CUADERNO DE BITÁCORA II volver al menú
 



15, SÁBADO

     Ayer, a media mañana, vino un equipo de televisión a hacerme tres preguntas.
     La primera fue: «Qué piensa de la figura de Cristo, qué significa para usted en la historia del mundo?».
     Como el tiempo disponible era brevísimo, dos minutos, les dije que, si no les parecía mal, iba a contestar con unas palabras de un monje amigo. Por la cara que pusieron, vi que no les parecía nada bien. Pero me mantuve en mis trece.
     «Jesucristo es nuestro hermano mayor. Es, podríamos decir, el hijo mayor de la casa. Aquel del cual todos estamos orgullosos, aquel que ha hecho cosas grandes que nos entusiasman. Y que, sin anular nuestra personalidad, nos deja a todos en buen lugar. La Iglesia nunca nos dejará bien. Nosotros mismos nunca la dejaremos bien, ni a ella ni a Jesucristo. Es Cristo el que nos deja a todos bien, en buen lugar. La encarnación y la redención significan que Dios, viendo el mundo sumido en mediocridad y pecado, quiso darle una calidad relevante. Quiso que del mundo, de la humanidad, de la familia, de nuestra familia, surgiera, pese a todo, una voz limpia, profunda, auténtica. Por eso envió a Jesucristo. Para que desde el mundo, desde la humanidad, alguien, Alguien con mayúscula, hablara a Dios en nombre del mundo, en nombre del universo, tal como Dios lo había soñado desde la eternidad» (Agustín Altisent).
     Después de oírlas, cambiaron de parecer. Con razón.
     ¡Tener un hermano mayor! ¡Lo que hubiera dado yo de pequeño por poder, los días de lluvia, montar a caballo de un hermano mayor que hubiese ido a recogerme al colegio! Luego lo hice muchas veces con mi hermano pequeño. Y no sé quién disfrutaba más
      Montar a caballo del Señor... Aunque a algunos les parezca poco serio, así imagino yo a Jesús.

19, MIÉRCOLES

     Dicen que san Francisco de Asís necesitaba poco, y lo poco que necesitaba lo necesitaba poco.
     La frase es aguda, suena bien. Pero, ¿cómo convencer a quien tiene que trate de tener menos? («Si soy lo que tengo y eso se pierde, entonces, ¿quién soy?»).
     Adviento es un tiempo ideal para decirlo y para entenderlo: hay que hacer sitio en casa, en el corazón, a Jesús niño que llega. Y ¡hay tanto cachivache inútil en nuestra vida!
     Si me veo con ánimos, el 27 de noviembre, primer domingo de Adviento, en la homilía les voy a hablar del rabino Hofetz Chaim.
     Un turista americano fue, en el siglo pasado, a visitar al famoso rabino polaco. Al ver que vivía en una habitación sencilla, con sólo una mesa, una silla y un montón de libros, se sorprendió y le preguntó:
—Rabino, ¿dónde están los muebles?
—¿Dónde están los tuyos?, -le respondió Hofetz Chaim.
—¿Mis muebles?, dijo el americano, que no salía de su asombro.Yo no soy más que un visitante que está de paso.
—Igual que yo, le contestó el rabino

20, JUEVES

     Mariano, que navega venturosamente por Madrid, envía todos los años a sus gentes, que son muchas, una felicitación de Navidad original.
     Me acaba de llamar. Y, antes de colgar, me ha preguntado:
     —¿Tiene ya pensada la felicitación de este año?
     —Sí.
     —¿Desde cuándo?
     —Desde el 10 de septiembre.
     —Los hay prematuros! ¿Me la dice?
     —Hoy no.
      Es la historia de Beppo el barrendero.
     Cuando la reciba ya la disfrutará despacio. Cuando Beppo barría las calles, lo hacía despaciosamente, pero con constancia; a cada paso una inspiración y a cada inspiración una barrida. Paso-inspiración-barrida. De cuando en cuando, se paraba un momento y miraba pensativamente ante sí. Después proseguía paso-inspiración-barrida.
     Decía: Las cosas son así; a veces tienes ante ti una calle larguísima. Te parece tan terriblemente larga que nunca crees que podrás acabarla. Y entonces te empiezas a dar prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle no se hace más corta. Y te esfuerzas más todavía, empiezas a tener miedo; al final, estás sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer.
     Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez. Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Nunca más que en la siguiente.
     Entonces es divertido. Esto es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser.
     De repente se da uno cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta cómo ha sido y no se está sin aliento. Esto es importante.
     San Beppo el barrendero, ayúdanos a pensar sólo en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Nunca más que en la siguiente.

21, VIERNES

     Oosterhuis, escritor famosísimo en Holanda, tiene entre nosotros cada día más lectores a través de dos libros de oración de largo alcance.
      La transcripción incompleta en «Mundo negro» de una oración suya me ha llevado a desempolvar «Tú eres un amigo difícil». Lo había leído en 1974 y no lo había vuelto a hojear.
     Desde hace días rezo diariamente esta larga «Plegaria por la Iglesia»:

1. Tu voz nos ha llamado, Dios,
tu palabra nos ha construido.
Tú nos has reunido,
basta sólo con ser hombres
para poder ser hombres nuevos,
un nuevo comienzo de esperanza y
de paz en este mundo grande y nervioso.
En tu locura, has puesto
en nuestros labios tu nombre
y en nuestras manos tu tarea.

2. Nos llaman tu Iglesia,
tu pueblo en camino,
tenemos una historia y un largo pasado
de tinieblas y de luz
Te pedimos que nos abras
un futuro nuevo, lejos de la riqueza
que nos tiene seguros y prisioneros;
haznos más bien pobres e inseguros
para volver a comprender tu evangelio
y seguir a tu hijo Jesús.

3. Te pedimos perdón
por las culpas de nuestro pasado,
por la violencia de tus discípulos
en la caza de herejes y en las guerras santas,
por la pequeñez de miras,
por la soberbia que muchas veces
ha movido a tu Iglesia a apoderarse del poder.
Te pedimos perdón porque también
en nuestros días no siempre tu Iglesia
ha sabido evitar la violencia;
perdónanos el exterminio de los judíos
que no supimos atajar,
perdona a tu Iglesia si tal vez
no se ha mostrado digna de confianza
para quien por su raza y su color
ha sido excluido de la sociedad.

4. No llevamos tu paz a este mundo
ni tu salvación ni tu salud
a los hombres divididos y destrozados
porque nosotros mismos estamos desunidos:
irreconciliables y mezquinos
frustramos tus intenciones
y llevamos la confusión al mundo.
Tú puedes darnos un principio de unidad:
que todos nosotros. divididos en bandos distintos,
nos demos cuenta de tanta locura
y la sintamos en nuestra propia carne;
haz que no aceptemos la situación tal como se presenta;
haz que nuestro pensamiento y nuestra acción
se dirijan hacia tu futuro en virtud de la promesa
de que harás todo nuevo.

5. Reforma a tu Iglesia,
dale el valor de vivir tu palabra,
de seguir tu corazón;
que renuncie a querer dominar a los hombres,
a imponerles obligaciones,
a acaparar derechos,
que busque tan sólo darles alegría;
que las palabras que pronuncie
y los pensamientos que piense
no ofendan ni excluyan a nadie,
sino que se abra a todos
los que quieren vivir una vida feliz y creadora.
Haznos entender que todos estamos llamados
a anunciar tu gracia con humildad
porque también nosotros fuimos aceptados por ti
y siempre tenemos necesidad de perdón.

6. Aún recordamos, Dios nuestro,
cómo habló Jesús de Nazaret en esta tierra,
de ti y de todo aquello que es humano.
Algo de su voz y de sus palabras
hemos conservado entre nosotros
y esto nos basta para intuir quién eres tú.
Quisiéramos poder hablar inspirados por él,
e modo sencillo y comprensible.
Te rogamos por los que están encargados
de predicar el evangelio y que nos guían en la oración;
que no estén por encima de ti ni usen tu nombre en vano.
Oramos también por quienes han sido elegidos
para sembrar la fe en lenguas de países lejanos
y realizar así un duro servicio.
Te pedimos finalmente por nosotros mismos,
para que jamás huyamos de tu silencio
sino que pronunciemos tu nombre como es:
Dios lejano y cercano.

7. Haz que sea servicial sin ser absorbente
que ayude a los demás sin humillarlos,
hazme apasionado de la tierra,
de toda cosa pequeña y sin apariencia
que tenga como algo mío lo que nadie ambiciona,
enséñame a esperar, a escuchar y a callar.
Hazme pequeño y pobre lo suficiente
para que otros vengan a ayudarme.
Envíame a este mundo en busca de alimento
y en busca de tu nombre.

8. Te damos gracias porque nos has comunicado tu nombre,
tu evangelio ha llegado para siempre,
lo ha vivido Jesús, el hijo del hombre
íntegramente y de todo corazón;
tu palabra, que sufrió la muerte, no puede morir ya,
es un reguero de luz hacia el lejano horizonte del futuro.
Te pedimos que no nos quedemos atrás,
desperdigados y miedosos
para que veamos las nuevas perspectiva que tú nos ofreces
te pedimos que seamos sinceros y sin prejuicios
para llegar a ser cada día hombres más plenos
para hacer habitable cualquier lugar vacío e inhóspito
para dar sentido a lo que no lo tiene y es inhumano,
para hacerlo fecundo
para que podamos construir un mundo nuevo
en donde reine el amor sin guerra.

      Rezándola noto que me «descentro», y digo de corazón: «Haz que sea servicial sin ser absorbente», «que ayude a los demás sin humillarlos».

Jorge Sans Vila


211 La obra de la redención no se realiza en el mundo y en el tiempo sin el ministerio de hombres entregados, de hombres que, por su oblación de total caridad humana, realizan el plan de la salvación, de la infinita caridad divina. Esta caridad divina hubiera podido manifestarse por si sola, salvar directamente. Pero el designio de Dios es distinto; Dios salvará en Cristo a los hombres mediante el servicio de los hombres. El Señor quiso hacer depender la difusión del Evangelio de los obreros del Evangelio. - PABLO VI