ELLINGTON volver al indice
 

     Este verano estuve un par de días en casa de un condiscípulo. Vive en Nueva York (ver Roble), pero aprovecha el verano para mediterranear un poco. Querencia de la tierra.
     Me sorprendió que tanto al levantarse como al acostarse pusiese música de jazz, él, tan de música gregoriana en nuestros años de seminario.
     Cuando le pregunté con cierta ironía si rezaba completas con música de Duke Ellington, desvió la conversación.

     Ahora me envía una fotografía en la que aparece su músico preferido en la catedral de la Gracia, de San Francisco, en un concierto de música religiosa (de jazz, naturalmente). Y este fragmento de entrevista:

     Periodista: ¿Es satisfactorio saber que su obra le permitirá ser conocido en épocas futuras? ¿la celebridad le hace olvidar el arduo camino que con certeza tuvo que recorrer?
     Duke Ellington: No me interesa la posteridad. He sido muy afortunado; por tanto, no he tenido que recorrer ningún arduo camino.
     Periodista: Aparte de Dios, ¿qué le sostiene en la vida?
     Duke Ellington: ¿Aparte de Dios? ¿cómo puede uno arreglárselas sin Dios?

     «¿Cómo puede uno arreglárselas sin Dios?». Realmente mi amigo no tiene mal gusto, aunque su música matutina y vespertina no sea gregoriana.