HERRERÍA volver al indice
 

      Desde hace unos años, cada verano, nos reunimos Celso, Miguel y yo, durante una semana, para ver a seis ojos.
     El paisaje geográfico suele ser la patria chica de cada uno: Orense, Granada, Tarragona.
     Pero más que el paisaje geográfico tratamos de contemplar el paisaje filético, el de los amigos. «Los amigos de mis amigos son mis amigos».
     Al terminar la jornada revisamos las «visiones».
     Aquel día habíamos estado en casa de unos amigos de Celso. Disfrutamos de veras. Y no me refiero a la cena, que no estuvo nada mal. Fue el clima, un «no sé qué» de finura y discreción.
     Recuerdo que mi «visión» se redujo a leerles estas palabras de Steinbeck en «Al este del Edén»:
   «Los hombres que acudían a su herrería para hablar o escucharle, dejaban de blasfemar mientras permanecían allí, y eso no por una imposición, sino de un modo automático, como si aquél no fuese un lugar adecuado para ello».
     Mis amigos estuvieron conformes, plenamente conformes. Los tres tuvimos que confesar que Dios nos había hecho el regalo de conocer muchos herreros y muchas herrerías así. ¡Que conste!