DESIERTO volver al indice
 

     Algunos piensan que es algo así como arena, más arena, un arenal sin fin. Con algún que otro oasis, incluidas las palmeras. Más bien pocas palmeras y menos oasis.
     Pero esto es sólo lo de fuera del desierto, lo externo, las apariencias, la corteza áspera y rugosa.
     El desierto para quien ha vivido en él (a los verdaderos cristianos Dios les lleva al desierto, les arrastra al desierto) esconde armonías insospechadas, amaneceres, puestas de sol deslumbradoras.
     Yo me he asomado un poco al desierto. Y me he enamorado de él.
     Para los amigos que malviven en tierras llamadas fértiles estoy preparando un álbum de diapositivas sobre el desierto. Para que no teman. Para que cuando el Señor les quiera tanto que les empuje hacia el desierto no digan que no.
     Ahí van las tres primeras diapositivas de la colección:

     1. «En el desierto, no hay obra humana ni natural que detenga la mirada, el pensamiento o el deseo de los hombres. Nada puede distraer al hombre de la contemplación de la eternidad. El hombre está en incesante contacto con el infinito, que comienza a sus mismos pies. Cuando el hombre se encuentra con Dios en el desierto le permanece fiel para siempre».

     2. «El desierto no permite que el hombre se establezca en un lugar. Los que viven en el desierto hacen como las orquídeas de la selva tropical que, ya que no pueden llegar a la tierra con sus propias raíces, las fijan en el espacio, por encima de ella».

     3. «Al contrario de lo que ocurre con las plantas, la fe en Dios echa raíces más profundas y con mayor facilidad en el desierto que en las tierras fértiles»