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CAPÍTULO V
ORDEN QUE HAY QUE OBSERVAR
Introducción
23. El apostolado
de los laicos, ya se desarrolle individualmente, ya por fieles
asociados, ha de ocupar su lugar correspondiente en el apostolado
de toda la Iglesia; más aún, el elemento esencial
del apostolado cristiano es la unión con quienes el Espíritu
santo puso para regir su Iglesia (cf. Hech 20,28). No es menos
necesaria la cooperación entre las varias formas de apostolado,
que ha de ordenar la jerarquía convenientemente.
Pues, a fin de promover el espíritu de unidad para que
resplandezca en todo el apostolado de la Iglesia la caridad
fraterna, para que se consigan los fines comunes y se eviten
las emulaciones perniciosas, se requiere un mutuo aprecio de
todas las formas de apostolado de la Iglesia y una coordinación
conveniente, conservando el carácter propio de cada una (35).
Cosa sumamente necesaria, porque la acción peculiar de
la Iglesia requiere la armonía y la cooperación
apostólica del clero secular y regular, de los religiosos
y laicos.
Relaciones con la
jerarquía
24. Es deber de
la jerarquía promover el apostolado de los laicos, prestar
los principios y subsidios espirituales, ordenar el ejercicio
del apostolado al bien común de la Iglesia y vigilar
para que se respeten la doctrina y el orden.
El apostolado seglar admite varias formas de relaciones con
la jerarquía, según las varias maneras y objetos
del mismo apostolado.
Hay en la Iglesia muchas obras apostólicas constituidas
por la libre elección de los laicos y se rigen por su
juicio y prudencia. En algunas circunstancias, la misión
de la Iglesia puede cumplirse mejor por estas obras y por eso
no es raro que la jerarquía las alabe y recomiende (36). Ninguna
obra, sin embargo, puede arrogarse el nombre de católica
sin el asentimiento de la legítima autoridad eclesiástica.
La jerarquía reconoce explícitamente, de varias
formas, algunos otros sistemas del apostolado seglar.
Puede, además, la autoridad eclesiástica, por
exigencias del bien común de la Iglesia, de entre las
asociaciones y obras apostólicas, que tienden inmediatamente
a un fin espiritual, elegir algunas y promoverlas de un modo
peculiar en las que asume una responsabilidad especial. Así,
la jerarquía, ordenando el apostolado de diversas maneras,
según las circunstancias, asocia más estrechamente
alguna de sus formas a su propia misión apostólica,
conservando, no obstante, la propia naturaleza y peculiaridad
de cada una, sin privar por eso a los laicos de su necesaria
facultad de obrar espontáneamente. Este acto de la jerarquía
en varios documentos eclesiásticos se llama mandato.
Finalmente, la jerarquía encomienda a los laicos algunas
funciones que están muy estrechamente unidas con los
ministerios de los pastores, como en la explicación de
la doctrina cristiana, en ciertos actos litúrgicos, en
cura de almas. En virtud de esta misión, los laicos,
en cuanto al ejercicio de su misión, están plenamente
sometidos a la dirección superior de la Iglesia.
En cuanto atañe a las obras e instituciones del orden
temporal, el oficio de la jerarquía eclesiástica
es enseñar e interpretar auténticamente los principios
morales que hay que seguir en los asuntos temporales; tiene
también derecho, bien consideradas todas las cosas, y
sirviéndose de la ayuda de los peritos, a discernir sobre
la conformidad de tales obras e instituciones con los principios
morales y decidir cuanto se requiere para salvaguardar y promover
los bienes del orden sobrenatural.
Ayuda que debe prestar
el clero al apostolado de los laicos
25. Tengan presente
los obispos, los párrocos y demás sacerdotes de
uno y otro clero que el derecho y la obligación de ejercer
el apostolado es común a todos los fieles, sean clérigos
o seglares, y que éstos tienen también su cometido
en la edificación de la Iglesia (37). Trabajen, pues, fraternalmente
con los laicos en la Iglesia y por la Iglesia y tengan especial
cuidado de los laicos en sus obras apostólicas (38).
Elíjanse cuidadosamente sacerdotes idóneos y bien
formados para ayudar a las formas especiales del apostolado
de los laicos (39). Los que se dedican a este ministerio, en virtud
de la misión recibida de la jerarquía, la representan
en su acción pastoral; fomenten las debidas relaciones
de los laicos con la jerarquía adhiriéndose fielmente
al espíritu y a la doctrina de la Iglesia; esfuércense
en alimentar la vida espiritual y el sentido apostólico
de las asociaciones católicas que se les han encomendado;
asistan con su prudente consejo a la labor apostólica
de los laicos y estimulen sus empresas. En diálogo continuo
con los laicos, averigüen cuidadosamente las formas más
oportunas para hacer más fructífera la acción
apostólica; promuevan el espíritu de unidad dentro
de la asociación y en las relaciones de éstas
con las otras.
Por fin, los religiosos hermanos o hermanas aprecien las obras
apostólicas de los laicos, entréguense gustosos
a ayudarles en sus obras (40) según el espíritu y las
normas de sus institutos; procuren sostener, ayudar y completar
los ministerio sacerdotales.
Ciertos medios que
sirven para la mutua cooperación
26. En las diócesis,
en cuanto sea posible, deben existir consejos que ayuden la
obra apostólica de la Iglesia, ya en el campo de la evangelización
y de la santificación, ya en el campo caritativo social,
etcétera, cooperando convenientemente los clérigos
y los religiosos con los laicos. Estos consejos podrán
servir para la mutua coordinación de las varias asociaciones
y empresas seglares, salva la índole propia y la autonomía
de cada una (41). Estos consejos, si es posible, han de establecerse
también en el ámbito parroquial o interparroquial,
interdiocesano y en el orden nacional o internacional (42).
Establézcase, además en la santa sede, algún
secretario especial para servicio e impulso del apostolado seglar,
como centro que, con medios aptos proporcione noticias de las
diversas obras del apostolado de los laicos, fomente las investigaciones
sobre los problemas que hoy surgen en estos campos y ayude con
sus consejos a la jerarquía y a los laicos en las obras
apostólicas. En este Secretariado han de tomar parte
también los diversos movimientos y empresas del apostolado
seglar existentes en todo el mundo, cooperando también
los clérigos y los religiosos con los seglares.
Cooperación
con otros cristianos y con los no cristianos
27. En común
patrimonio evangélico y, en consecuencia, el común
deber del testimonio cristiano recomiendan, y muchas veces exigen,
la cooperación de los católicos con otros cristianos,
que hay que realizar por individuos particulares y por comunidades
de la Iglesia, ya en las acciones, ya en las asociaciones, en
el campo nacional o internacional (43).
Los valores comunes exigen también no rara vez una cooperación
semejante de los cristianos que persiguen fines apostólicos
con quienes no llevan el nombre cristiano, pero reconocen estos
valores.
Con esta cooperación dinámica y prudente (44), que
es de gran importancia en las actividades temporales, los laicos
rinden testimonio a Cristo, Salvador del mundo, y a la unidad
de la familia humana.
NOTAS:
35. Cf. Pius XI, Litt. Encycl. Quamvis Nostra 30 apr. 1936 AAS 28 (1936) 160-161.
36. Cf. S. C. Conc. Resol. Corrienten. ya cit. l. c., 137-140.
37. Cf. Pius XII, Alloc. Ad II Conventum ex Omnibus Gentibus Laicorum Apostolatui provehendo 5 oct. 1957 AAS 49 (1957) 927.
38. Cf. Conc. Vat. II, c. d. LG 37, l. c., 42-43.
39. Cf. Pius XII, exh. MN l. c., 660.
40. Cf. Conc. Vat. II, d. PC 8.
41. Cf. Benedictus XIV De Synodo Dioecesana 3, 9, 7-8: Opera omnia..., t. 11 (Prati, 1844), 76-77.
42. Cf. Pius XI, Litt. Encycl. Quamvis Nostra 30 apr. 1936 AAS 28 (1936) 160-161.
43. Cf. Ioannes XXIII, e. MM l. c., 456-457. Cf. Conc. Vat. II, d. UR 12 AAS 57 (1965) 99-100.
44. Cf. Ibid; cf. tamb. c. d. LG 15, l. c., 19-20.
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