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CAPÍTULO IV
LAS VARIAS FORMAS DEL
APOSTOLADO
Introducción
15. Los laicos pueden
ejercitar su labor de apostolado o como individuos o reunidos
en diversas comunidades o asociaciones.
Importancia y multiplicidad
del apostolado individual
16. El apostolado
que se desarrolla individualmente, y que fluye con abundancia
de la fuente de la vida verdaderamente cristiana (cf. Jn 4,14),
es el principio y fundamento de todo apostolado seglar, incluso
el asociado, y nada puede sustituirle.
Todos los laicos, de cualquier condición que sean son
llamados y obligados a este apostolado, útil siempre
y en todas partes, y en algunas circunstancias el único
apto y posible, aunque no tengan ocasión o posibilidad
para cooperar en asociaciones.
Hay muchas formas de apostolado con que los laicos edifican
a la Iglesia y santifican al mundo, animándolo en Cristo.
La forma peculiar del apostolado individual y, al mismo tiempo,
signo muy en consonancia con nuestros tiempos, y que manifiesta
a Cristo viviente en sus fieles, es el testimonio de toda la
vida seglar que fluye de la fe, de la esperanza y de la caridad.
Con el apostolado de la palabra, enteramente necesario en algunas
circunstancias, anuncian los laicos a Cristo, explican su doctrina,
la difunden cada uno según su condición y saber
y la profesan fielmente.
Cooperando, además, como ciudadanos de este mundo, en
lo que se refiere a la ordenación y dirección
del orden temporal, conviene que los laicos busquen a la luz
de la fe motivos más elevados de obrar en la vida familiar,
profesional y social, y los manifiesten a los otros oportunamente,
conscientes de que con ello se hacen cooperadores de Dios creador,
redentor y santificador y de que lo glorifican.
Por fin vivifiquen los laicos su vida con la caridad y manifiéstenla
en las obras como mejor puedan.
Piensen todos que con el culto público y la oración,
con la penitencia y con la libre aceptación de los trabajos
y calamidades de la vida, por la que se asemejan a Cristo paciente
(cf. 2 Cor 4,10; Col 1,24), pueden llegar a todos los hombres
y ayudar a la salvación de todo el mundo.
El apostolado individual
en determinadas circunstancias
17. Este apostolado
individual urge con gran apremio en aquellas regiones en que
la persecución desencadenada impide gravemente la libertad
de la Iglesia. Los laicos, supliendo en cuanto pueden a los
sacerdotes en estas circunstancias difíciles, exponiendo
su propia libertad y en ocasiones su vida, enseñan a
los que están junto así a la doctrina cristiana,
los instruyen en la vida religiosa y en el pensamiento católico,
y los inducen a la frecuente recepción de los sacramentos
y a las prácticas de piedad, sobre todo eucarística (27).
El sacrosanto Concilio, al tiempo que da de todo corazón
gracias a Dios, que no deja de suscitar laicos de fortaleza
heroica en medio de las persecuciones, aun en nuestros
días, los abraza con afecto paterno y con gratitud.
El apostolado individual tiene un campo propio en las regiones
en que los católicos son pocos y están dispersos.
Allí los laicos, que solamente ejercen el apostolado
individual por las causas dichas, o por motivos especiales surgidos
por la propia labor profesional, re reúnen a dialogar
oportunamente en pequeños grupos, sin forma alguna estrictamente
dicha de institución o de organización, de forma
que aparezca siempre delante de los otros el signo de la comunidad
de la Iglesia, como verdadero testimonio de amor. De este modo,
ayudándose unos a otros espiritualmente por la amistad
y la comunicación de experiencias, se preparan para superar
las desventajas de una vida y de un trabajo demasiado aislado
y para producir mayores frutos en el apostolado.
Importancia de las
formas asociadas
18. Como los cristianos
son llamados a ejercitar el apostolado individual en diversas
circunstancias de la vida, no olviden, sin embargo, que el hombre
es social por naturaleza y agrada a Dios el que los creyentes
en Cristo se reúnan en pueblo de Dios (cf. 1 Pe 2,5-10)
y en un cuerpo (cf. 1 Cor12,12). Por consiguiente, el apostolado
asociado de los fieles responde muy bien a las exigencias humanas
y cristianas, siendo el mismo tiempo expresión de la
comunión y de la unidad de la Iglesia en Cristo, que
dijo: "Pues donde estén dos o tres congregados en
mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt
18,20).
Por tanto, los fieles han de ejercer su apostolado tendiendo
a su mismo fin (28). Sean apóstoles lo mismo en sus comunidades
familiares que en las parroquias y en las diócesis, que
manifiestan el carácter comunitario del apostolado, y
en los grupos espontáneos en que ellos se congreguen.
El apostolado asociado es también muy importante porque
muchas veces exhibe que se lleve a cabo en una acción
común o en las comunidades de la Iglesia o en los diversos
ambientes. Las asociaciones, erigidas para los actos comunes
del apostolado, apoyan a sus miembros y los forman para el apostolado,
y organizan y regulan convenientemente su obra apostólica,
de forma que son de esperar frutos mucho más abundantes
que si cada uno trabaja separadamente.
Pero en las circunstancias presentes es en absoluto necesario
que en el ámbito de la cooperación de los seglares
se robustezca la forma asociada y organizada del apostolado,
puesto que solamente la estrecha unión de las fuerzas
puede conseguir todos los fines del apostolado moderno y proteger
eficazmente sus bienes (29). En lo cual interesa sobre manera que
tal apostolado llegue hasta las inteligencias comunes y las
condiciones sociales de aquellos a quienes se dirige; de otra
suerte, resultarían muchas veces ineficaces, ante la
presión de la opinión pública y de las
instituciones.
Variedad de formas
del apostolado asociado
19. Las asociaciones
del apostolado (30) son muy variadas; unas se proponen el fin general
apostólico de la Iglesia; otras, buscan de un modo especial
los fines de evangelización y de santificación;
otras, persiguen la inspiración cristiana del orden social;
otras, dan testimonio de Cristo, especialmente por las obras
de misericordia y de caridad.
Entre estas asociaciones hay que considerar primeramente las
que favorecen y alientan una unidad más íntima
entre la vida práctica de los miembros y su fe. Las asociaciones
no se establecen para si mismas, sino que deben servir a la
misión que la Iglesia tiene que realizar en el mundo;
su fuerza apostólica depende de la conformidad con los
fines de la Iglesia y del testimonio cristiano y espíritu
evangélico de cada uno de sus miembros y de toda la asociación.
El cometido universal de la misión de la Iglesia, considerando
a un tiempo el progreso de los institutos y el avance arrollador
de la sociedad actual, exige que las obras apostólicas
de los católicos perfeccionen más y más
las formas asociadas en el campo internacional. las Organizaciones
Internacionales conseguirán mejor su fin si los grupos
que en ellas se juntan y sus miembros se unen a ellas más
estrechamente.
Guardada la sumisión debida a la autoridad eclesiástica (31),
pueden los laicos fundar (32)y regir asociaciones, y una vez fundadas,
darles un nombre. Hay, sin embargo, que evitar la dispersión
de fuerzas que surge al promoverse, sin causa suficiente, nuevas
asociaciones y trabajos, o si se mantienen más de lo
conveniente asociaciones y métodos anticuados. No siempre
será oportuno el aplicar sin discriminación a
otras naciones las formas que se establecen en alguna de ellas (33).
La Acción
Católica
20. Hace algunos
decenios los laicos, en muchas naciones, entregándose
cada día más al apostolado, re reunían
en varias formas de acciones y de asociaciones, que conservando
muy estrecha unión con la jerarquía, perseguían
y persiguen fines propiamente apostólicos. Entre estas
y otras instituciones semejantes más antiguas hay que
recordar, sobre todo, las que, aun con diversos sistemas de
obrar, produjeron, sin embargo, ubérrimos frutos para
el reino de Cristo, y que los sumos pontífices y muchos
obispos recomendaron y promovieron justamente y llamaron Acción
Católica. La definían de ordinario como la cooperación
de los laicos en el apostolado jerárquico (34).
Estas formas de apostolado, ya se llamen Acción católica,
ya con otro nombre, que desarrollan en nuestros tiempos un apostolado
precioso, se constituyen por la acepción conjunta de
todas las notas siguientes:
a) El fin inmediato de estas organizaciones es el fin apostólico
de la Iglesia, es decir, la evangelización y santificación
de los hombres y la formación cristiana de sus conciencias,
de suerte que puedan saturar del espíritu del evangelio
las diversas comunidades y los diversos ambientes.
b) Los laicos, cooperando, según su condición,
con la jerarquía, ofrecen su experiencia y asumen la
responsabilidad en la dirección de estas organizaciones,
en el examen diligente de las condiciones en que ha de ejercerse
la acción pastoral de la Iglesia y en la elaboración
y desarrollo del método de acción.
c) Los laicos trabajan unidos, a la manera de un cuerpo orgánico,
de forma que se manifieste mejor la comunidad de la Iglesia
y resulte más eficaz el apostolado.
d) Los laicos, bien ofreciéndose espontáneamente
o invitados a la acción y directa cooperación
con el apostolado jerárquico, trabajan bajo la dirección
superior de la misma jerarquía, que puede sancionar esta
cooperación, incluso por un mandato explícito.
Las organizaciones en que, a juicio de la jerarquía,
se hallan todas estas notas a la vez han de entenderse como
Acción católica, aunque por exigencias de lugares
y pueblos tomen varias formas y nombres.
El sagrado Concilio recomienda con todo encarecimiento estas
instituciones que responden ciertamente a las necesidades del
apostolado entre muchas gentes, e invita a los sacerdotes y
a los laicos a que trabajen en ellas, que cumplan más
y más los requisitos antes recordados y cooperen siempre
fraternalmente en la Iglesia con todas las otras formas de apostolado.
Aprecio de las asociaciones
21. Hay que apreciar
debidamente todas las asociaciones del apostolado; pero, aquellas
que la jerarquía ha alabado o recomendado, declarado
y urgentes, según las necesidades de los tiempos y de
los lugares, han de apreciarlas sobremanera los sacerdotes,
los religiosos y los laicos y han de promoverlas cada cual a
su modo. Entre ellas han de contarse, sobre todo hoy, las asociaciones
o grupos internacionales católicos.
Laicos que se entregan
con título especial
al servicio de la Iglesia
22. Dignos de especial
honor y recomendación en la Iglesia son los laicos, solteros
o casados, que se consagran para siempre o temporalmente con
su pericia profesional al servicio de esas instituciones y de
sus obras. Sirve de gozo a la Iglesia el que cada día
aumenta el número de los laicos que prestan el propio
ministerio a las asociaciones y obras de apostolado o dentro
de la nación, o en el ámbito internacional o,
sobre todo, en las comunidades católicas de misiones
y de Iglesias nuevas.
Reciban a estos laicos los pastores de la Iglesia con gusto
y gratitud, procuren satisfacer lo mejor posible las exigencias
de la justicia, de la equidad y de la caridad, según
su condición, sobre todo en cuanto al congruo sustento
suyo y de sus familias, y ellos disfruten de la instrucción
necesaria, del consuelo y del aliento espiritual.
NOTAS:
27. Cf. Pius XII, Alloc. Ad I Conventum ex Omnibus Gentibus Laicorum Apostolatui provehendo 14 oct. 1951 AAS 43 (1951), 788.
28. Cf. Pius XII, ibid. 787-788.
29. Cf. Pius XII, Litt. Encycl. Le pelerinage de Lourdes 2 iul. 1957 AAS 49 (1957) 615.
30. Pius XII, Alloc. Ad Consilium Foederationis intern. virorum catholicorum 8 dec. 1956 AAS 49 (1957) 26-27.
31. Cf. infra c. 5, n. 24.
32. Cf. S. C. Conc., Resolutio Corrienten. 13 nov. 1920 AAS 13 (1921) 139.
33. Cf. Ioannes XXIII, e. PP l. c., 856.
34. Cf. Pius XI, Epist. Quae Nobis ad Card. Bertram 13 nov. 1928 AAS 20 (1928) 385. Cf. también Pius XII, Alloc. Ad A. C. Ital. 4 sept. 1940 AAS 32 (1940) 362.
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