su esposo, San Esteban I de Hungría. Fueron 41 años sirviendo al pueblo de Hungría juntos, con los súbditos pasando de nómadas a agricultores, de paganos a cristianos. «Fundador de Hungría» es el título que la historia ha reservado para Esteban, ella en la sombra. Al morir Esteban, marchó –la marcharon– de casa y de la patria con las manos vacías, pero con el corazón lleno de nombres, y permaneciendo en el corazón de su pueblo (7 mayo)

AGOSTINO ROSCELLI (1818-1902). Sacerdote de segunda, al que nunca llamaron a predicar en público. Pero que confesaba en la Consolazione de Génova a los hijos de Dios que acudían uno a uno. De haber vivido en el siglo XX quizá José Corts Grau hubiese escrito de él esto:
     «Hojeando diarios atrasados, me he encontrado con una esquela mortuoria. Sencillamente, una esquela. Conmueve ver marcharse así, tan en silencio como vivió, a este ministro del Señor que había consumido su vida entregado a su misión sacerdotal sin otro afán que el de salvar almas. Fue durante cincuenta años largos mediador entre Dios y los hombres. Nada más. Nada menos. Cualesquiera otras pretensiones le hubieran parecido incongruentes, tal vez degradantes.
     Resistió la rutina cotidiana, el cansancio, las prisas ajenas, las abrumadoras sesiones de confesonario. Conocía sordideces morales y físicas de muchas pobres gentes. Tiró a última hora de infinidad de moribundos sin arredrarle incomprensiones y empecinamientos. Venció con su mansedumbre toda resistencia. En cambio, parece que no pudo resistir el homenaje con motivo de sus bodas de oro sacerdotales, al que acudimos muchos por pura gratitud.
     Confesaba. Es difícil, al perdonar, no marcar las distancias. No debe de ser fácil, al absolver, infundir alientos, rejuvenecer a ese hombre que se postra cansado de sí mismo, de sus culpas de siempre, de su infidelidad, a ese hombre que siente las náuseas de su propia tibieza. Tiene gracia, por cierto, que llamemos infieles a quienes no conocen todavía a Cristo: cuando los infieles somos nosotros, los que después de conocerle, le hacemos traición.
     Este sacerdote escuchaba y comprendía, y sus palabras conectaban con las tuyas. Comprendía desde donde la comprensión es clara: desde la caridad y la humildad, que crecen juntas. «No puedo yo entender -escribe santa Teresa- cómo haya ni pueda haber humildad sin amor, ni amor sin humildad, ni es posible estar estas virtudes sin gran desasimiento de todo lo criado». Por humilde y desasido, no le deslumbraban esas pequeñas cosas -dinero, poder, sabiduría terrena- que suelen entontecer al soberbio.
     Tampoco se había propuesto ser comprensivo como si la comprensión fuera un deporte; vivía abnegadamente cerca de Dios y el corazón se le iba dilatando. Cuanto más cerca de Dios quien escucha, más fácil la transparencia del alma, más sencilla la confesión.
     Amaba humildemente a sus hermanos y los llamaba al amor de Dios. Nos hemos habituado a pasar por la confesión como por un mero trámite para la comunión, y olvidamos a veces que la penitencia es un auténtico acto de amor. Hay que ir al confesonario a acrecentar nuestra capacidad de unión con la Iglesia, en definitiva nuestra capacidad de amar. Nuestras confesiones tendrían entonces una fuerza de purificación y de unidad insospechadas.
     Sí, conmueve ver marcharse así, tan en silencio como vivió, a este sacerdote. Y uno va comprendiendo, al recordarle, muchas cosas que no están en los libros: lo que será como ofertorio supremo la muerte cuando fue un constante y trabajoso ofertorio la vida. Lo que será para un alma de apóstol el descanso eterno. Lo que será verse de pronto y para siempre bañado en paz y en claridad» (7 mayo)

BENEDICTO II (+ 685). Romano, fue educado en la «schola cantorum», institutida por el papa Gregorio Magno para la formación del clero. «Amante de la pobreza, humilde, manso, benigno, piadoso, tolerante, paciente, generoso», fue papa sólo 11 años. En vez de 12. Porque elegido en julio del año 683, sólo fue consagrado el 6 de junio del 684. ¿Por qué? Porque se necesitaba la confirmación del emperador, que tardó en llegar casi un año. «El hecho más importante de su pontificado fue la supresión de tal costumbre que, en unos tiempos en que las comunicaciones con Constantinopla, debido a la invasión de los bárbaros y la avanzadilla de los árabes, se habían vuelto muy difíciles y peligrosas, comportaba retrasos que podían durar años enteros, como sucedió con el papa anterior León II». Iglesia divino-humana entonces, no solo; pecadora y santa, siempre. ¡Y no hay otra! (8 mayo)

WIRO (s. VIII). Apóstol de Frisia junto con san Wilibrordo. Fue obispo de Utrech. Es una lástima que los santos con «W» tengan tan poco eco entre nosotros. Tendríamos que ser más universales, más católicos. Y no olvidar que san Wulstano, san Wulmaro, san Wulfrano, san Wulferio... san Wiro son santos con gran sentido del humor, que falta nos hace en este valle de lágrimas (8 mayo)

ISAÍAS (s. VIII a. C.). «Profeta, en tiempos de los reyes de Judá: Ozías, Jotán, Acaz y Ezequías, enviado a decir al pueblo infiel y pecador que el Señor Dios es fiel y salva, y cumple lo prometido, al que los judíos mataron reinando Manasés», esto es lo que dice el martirologio romano del gran Isaías. Poco, realmente. Pero suficiente para que, desdibujada su figura, recordemos sus oráculos mesiánicos, los poemas de la consolación y el nuevo éxodo, los cantos del siervo, los himnos a Sión... sus palabras, las más densas del Antiguo testamento y las más presentes o aludidas en el Nuevo. Los investigadores hablan del Primer Isaías, del Segundo y del Tercero. Profeta, gran profeta, del que se ha cumplido su deseo: que me salven la voz, cuando me muera (9 mayo)

PACOMIO (292-347). Es para Oriente, lo que San Benito fue para Occidente: el fundador del cenobitismo. Nació en la alta Tebaida, de familia pagana. De joven le obligaron a hacer el servicio militar. Encarcelado con los de su compañía, le sorprendió la caridad de los cristianos con el grupo. Al preguntarles qué les movía a actuar así, le contestaron: «el Dios del cielo». Quiso conocerlo. Desde su bautismo (313) se sintió atraído hacia una vida monástica al servicio de sus hermanos. Gran abad. Poseía el don de juzgar a los hombres, de granjearse su fidelidad, de organizar su colaboración. No era ciertamente una inteligencia abstracta. Al morir, millares de monjes de nueve monasterios «le lloraron», diríamos nosotros. Ellos prefirieron cantar salmos y escribir su vida. Para no olvidarle. Se conservan diversas Vidas coptas, Vidas griegas y una Vida latina. También escribió cartas en leguaje críptico, traducidas por San Jerónimo, recientemente descubiertas en copto y en griego. [¡Se necesita valor por parte del traductor!] (9 mayo)

JOB. «Era un hombre recto e íntegro, que temía a Dios y se guardaba del mal». Que conocía a Dios sólo de oídas, pero al final (después de un túnel muy largo) le vio con sus ojos. Pero… Su culto litúrgico está muy extendido por Oriente. Pero… A los orientales les interesan menos los datos históricos del Job histórico que las vivencias, las ideas, las preguntas del hombre paciente, del hombre que discute con el Poderoso, que critica a Dios. Estaría bien que leyéramos despacio esa obra maestra de la literatura universal. A partir de hoy, fiesta de San Job. A capítulo por día son solo 42 días [Y al terminar -consejo de amigo- seguir con los 126 capítulos de Don Quijote de la Mancha, sin preguntarse por el DNI de Alonso Quijano el Bueno, llamado comúnmente «don Quijote de la Mancha»] (10 mayo)

Aquel Señor que hiere,
sabe lo que hace, y hace lo que nos cumple;
y por eso, pecho por tierra,
habemos de adorar sus juicios
y conformarnos con su voluntad.
Juan de Ávila

JUAN DE ÁVILA* (1499-1569). Aquel gran maestro de santos dice en la carta 225, escrita desde Granada en 1538 a un discípulo: «También me parece que haga un cartapacio en el cual ponga por abecedario las máximas que le parecieren, así como amor Dei, amor proximi, de abstinentia, de blasphemia, y lo que hallare en lo que leyere, ansí en la Sagrada Escriptura como en los santos. Lo que hace para cada cosa, póngalo debajo del título, y en esto puede gastar algo de la tarde». He aquí 4 máximas entresacadas de sus escritos con las que el maestro nos sigue enseñando (10 mayo):

TRISTEZA. Buen manjar ofrece con amarga salsa quien sirve a Dios con tristeza, porque él más quiere en el dador alegría que dádiva, y agrádale mucho el corazón libre de toda desaprovechada tristeza.
PRUEBAS. Grande gracia no da Dios, sino con mucha probación.
PRUDENCIA. Mirad dónde ponéis el pie, para que por hacer el bien a otros no os hagáis mal a vos.
PROVIDENCIA. Puesto está Dios en talaya, contando todos mis pasos.

    * Para leer un esbozo de biografía: http://www.pastoral-vocacional.org/hojas_vocacionales/438.html

GANGULFO (+ 760). [Hay amigo míos que con sonrisa socarrona me comentan: ¿De dónde sacas esos santos tuyos tan desconocidos, tan de tiempos pasados? ¿Por qué no nos cuentas la vida de los santos modernos? Yo me limito a recordarles aquello de Rahner: «El hombre-de-hoy además de ser «de hoy» es hombre, y su ser hombre rebasa su hodiernidad». | Hoy ahí va un santo de ¿cuándo?] Hijo de familia noble, fue educado cristianamente. Se casó con una muchacha de noble familia. Pepino el Breve valoraba mucho la fidelidad y la compañía de Gangulfo. Una vez, al regresar a casa descubrió que la noble señora de su esposa se había desafinado mucho. «Su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió separarse de ella en secreto». Lo hizo. El ángel del Señor no se le apareció, sino el desafinador, que lo mató, por encargo de la ex-noble señora esposa. Desde el 11 de mayo del año 760 los cristianos de Vienne lo veneran como mártir (11 mayo)

MATEO LE VAN GAM (+ 1847). En noviembre (el 24) se hace memoria colectiva de 117 mártires asiáticos, encabezados por Andrés Dung-Lac, Tomás Thien, Manuel Phung, Jerónimo Hermosilla, Valentín Berrio Ochoa y Teófanes Venard. Bosque frondoso. Pero a lo largo del año se les recuerda individualmente, en la fecha exacta de su muerte, día de su nacimiento para el cielo. A Mateo el cielo le tenía sin cuidado, cuando se ofreció para llevar disimuladamente en su barco a unos misioneros que iban a la Cochinchina de entonces (actual Viet Nam). El barco no es que naufragara, es que los agentes del emperador Thieu Tri les descubrieron. Mateo, después de «navegar» en la cárcel durante un año, el 11 de mayo de 1847, camino de patíbulo pudo decir no «¡Tierra!» como el grumente aquel, sino: «¡Cielo!». Realmente: «En Dios se descubren nuevo mares cuanto más se navega» (11 mayo)

GUY DE LARIGAUDIE (1908–1940). Aventurero. La tarde del 11 de mayo de 1940, en misión de reconocimiento de un bosquecillo situado en el Luxemburgo belga, cae muerto. En su bolsillo encontraron esta carta:
     «Hermana: Estoy en la refriega. Puede que no vuelva. | Tenía hermosos sueños y grandes proyectos. Sin embargo, si no fuera por la inmensa pena que esto va a causar a mi pobre madre y a los míos, saltaría de gozo. Tenía tanta nostalgia del cielo…., y ahora presiento que pronto va a abrirse la puerta. | Al ser tan grande mi deseo del cielo y de la posesión de Dios, el sacrificio de mi vida no es tal sacrificio. | Había soñado llegar a ser un santo y un modelo para los lobatos, scouts y routiers. Demasiada ambición quizá para mi talla. Pero así era. | Formo parte de un escuadrón de caballería y me hace feliz pensar que mi última aventura sea a caballo. | Le agradezco, Hermana, que haya rezado tanto por mi y durante doce años haya seguido el camino, a veces titubeante, de mi alma. La constante oración desde el Carmelo ha sido mi salvación. | Cuando se entere de mi muerte, le agradeceré que escriba a mi madre para consolarla. Dígale que no llore. ¡Voy a ser tan feliz allá arriba! Que piense que he ido a una lejana tierra, mucho más bella que las islas de coral, en la que voy a disfrutar de la luz, de la hermosura y de todo el amor del que estaba tan y tan sediento. | Hermana, esto es lo que quería decirle. Ahora ya sólo me queda correr alegremente hacia mi última aventura. | Su hermano en Nuestro Señor, Guy de Larigaudie».
     En: http://www.abandono.com/Maestros/Larigaudie/Buscando00.htm está «Etoile au grand large» (Buscando a Dios, en español), con «Pensamientos», «Reflexiones» y «Prólogo» del Padre Forestier, que le conocía bien (11 mayo)

PANCRACIO (s. IV). «Que lo supera todo», como su nombre indica, o cuando menos la falta de datos históricos. Ciertamente el papa San Símaco construyó una basílica sobre su sepulcro. Y el cardenal Wiseman en la novela «Fabiola» trazó una bellísima silueta del adolescente romano mártir. Con ese telón de fondo da gusto rezar hoy: «Señor, que se alegre tu Iglesia, confiada en la protección de san Pancracio, y que por los ruegos de tu mártir se mantenga fiel a ti y se consolide en la paz verdadera» (12 mayo)

DOMINGO DE LA CALZADA (+ 1109). «Ser en la vida romero, romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos, ser en la vida romero, sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo... ser en al vida romero, romero, sólo romero». ¡Qué bien le sonarían a Domingo de Viloria los versos de León Felipe! Pastor a orillas del Ebro, descubrió el valor del silencio. Quiso hacerse monje. Ni en San Millán de la Cogolla, ni en Santa María de Valvanera había sitio para él. Después de vivir cinco años eremíticamente, al ver que los romeros que iban a Santiago encontraban muchas dificultades, decidió allanarles el camino, construyendo puentes, levantando albergues, abriendo calzadas... San Juan de Ortega y Santo Domingo empezaron a llamarle Domingo el de la calzada. Los de la ciudad de Santo Domingo de la Calzada se glorían ahora de llevar su nombre (12 mayo)

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE FÁTIMA (13.5.1917). - ¿De dónde es su merced? - Mi patria es el cielo. - ¿Y qué desea de nosotros? - Vengo a pedirles que vengan el 13 de cada mes a esta hora (mediodía). - ¿Y nosotros también iremos al cielo? - Lucía y Jacinta, sí. - ¿Y Francisco? (Los ojos de la aparición se vuelven hacia el jovencito y lo miran con expresión de bondad y de maternal reproche mientras va diciendo:) - Él también irá al cielo, pero antes tendrá que rezar muchos rosarios. | Encuriosados con lo de los secretos de Fátima, olvidamos el mensaje: que hay que rezar el rosario. || Dios te salve, María / las olas vienen; / Santa María, / las olas van. / Dios te salve, María, / rezan las olas; / Santa María, / reza la mar. // Dios te salve, María, / es el rosario, / Santa María, / sin acabar. // Gloria Patri: un punto / sonríe el Padre, / y reza el mundo. / Amén, y Dios también (13 mayo)

Il est midi. Je vois l’église ouverte. Il faut entrer.
Mère de Jésus-Christ, je ne viens pas prier.
Je n’ai rien à offrir et rien à demander.
Je viens seulement, Mère, pour regarder.
Vous regarder, pleurer de bonheur, savoir cela
que je suis votre fils et que vous êtes là
rien que pour un moment pendant que tout s’arrête.

ANDRÉS HUMBERTO FOURNET (1752-1834). El cardenal Montini estaba convencido de que toda vocación al sacerdocio tenía como telón de fondo una figura sacerdotal. A mí me llama la atención descubrir la cantidad de sacerdotes que tuvieron un tío sacerdote. Y naturalmente me encanta subrayar que una vez ordenado sacerdote san Andrés Fournet fue enviado como coadjutor a la parroquia de Haines, cuyo párroco era un tío paterno suyo; y que años después fue nombrado párroco de St. Phè-a-Moville, sucediendo a otro tío suyo. No extraña nada que ya anciano aquel santo varón les mentara tanto. El «Bon Père» Fournet sufrió en propia carne el terremoto de la Revolución francesa, hasta el punto de tener que escapar a España para salvar la vida. Al amainar el temporal, pudo volver a su parroquia, donde tuvo que reparar mucho desperfecto. Para ganar tiempo, y practicar mejor las obras de misericordia, con Isabel Bichier fundó la Congregación de las Hijas de la Cruz (13 mayo)

MATÍAS (s. I). Es el santo, el apóstol, que de suplente pasó a titular cuando Judas mereció la tarjeta roja. Estar en el banquillo dispuesto a suplir al que juega mal, también tiene su mérito. Y luego saber luchar como si uno fuera titular. Lo que importa es el equipo. Sí, le ficharon para un equipo de primera. Matías había acompañado a Jesús durante su vida pública y por ello fue elegido para ser testigo de la resurrección. Desconocemos donde predicó y donde murió. Bueno (14 mayo)

MARÍA DOMINICA MAZZARELLO (1837-1881). El 8 de octubre de 1864 Don Bosco, invitado por el párroco Don Pestarino, fue a Mornese. Le llamó la atención la alegría serena y serenante de Maìn (así la llamaban los suyos). Ella al llegar a casa dijo: «Don Bosco es un santo ‘e io lo sento’». Cuando 8 años después, el fundador de los salesianos se decidió a fundar las salesianas, con la primera que contó fue con Maìn. «La gioia è il suo forte» decían de ella. Como los hijos se parecen mucho a sus padres, a las salesianas se las distingue fácilmente. Realmente la única prueba de la existencia de Dios, es la prueba de la alegría (14 mayo)

TORCUATO (s. II). Y con él Segundo, Indalecio, Tesifonte, Eufrasio, Cecilio y Hesiquio: los llamados «Varones apostólicos», escogidos por los apóstoles para evangelizar el sur de España, la Bética. La falta de documentos no es argumento suficiente para dudar de su venida. Con esos u otros nombres hubo quienes vinieron a hablarnos de Jesús. Son nuestros padres en la fe (15 mayo)

ISIDRO (s. XII). En un tiempo en que la «clase» olvidada es la de los campesinos, conviene recordar a un santo que dedicó toda su vida a ser un buen trabajador del campo. Y que -preparada por Toribia, su santa mujer- compartía la comida con los más pobres que ellos. Sin olvidar que -cada mañana antes de su trabajo- era un santo de misa diaria (15 mayo)

ELESBAAN (+ 555). Los abisinios lo llamaban Caleb-Negus. Rey cristiano de Etiopía luchó victoriosamente contra el usurpador Du Nuwas que perseguía con saña a los cristianos. Tras un reinado accidentado, durante el cual dio muestras a veces de un carácter cruel y vengativo, abdicó en favor de su hijo y se hizo monje en Jerusalén donde vivió pobre y penitente, intentando olvidar los resabios monofisitas que le llevaban a venerar tanto la divinidad del Verbo que por ella sacrificaba la humanidad auténtica de Jesús, haciendo que la absorbiera la divinidad. El Señor en el año 555 le dijo: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Buen modelo para los que a veces tenemos nuestro «carácter» y andamos flojos en catecismo (15 mayo)

SIMÓN STOCK (1165-1265). Los artistas lo representan como un anciano que recibe el escapulario de manos de la Virgen. De hecho fue uno de los primeros ingleses que ingresaron en la orden del Carmen, llegando a ser el VI superior general en 1247. Contribuyó a que se fundaran conventos de la orden en las principales ciudades universitarias: Cambridge, Oxford, París, Bolonia... Modelo en el amor a la Madre de Jesús. «Dios Todopoderoso que suscitaste en san Simón Stock un amor ferviente a la santísima Virgen María bajo su advocación del Carmen, te pedimos que crezca cada vez más en nuestro corazón la devoción a la Madre de tu Hijo y que este amor produzca frutos de salvación». (16 mayo)

MARGARITA DE CORTONA (1247-1297). «Apasionada, llena de ardor, de entusiasmo, extremosa...» dice el examen morfo-psicológico de su bello rostro. Extremosa: de amante del señor de Montepulciano a penitente al cuidado de los pobres, de consejera de altas figuras a pobre mujer abandonada. «¿Qué quieres, pobrecita?» le pregunto el Señor. «Nada, sólo a Ti» (16 mayo)

POSIDIO (370-440). Fuera de contexto, su nombre resulta poco significativo. Sin embargo cuando se le junta a Agustín de Hipona y a Alipio de Tagaste entonces los armónicos crecen en sonoridad. Y es que vivió no sólo a la sombra sino a la luz de san Agustín. Obispo de Calama en la Argelia actual, como ellos, luchó contra los mismos adversarios: los donatistas (una especie de racistas de gran tonelaje: «Sólo Africa huele bien, el resto del mundo está podrido» decían; ¡vaya club de finolis!) y los pelagianos (tan autosuficientes como no pocos contemporáneos nuestros, atribuían la salvación a la acción exclusiva del hombre; graciosos que no creían en la gracia). Al echarle los vándalos de Calama, se refugió en casa de Agustín, y así pudo acompañarle en su última enfermedad. Tras su muerte escribió la «Vida» del obispo de Hipona. Dicen que sin intentarlo dibuja un retrato de sí mismo. Por algo en una carta dice de él Agustín: «Santo hermano y amigo mío, en quien hallarás un expresivo retrato mío. Ha sido educado por mí a fuerza de desvelos, lo he alimentado con el pan del Señor» (16 mayo)

PASCUAL BAILÓN (1548-1592). Aragonés, natural de Torrehermosa. Los Bailón eran campesinos. Pasó su adolescencia haciendo de pastor. Sabía contemplar la naturaleza. Se hizo franciscano en Valencia. Los últimos cuatro años de su vida los pasó en Villareal, casi siempre a los pies del Santísimo Sacramento. Ejemplar patrono de las asociaciones eucarísticas (17 mayo)

ANTONIA MESSINA (1919-1935). Otra María Goretti (6 julio). Otra Pierina Morosini (12 abril). Era de Orgosolo, Cerdeña. Tenía 16 años. Era de Acción Católica. Iba a recoger leña. Uno piensa en Isaac subiendo al monte Moria (Gn 22): Padre, tenemos el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto? El cordero era ella (17 mayo)

JUAN I (+ 526). En la serie de papas que han llevado el nombre de Juan no ha habido mucha suerte, en cuanto a figurar en la lista de los santos canonizados. Sólo el último, Juan XXIII, y el primero. A Juan, al que llamamos I, desde que otros papas llevaron este nombre, le santificaron los políticos. Aunque suene extraño. Su antecesor, san Hormisdas, consiguió que Constantinopla y Roma hicieran las paces. Pero al rey ostrogodo de Roma, Teodorico se llamaba, que encima era arriano, esto, la unidad de los cristianos, le sentó mal. Al nuevo pontífice Juan le obligó, de malos modos, a ir a Constantinopla para que el emperador de allí, Justino, devolviera unas iglesias que había quitado a los arrianos y arrianase de nuevo a los arrianos que se habían desarrianado. ¡Que cosas! Cuando regresó el papa Juan del viaje (en Constantinopla le recibieron como vicario de Cristo, celebrando la Navidad en Santa Sofía, coronando al emperador Justino por Pascua), por celos y por despecho le acusó de traición y de conspiración. No atreviéndose a decapitarlo públicamente por miedo al pueblo cristiano, lo retuvo en Rávena, donde el manso y bueno de Juan murió de hambre y malos tratos. En los tres años que fue papa, había tenido tiempo de hacer algo tan trascendental como fijar por fin la fecha de la Pascua (una antigua disputa entre las Iglesias de Oriente y Occidente) aconsejado por Dionisio el Exiguo, que tenía un reloj que se retrasaba un poco (sólo unos cinco años, que no es mucho si uno piensa en la eternidad). Es decir, nuestros calendarios cuentan los años de nuestra era como los contamos gracias al bueno del papa Juan I. Además promovió eficazmente el canto litúrgico, que llamamos gregoriano (18 mayo)

BLANDINA MERTEN (1883-1918). Unamuno inmortalizó a don Casiano, el Maestro de Carrasqueda, que hizo que le llevaran a morir a la escuela, junto al encerado, frente a aquella ventana que da a la alameda del río, apacentando sus ojos en la visión de las montañas en lontananza, que retenían las semillas de los ensueños todos que, contemplándolas, le habían florecido al maestro en el huerto del espíritu. En el encerado había hecho escribir estas palabras del cuarto evangelio: «Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, él solo queda; mas si muriere, lleva mucho fruto». Pues Blandina fue un Maestro de Carrasqueda made in Germany. Nacida en Düppennweiler, maestra nacional en diversas escuelas de Trier, ursulina desde los 30 años, maestra en Saarbrüchen y en Trier hasta que enfermó. Murió en pleno bombardeo, cuando iba a terminar la Primera Guerra Mundial, aquella gran maestra de la paz (18 mayo)

CELESTINO V (1215-1296). Pietro da Morrone fue un santo que no resultó como papa. Dirigía una congregación de ermitaños cuando -a los 85 años- (tras 27 meses de inútiles intentos de los cardenales divididos en tres partidos) lo eligieron papa. Su santidad no fue suficiente para enseñarle a gobernar, pero sí lo fue para hacerle renunciar pronto. Es -por ahora- el único papa que lo ha hecho (19 mayo)

CRISPÍN (1668-1750). Nació en Viterbo, capuchino. Cocinero durante más de medio siglo de los hijos de san Francisco en Viterbo, Tolfa, Roma y Albano. ¿Sólo esto? Ser «hombre bueno, perito en el arte de guisar y aderezar las viandas» no es poco. Cocinaba tan bien, valiéndose de recursos sencillos, que sus hermanos agradecidos a esto y a su ejemplaridad consiguieron que el papa lo beatificase a los 55 años de su muerte (19 mayo)

BERNARDINO DE SIENA (1380-1444). IHS. Todos los sábados al caer el día rezamos en las vísperas aquel himno cristológico que Pablo incrustó en su carta a los Filipenses, que probablemente aprendió en alguna de las comunidades en las que pasó largos años, cuyo origen se remonta a la catequesis primitiva de Pedro: «Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el “Nombre-sobre-todo-nombre”; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre». Era lo que predicaba Bernardino de Siena, «el apóstol del nombre de Jesús». Su bandera: una tablilla con el trigrama IHS sobre fondo azul. [Curiosamente se ha generalizado ver en el acróstico lo de Iesus Hominum Salvator, cuando en realidad eran sólo las tres primeras letras mayúsculas del nombre de Jesús escritas en griego: I(iota) H(eta) S(sigma). Aunque esta vez la ignorancia viera allí algo que es verdad: a Jesús Salvador de los Hombres]. Su último sermón fue en Massa, su pueblo natal. Les dijo: «IHS. Nombre que es misericordia, es perdón. Que el nombre de Jesús resuene en mis oídos, porque su voz es dulce y su rostro bello. ¡Oh nombre glorioso, nombre regalado, nombre amoroso y santo. Por ti las culpas se borran, los enemigos huyen vencidos, los enfermos sanan, los atribulados y tentados se robustecen, y se sienten gozosos todos. Tú eres la honra de los creyentes, tú el maestro de los predicadores, tú la fuerza de los que trabajan, tú el valor de los débiles. Por ti, todos los bienaventurados del cielo son glorificados. Haz, dulcísimo IHS, que también nosotros reinemos con ellos por la fuerza de tu santísimo nombre» (20 mayo)

LIDIA (s. I).  Santa Lidia, ruega al Señor para que nos abra el corazón a los pobres-ricos europeos y aceptemos su Palabra. Tintorera de púrpura, nacida en Tiatira (la actual Ak-Hissar), la primera europea que creyó en Jesucristo oyendo predicar al apóstol San Pablo («El sábado salimos fuera de la ciudad de Filipos y fuimos junto al río. Nos sentamos y estuvimos hablando con las mujeres que se habían reunido. Entre ellas había una llamada Lidia, que procedía de Tiatira y se dedicaba al comercio de la púrpura. Lidia adoraba al verdadero Dios, y el Señor le abrió el corazón para que aceptara las palabras de Pablo. Después de haberse bautizado con toda su familia, nos suplicó: Si consideráis que mi fe en el Señor es sincera, entrad y quedaos en mi casa. Y nos obligó a ello» [Hech 16,13-15] (20 mayo)

HILARIO (s. IV). De este santo obispo de Toulouse no se conserva ni un rasgo de su fisonomía (que quiere decir de su rostro). Cosa que algunos no lamentamos lo más mínimo. Porque las fotografías casi siempre sólo retratan el exterior y siempre le dejan a uno fosilizado en un instante. De san Hilario tenemos su nombre, que quiere decir «el que sonríe». Nos lo imaginamos como un cristiano que creía en Dios («La única prueba de la existencia de Dios es la prueba de la alegría»). Históricamente queda un rasgo ejemplar de su conducta: hizo construir una basílica –de madera, que no andaban los tiempos muy boyantes– sobre el sepulcro de su predecesor, san Saturnino, primer obispo de Toulouse. Es decir no era del género y especie de los orangutanes, de los que se autoafirman negando el pasado. Sabía que el hombre crece sobre un pretérito amontonado (20 de mayo)

CRISTÓBAL MAGALLANES (1869-1927). Nació en el rancho «La Sementera», municipio de Totatiche, Jalisco. Vivió en el rancho durante los primeros 19 años de su vida,  desempeñando oficios sencillos, cuidando ovejas, labrando la tierra y haciendo petates. Sacerdote a la edad de 30 años. Párroco de Totatiche durante veintidós años. Predicó entre los indios huicholes. Procuró mejorar el nivel de vida de sus paisanos y remediar sus necesidades, para lo cual estableció escuelas en el pueblo y en las rancherías. Fomentó la agricultura promoviendo la construcción de presas y bordos de almacenamiento del agua. Pero su trabajo más importante fue la fundación del Seminario Auxiliar de Totatiche. En Totatiche, el 28 de noviembre de 1926, un grupo se levantó en armas contra la tiranía antirreligiosa del Presidente Calles. El Señor Cura Magallanes, eminentemente pacifista, siempre reprobó, en particular y en público, de viva voz y por escrito, que recurrieran a las armas. Escribió: «Ni Jesucristo, ni los Apóstoles, ni la Iglesia han empleado la violencia con ese fin, sino el convencimiento y la predicación por medio de la Palabra. La religión ni se propagó, ni se ha de conservar por medio de las armas». El 21 de mayo de 1927, a las once de la mañana, un grupo de soldados del ejército federal, capitaneados por el General Francisco Goñi, aprehendió al Padre Cristóbal Magallanes quien iba solo, montando un mulo por el camino que conducía al rancho de «Santa Rita». Los soldados le preguntaron quién era y él contestó: «Soy Cristóbal Magallanes, párroco de Totatiche». El general Goñi acusó al párroco de sostener la rebelión contra el Gobierno en esa comarca y pese a que demostró lo contrario, le imputaron otro delito: «No habrán tenido parte alguna en el movimiento cristero, pero basta que sean sacerdotes para hacerlos responsables de la rebelión». La mañana del 25 de mayo, el Padre Cristóbal Magallanes y el Padre Agustín Caloca fueron conducidos al patio de la Presidencia Municipal de Colotlán para ser ejecutados. El Señor Cura Magallanes se hincó para recibir del Padre Caloca la absolución sacramental, y él, a su vez, la recibió luego de su párroco. Ante sus verdugos, el Padre Cristóbal dijo en voz alta: «Soy y muero inocente; perdono de corazón a los autores de mi muerte. Pido a Dios que mi sangre sirva para la paz de los mexicanos desunidos».Viendo enseguida que su coadjutor, el joven sacerdote Caloca estaba angustiado, le dijo: «Tranquilízate, Padre, Dios necesita mártires; sólo un momento y estaremos en el Cielo» (21 mayo)

EUGENIO DE MAZENOD (1782–1861). Al fundador de los Misionero Oblatos de María Inmaculada y obispo de Marsella las palabras de Louis Lavelle le retratan a la perfección: «Parece que el santo vive en otro mundo distinto del nuestro. Es como si viese lo que nosotros no vemos, como si obrase de acuerdo con motivos distintos a los que nos determinan. Parece a veces que está a nuestro lado, sin estar con nosotros. Y tenemos la sensación de que esto se debe a que sólo percibimos de lo real la superficie, en tanto que él penetra en su profundidad y su sentido. El santo se coloca espontáneamente en un plano de existencia que parece estar más allá de la naturaleza. Pero para el santo es su verdadera naturaleza: nos sorprende moviéndose en él con perfecta naturalidad. Sólo el santo puede superar la dualidad de lo sensible y lo espiritual, obtener entre ellos una perfecta coincidencia. Ningún hombre razona menos. Ignora la abstracción. Está al nivel de lo real, de todos los aspectos de lo real. Es propio de la razón buscar entre todos los aspectos las conexiones que laboriosamente inventa ella misma, pero el santo está establecido en la unidad». Capaz de decir el día en que murió: «Si me adormezco o me agravo, despertadme, os lo ruego, quiero morir sabiendo que muero» (21 mayo)

RITA (1381-1457). De Cascia, aunque nació en Spoleto. Con razón es patrona de las causas perdidas. Porque le impusieron un marido brutal y a base de cariño consiguió que lo fuera menos. Algo semejante le sucedió con sus dos hijos. Asesinados los tres -era la Italia del siglo XV- quiso hacerse monja agustina. Ante la dificultad del ingreso -no admitían viudas- parece que por curioso milagro tres santos la introdujeron de noche en el convento y allí dio ejemplo de profunda oración. No cesa de obrar milagros a favor de los sencillos que en ella confían (22 mayo)

QUITERIA (s. inc.). El 22 de mayo en el Martirologio romano (que es un libro donde se enumeran, distribuidos por días a lo largo del año, los nombres de los santos que los cristianos veneramos como modelos e intercesores ante Dios) figuran Santa Rita de Cascia religiosa, San Casto y San Emilio mártires, San Basilisco obispo, Santa Julia mártir, Santa Quiteria virgen, en quinto lugar.
     Documentalmente de algunos santos recientes incluso tenemos fotografías. De otros, más antiguos, sólo conservamos su silueta, su contorno, perfil enriquecido por miles de ojos.
     Mientras las fotografías limitan la visión del que mira lo que se ve, las siluetas permiten ver a través de ellas, como por un agujero, el Infinito.
     A través de la silueta de santa Quiteria muchos cristianos han descubierto el Amor, la Luz, la Vida de Dios. A través del contorno del rostro de santa Quiteria descubrimos mejor el Rostro de Dios.
     Se comprende que, durante muchos siglos, muchos hayan encontrado en Santa Quiteria a una intercesora, y le hayan pedido prestados sus ojos para ver el Rostro Inefable del Invisible (22 mayo)

JOAQUINA VEDRUNA (1783-1854). Nació en Barcelona, pero Vic fue el hogar fecundo: ejemplar esposa y madre de nueves hijos, primero. Luego -viuda a los 33 años-, fundó las Carmelitas de la Caridad. Mujer de palabra, cumplió fielmente la fórmula de su profesión religiosa: «Prometo entregarme en todo a la más fervorosa caridad con los enfermos y a la cuidadosa educación de las jóvenes». «Conquistada por el amor de Dios y del prójimo, vivió heroicamente el evangelio en todos los estados posibles a una mujer, hasta fundar una familia religiosa que encuentra en la caridad su única razón de ser» dijo Juan XXIII al canonizarla en 1959 (22 mayo)

ESPERANZA (s. VI). «Spes» en latín, que es la lengua que hablaban entonces. Abad de Campi, cerca de Nursia. Ciego durante cuarenta años «veía» al Invisible. Sus monjes se preguntaban de dónde sacaba fuerzas el abad para mostrar un rostro tan sereno. También ellos podían escribir: «Si, era muy extraño aquel hombre. Su actitud de pronto no llamaba la atención, pero ciertas reacciones nos hacían sospechar que vivía con las raíces del alma hincadas en otro mundo muy remoto o muy íntimo, como pendiente de una gran esperanza. Daba la impresión de que la conciencia de su propio desvalimiento le infundía un extraordinario poder, y de que en su soledad, jamás sentía la angustia de andar solo. Nos quería. Su preocupación por nosotros era auténtica. Compartía nuestras penas más allá de la compasión fácil, de la lástima, y su contento revelaba no sé qué profunda contención. Ponía cuidado en cuanto hacía, pero sobre todo ponía, ¿cómo lo diré?, amor, la alegría de amar. | Contábanse de él cosas inauditas que, de no constarnos su buen talante, nos hubieran hecho pensar que era un pobre imbécil, un hombre sin dignidad ni personalidad, dispuesto a dejarse atropellar por cualquiera. Pero al propio tiempo advertíamos que aquello no era dejadez, ni timidez siquiera, sino una verdadera permisión: cuando se dejaba atropellar, sencillamente, comprendíamos que con la misma sencillez hubiera podido aplastar al otro. Huía de los primeros planos, pero en muchos trances su presencia era una aparición, una llama que prendía en nosotros. Y su palabra nos creaba una nueva vida, rompía ese cerco de egoísmo que bloquea tantos diálogos. Su silencio no frustraba ningún encuentro. Cuando nos hablaba de que debíamos redimir el tiempo, veíamos muy claro lo absurdo que era el perderlo, cómo este tiempo nuestro, aun en sus más leves instantes, está llamado a adquirir consistencia de eternidad. | Su gesto no lo vimos nunca petrificado. Su perdón no marcaba distancias ni era pura condescendencia bonachona y cómoda: era un aliento capaz de convertirnos y de resucitarnos. Sentías entonces que en toda roca, por dura que sea, puede brotar el agua viva, y hasta el remordimiento te era consolador. A su lado la pobreza perdía cuanto suele arrastrar de pesadumbre y de inquietud, y era un andar ligero de equipaje, sin lastre, confiados. | Ignoraba el cansancio. Su humildad no era retracción pusilánime ni pereza solapada, sino una clara vivencia de que nada podía por sí mismo; y sin embargo, dijérase que lo podía todo. ¿Dónde hallaba su fuerza aquel hombre, que parecía haber enterrado cuanto oliese a autosuficiencia? ¿Qué energía guardaba su personalidad, si daba a veces la impresión de haberse vaciado de sí mismo? Cuando creíamos que andaba por las nubes, aterrizaba más cerca que nadie y ponía el dedo en la llaga. Cuando nosotros, después de lentos cálculos, dábamos algo, él ya estaba expropiado alegremente. Cuando nos decidíamos a hacer algún favor, él ya se había desvivido. | Sí, era muy extraño aquel hombre en un mundo como el nuestro. Sus valoraciones resultaban escandalosas, y apenas comprendíamos su versión de las virtudes cardinales. Pero, más que incomprensibles, sus decisiones eran deslumbradoras. La justicia era en su vida mucho más que un repertorio de derechos, y la caridad le llevaba a él mucho más lejos que a nosotros el afán de lucro. Hasta que un día descubrimos su secreto. Descubrimos que pertenecía a una comunidad de gentes, cuyo lema parece que era "vivir en el mundo sin ser del mundo". Cristianos creo que se llaman» [Corts Grau] (23 mayo)

JUAN BAUTISTA DE ROSSI (1698-1764). Difícilmente ningún turista que visite Roma deja de acercarse a Santa Maria in Cosmedin, al pie del Aventino, para fotografiarse metiendo la mano (sin peligro ahora) en la Bocca della Verità. En el siglo XVIII en vez de turistas los que acudían a la iglesia eran carreteros, labradores, pastores necesitados buscando la ayuda de canónigo Giovanni Battista. Y salían ayudados material y espiritualmente. Siempre. | Genovés, vino a Roma a los 13 años para estudiar, hospedándose en casa de su tío sacerdote, canónigo de Santa Maria in Cosmedin. Ordenado sacerdote fue el hombre de las obras de misericordia. Cuando le eligieron canónigo de Santa Maria in Cosmedin precisamente, sus colegas le dispensaron de la obligación de asistir a coro «per potersi dedicare con maggiore libertà ai suoi impegni apostolici». Buena gente los canónigos también (23 mayo)

JUANA y MANAHÉN (s. I). El 24 de mayo celebramos la memoria de «Juana, mujer de Cusa. administrador de Herodes, que asistía al Señor con sus bienes» (Lc 8, 3) y la memoria de «Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, profeta y doctor en la iglesia de Antioquía» (Hech 6, 5). Que los cristianos canonizaran desde el comienzo del cristianismo a quienes estuvieron con el Señor, sin cuestionar su «colaboracionismo», me parece admirable. Cuando acusaron a Jesús de mezclarse con publicanos y pecadores dijo bien claro «yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores». Su amor, el amor, nuestro amor, santifica (24 mayo)

AGUSTÍN YI-KWANG-HON (+ 1839). Además de Vicente de Lerins, que escribió: Eadem tamen quae didicisti ita doce, ut cum dicas nove non dicas nova (las cosas de la fe enséñalas novedosamente en el modo, sin cambiar la sustancia dogmática) hoy hacemos memoria de 9 mártires de Seúl a los que probablemente les tenía sin cuidado lo del modo y la sustancia, pero sí dieron la vida por decir que Jesús es el Hijo de Dios. Agustín (en cuya casa se leía la Sagrada Escritura), Agata Kim Agi (que recibió el bautismo en la cárcel), Damián Nam Myong-hyog (catequista), Magdalena Kim Ob-i, Bárbara Han A-gi, Ana Pak A-gi, Agata Yi Sosa, Lucía Pak Hui-sun, Pedro Kwon Tu-gin. Letanía de hermanos en la fe con apellidos difíciles, rogad por nosotros, para que recemos novedosamente el Credo sin dificultad (24 mayo)

BEDA EL VENERABLE (673-735). Desde muy niño hasta su muerte vivió en la abadía benedictina de Wearmouth (Inglaterra). Su incansable trabajo intelectual hizo de él lo que hoy sería el envidiado redactor de la mejor enciclopedia en fascículos. Estudió y recopiló de todo: astronomía, filosofía, historia, lengua, medicina, música, teología... Sin dejar el trabajo manual -también era panadero- y la oración. Más aún: todo lo hacía con buen humor («el trabajo siempre me resulta agradable»). Ojalá cundiera el ejemplo. Murió en la vigilia de la fiesta de la Ascensión. Las últimas palabras del gran doctor de la Iglesia fueron: «Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo» (25 mayo)

GREGORIO VII (1028-1085). El 25 de mayo litúrgicamente se puede hacer memoria de San Beda el Venerable, San Gregorio VII o Santa María Magdalena de Pazzi. Cuando me preguntaban de quién quería decir la misa siempre decía que del primero, por razones del corazón (justamente es el santo de mi amigo Justo). Pero ahora, un poco por lo de Cuius regio eius religio, me he pasado al segundo. Vivo pegando a Gregorio VII (larga via que sube del Vaticano a Piazza di Villa Carpegna). ¡La de veces que pronuncio: Gregòrio sèt.timo! (Se llamaba Hildebrando, nació en Toscana, se hizo benedictino, colaboró con muchos papas [«más que el brazo, fue la mente –consejero experto, prudente, fiel– de Esteban IX, Nicolás II y Alejandro II» sus predecesores], reformador al que no le temblaba la mano, ¡lo de las investiduras!, ¡el emperador Enrique IV pidiendo perdón en enero de 1077 al pie del castillo de Canossa! Gregorio VII moría en Salerno pronunciando las palabras: «Amé la justicia y odié la iniquidad, por eso muero en el exilio»). Esperando el autobús en Gregorio VII a veces rezo: «Señor, concédeme el espíritu de fortaleza y la sed de justicia con que adornaste al papa san Gregorio, y haz que, por su intercesión, sepa rechazar el mal y ser un buen sacerdote». Y lo repito, cuando el 46/ ó el 916 tardan en llegar (25 mayo)

MARIA MAGDALENA DE PAZZI (1566-1607). Se llamaba nada menos que Catalina de Geri de Pazzi Buendelmonto. Al hacerse carmelita a los 16 años la llamaron María Magdalena. Su muletilla: «El Amor no es amado». Fue una gran mística, al estilo de Santa Teresa de Jesús, aunque ella nunca salió de su convento de Florencia. Pero escribía cartas a los obispos, a los cardenales y al mismísimo papa Sixto V, que vio en ellas la voz del Señor para hacer drásticas reformas en la Iglesia. Pasó por noches oscuras y muchos sufrimientos. A su manera, con el estilo literario de su siglo, dijo lo mismo que Martín Descalzo: «¿Puede engendrar felicidad el dolor? Puede engendrar, al menos, muchas cosas: hondura de alma, plenitud de condición humana, nuevos caminos para descubrir más luz, para acercarnos a Dios. Por eso no hay que tenerle miedo al dolor. Lo mismo que no le tenemos miedo a la noche. Sabemos que el sol sigue existiendo aunque no le veamos. Sabemos que volverá. Dios no desaparece cuando sufrimos. Esta ahí, de otro modo, como está el sol, cuando se ha ido de nuestros ojos». O estos versos: «Nunca podrás dolor, acorralarme./ Podrás alzar mis ojos hacia el llanto,/ secar mi lengua, amordazar mi canto,/ sajar mi corazón y desguazarme./ Podrás entre tus rejas encerrarme,/ destruir los castillos que levanto, ungir todas mis horas con tu espanto./ Pero nunca podrás acobardarme./ Puedo amar en un potro de tortura./ Puedo reír cosido por tus lanzas./ Puedo ver en la oscura noche oscura./ Llego dolor adonde tú no alcanzas./Yo decido mi sangre y su espesura./ Yo soy el dueño de mis esperanzas» (25 mayo)

FELIPE NERI (1515-1595). Pippo buono le llamaban. Florentino. Dicen que fue el más alegre de los santos. Incluso -dicen otros- fue un poco payaso. Él mismo decía al Señor: «No te fíes de mí». Quizá fue tan alegre porque amaba mucho. Apóstol de Roma, fundador del Oratorio y patrono de los humoristas (26 mayo)

PERE SANS i JORDÀ (1697-1747). Catalán universal, de verdad. Nació en Ascó, mucho antes de que nadie imaginara una central nuclear en el pueblo. Dominico, cuando tenía 15 años lo enviaron a China, pasando por las Islas Filipinas. A los 33 años le nombraron Vicario apostólico de Fuchien y obispo titular de Mauricastro. Un carrerón. A los 50 años alcanzó la palma del martirio, de rodillas [in loco supplicii genua flexit et, prece absoluta, libenter cervicem securi praebuit] (26 mayo)

AGUSTIN DE CANTORBERY (+ 604). Primer arzobispo de Inglaterra. Monje romano, amigo del papa Gregorio Magno, que echó mano de él para encabezar el grupo de 40 monjes enviados a misionar el país celta. Cuando a medio camino Agustín previendo las dificultades que se le avecinaban se dio media vuelta y regresó a Roma, le dijo su amigo con cara de pocos amigos: «No tienes nada que elegir; has sido elegido. No necesitas nada, se te necesita. No tienes que hacer planes, eres una piedrecita en un mosaico ya existente». Porque «más valdría no haber empezado esta gran obra que renunciar a ella una vez empezada. Que la gracia del Todopoderosa te protege, Agustín». Y así fue. Enviante y enviado murieron el mismo año 604 (27 mayo)

BRUNO DE WÜRZBURG (+ 1045). Hijo del duque Conrado I y de Matilde de Suevia, pariente del papa Gregorio V y de los emperadores Conrado II y Enrique III, estuvo al frente de la cancillería imperial romana de 1027 a 1034. Obispo de Würzburg de 1034 a 1045. Reconstruyó la catedral, preocupado por la instrucción del clero, escribió «Expositio in psalmos» comentando cada salmo, con textos de san Agustín y Casiodoro; «Comentario al Cantar de los cantares»; «Comentario al Padrenuestro». Nadie entendía de dónde sacaba el tiempo el obispo, porque además acompañó en 1040 al emperador Enrique III por Alemania. En 1042 dedicó muchas horas a conseguir que Inés de Poitou, hija del rey Guillermo de Aquitania, se casara con Enrique III. En 1045 le acompañaba en una expedición contra Hungría, que resultó fatal. Llegados a Persenberg a orillas del Danubio, se alojaron en el castillo de la condesa Reichilde. Un día mientras comían, el pavimento se vino abajo: hubo muertos y heridos, entre ellos Bruno. Que murió una semana después, tras una semana de auténtico purgatorio. Enterrado en su catedral, hizo muchos milagros. Cuando quisieron canonizarle Inocencio IV avisó: «ni los méritos sin milagros, ni los milagros sin méritos, bastan para declarar santo a un cristiano». Pasó el examen con nota (27 mayo)

JUSTO DE URGELL (+ 528). «Cantar de los cantares» es un superlativo, algo así como «el cantar más hermoso». Es el título de uno de los libros de la Biblia. «Todas las Escrituras son santas, pero el Cantar de los Cantares es el Santo de los Santos», decían los judíos. «Afirmando el amor humano, es posible descubrir en él la revelación de Dios, que ‘es amor’. No se ha dicho cosa más alta de Dios. Ni del amor». Y ¿cuántos cristianos lo han leído? Estaría bien empezar a leerlo hoy. ¿Y por qué hoy? En memoria de san Justo, obispo de Urgell, allá en tiempos de los visigodos, que entre sínodo y sínodo (Lérida, Toledo, Valencia), escribió un bellísimo comentario precisamente al cantar más hermoso. Si a la tarde nos examinarán en el amor... (28 mayo)

GUILLERMO DE GELLONE (755-812). Duque de Aquitania, formaba parte de la corte de Carlomagno. Peleó contra los sarracenos invasores del sur de Francia. Amigo de san Benito de Aniano, que dejó la corte de Carlomagno para hacerse monje y cantar salmos. Tanto, que después de construir la abadía de Gellone, no lejos de la de Aniano, entró a formar parte de la comunidad como Hermano. Si le preguntaban: «¿Es usted feliz?» También contestaba: Felices felices lo son sólo las vacas y las coliflores. Allí donde el hombre vive y tiene su gloria también tiene su pena. Pero eso sí: si tuviera que volver a empezar no sé lo que haría, pero sí sé lo mejor que podría hacer: volver a entrar, y precisamente aquí (28 mayo)

GUILLERMO ARNAUD y COMPAÑEROS (+ 1242). [Tedéum: De Te Deum (A ti, oh Dios, alabamos), cántico que usa la Iglesia para dar gracias a Dios por algún beneficio]. Himno cantado por Guillermo y sus diez compañeros, el día de la Ascensión de 1242, al sufrir el martirio. El papa Gregorio XI les había encargado que desenmascararan a los cátaros (albigenses) que asolaban el sur de Francia. Los «puros», valiéndose del alcalde de Avignonet, con la excusa de un diálogo constructivo, les tendieron una emboscada. «Viendo los valientes defensores de la fe [Bernardo de Roquefort, García d’Aure, Esteban de Saint-Tierry, Raimundo Carbonier, Raimundo de Cortisan, Bernardo, Pedro d’Arnaud, Fortanerio, Ademaro y el Prior de Aviñón, son los nombres de los compañeros de Guillermo] que había llegado su última hora, en un arrebato de fe, entonaron el tedéum, felices de derramar la sangre por la fe que siempre habían defendido con enorme celo». Cuando rezo el tedéum los domingos al final del oficio de lectura les recuerdo: «Haz que en la gloria eterna nos asociemos a tus santos» (29 mayo)

JOSÉ GÉRARD (1831-1914). En Roma, de Lesotho, la antigua Basutolandia, está enterrado el mayor de los cinco hijos de Juan Gérard y Úrsula Stoffler, de Bouxières-aux-Chênes. El abbé Cayens, su párroco, hablaba con frecuencia en la catequesis de sus años de misionero en Argelia. A los 13 años fue al seminario con el microbio de la vocación misionera en el alma. A los 20 se hizo Oblato de María Inmaculada de los de San Eugenio de Mazenod. Siendo sólo diácono, dejó la dulce Francia para siempre, camino de la República de Natal. Sacerdote en Pietermaritzburg en 1854, se convirtió a la lengua zulú. Fundó la misión de St. Michel entre los zulús, que, fracasado, tuvo que cerrar a los 7 años. Habiendo oído hablar del rey Moshoeshoe de Basotho allá fue, fundando la primera misión católica del reino, llamada «Misión de la Madre de Jesús». Como los protestantes se referían a ella como «la de los de Roma» quedó para siempre con el nombre de Roma. Veintidós años sembrando, creyendo contra toda esperanza. 20 años después funda más al norte la misión de «Santa Mónica». Siempre temiendo que sus sudores fueran en balde. En 1897 regresó a Roma, con su fiel caballo «Artaba». Dos meses antes de su muerte pudo bautizar y dar la primera comunión al sucesor del Moshoeshoe, el rey Griffith Lerotholi. A sus 83 años, un mes antes de morir, todavía andaba a caballo por las montañas visitando a sus cristianos. 61 años lejos de Francia, acercando el reino de Dios a su verdadera patria negra, pese a las tentaciones de desesperanza (29 mayo)

FERNANDO (1198-1252). 49564 Manzanal de Abajo. En un recodo de la carretera que va de Zamora a Salamanca, nació Fernando III en 1198. Rey de León (1217) y Castilla (1230), fue ensanchando su reino hacia el sur, tomando las plazas de Córdoba, Jaén, Murcia, Cádiz y Sevilla, por los méritos de Cristo «cuyo caballero nos somos», por los ruegos de santa María «cuyo siervo nos somos» y por el favor del Señor Santiago «cuyo alférez nos somos». Intransigente con los herejes, tolerante con los judíos y benigno con los árabes vencidos, decía que temía más la maldición de una vieja que a todo el ejército de los moros. Hombre dulce, con sentido político. De gran sabiduría, que heredó su hijo Alfonso X el sabio. Piadoso, gravemente enfermo quiso recibir el viático de rodillas (30 mayo)

JUANA DE ARCO (1412-1431). Patrona de Francia, la doncella de Orleans. Nacida en Domremy, ¿cómo no iba a ser melodiosa su vida? A los 17 años entona a los soldados y los lleva a la victoria. Luego la política la hunde. Pero antes de morir quemada en la hoguera, a los 19 años, ganó muchas batallas: la de los consejitos de los instalados («Deja al mundo que ruede como una rueda. Tú no podrás cambiarlo, no es tu oficio. Aquí en casa tenemos la felicidad suficiente para nosotros. El pan sabe lo mismo con un rey o con otro, lo importante es vivir, vivir, ¿comprendes? Deja correr los años mientras vivas, no quieras construir el cielo aquí en la tierra. La tierra está podrida, podrida. No la vas a curar tú de su lepra. Espera, espera, el cielo vendrá luego»); las componendas de Don Dinero y Doña Política; el miedo al «funesto vicio de pensar» en los hombres de acción; la hábil maraña lógica de los inquisidores; la cansada prudencia de quienes prefieren la paz a la verdad; el instinto que nos manda ahorrar nuestra alma aunque la malgastemos, el que nos manda que entre Dios y nosotros nos elijamos a nosotros mismos (30 mayo)

SANTA MARÍA DE LA VISITACIÓN (s. I). María se puso en camino y fue deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño empezó a dar saltos en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: «¡Bendita tú entra las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá». María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava» (31 mayo)

MARIANO DE ROCCACASALE (1778-1866). Quizá no sabía lo de «Porta patet, cor autem magis», pero lo practicó durante más de 40 años el portero franciscano de Bellagra. Como el Hno. Alonso Rodríguez, como el Hno. Francisco Gárate, como el Hno. Conrado de Birndorfer. Dicen que en su larga vida no leyó más de un par de libros. Pero rezaba con costumbre de olvido ya. Y sabía escuchar tras el torno. Murió repitiendo continuamente como san Francisco: «Mio Dio e mio tutto!» (31 mayo)

830 NUEVOS SACERDOTES (1952). El 14 de mayo fui a renovar el DNI. Cuando el joven policía me dijo que el nuevo tendría validez hasta el 01 del 01 del 9999 (que es como decir: la eternidad) le propuse que en vez de una vulgar fotografía que le había dado pusiera la de arriba. Me miró con sonrisa celestial. Buen hombre parecía, como que le había casado hacía tres años el Padre Dionisio Castillo. Para convencerle le conté que desde el 31 de mayo de 1952, cuando nos ordenaron en el Estadio de Montjuic durante el XXXV Congreso Eucarístico Internacional de Barcelona a 830 sacerdotes, llevaba ya celebradas más de 20.000 misas. Que si ponía esa foto en el carnet eterno, cuando llegase al cielo, al comprobar San Pedro mi identidad vería la hostia consagrada en mi mano y tendría que decir «Señor mío y Dios mío», y seguro me dejaba entrar sin dificultad, que por algo el Señor había oído que le decía durante 55 años día a día: «no mires nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia». En esto llegó el Jefe de la Policía y para evitar líos en este valle de lágrimas me callé. Pero algo habrá que hacer cuando llegue el día de mi próximo segundo nacimiento (31 mayo)

 
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Cuando la hoja vocacional salía impresa mes tras mes, publiqué repetidas veces mini-hagiografías con sabor vocacional: «Estos hicieron tanto por salvarse, ¿y tú qué haces?» I y II (302.304); «¿Por qué no con el tiempo?» (327); «¿Y si yo hiciera lo mismo que san Francisco? (385). / Mientras se publicó la agenda bíblico-litúrgica «Phase», Joaquín Gomis y yo, algunos años, ilustrábamos los domingos con un boceto de gente buena. / De 2001 a 2003 colaboré en la revista «El Reino» con una sección titulada «El rostro de los santos». / Aquí van ahora, a través de esta hoja vocacional virtual, diversas mini —y a veces no tan mini— hagiografías del mes de mayo. Con la esperanza de que, leyéndolas el lector sonría, descubra la voluntad de Dios, y una estrella ilumine los ojos de su corazón. — JORGE SANS VILA