CONGRESO INTERNACIONAL DE LA VIDA CONSAGRADA (24 de noviembre 2004)

 

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Jesús “toma de la mano” a los protagonistas de sus parábolas, para indicarnos a nosotros el camino. Pero si, al contrario, la samaritana agarrara nuestra mano, ¿qué diría a la vida consagrada? A esta pregunta ha comenzado a responder la hermana Dolores Aleixandre en la ponencia inaugural del Congreso “Pasión por Cristo, pasión por la humanidad”. A lo mejor hasta se atrevería a preguntarnos los nombres de nuestros maridos, de esas realidades con las que pactamos y que nos apartan de nuestro Centro. Y que se llaman “el marido de la necedad desinformada y conformista” que nos hace creer que la situación del mundo no tiene remedio, “el marido neoliberal y consumista” que nos crea necesidades crecientes de confort, “el marido individualista” que nos ciega las fuentes de la alteridad, “el marido pseudoterapeuta” que “impone el psicologismo”, “el marido secularista” que nos aleja del pozo, del encuentro profundo con el Señor y de la experiencia mística, “el marido idolátrico” que ignora al Padre, “el marido de los mil quehaceres” que esconde dentro el viejo dinamismo de buscar la justificación por las obras. Si, en cambio, el Samaritano agarrara nuestra mano de religiosos y religiosas, nos indicaría que detrás de ese hombre “medio muerto” al borde del camino, podría estar la misma vida cnsagrada. “Contemplamos de nuevo al hombre ‘medio muerto’, sin rehuir la pregunta que a veces nos asalta de si no será a veces la propia vida religiosa responsable de las “medio-muertes” de algunos de sus miembros. Porque la sinceridad nos obliga a reconocer la existencia de vidas “a medias” que no parecen esponjadas ni felices, supeditadas al funcionamiento de las instituciones, asfixiadas por la inercia de un orden inamovible y unas tradiciones incuestionables, deshabitadas en su corporalidad, con la iniciativa y la espontaneidad sofocadas, raramente invitadas a pensar por sí mismas, a expresar libremente sus opiniones, sus desacuerdos, sus deseos o sus sueños. Esta consideración nos lleva a otra, según Dolores Aleixandre, bajo la forma de pregunta: “¿y si fuera lo que sentimos "medio muerto" en nosotros, tanto personal como institucionalmente, lo que tuviera la misión de revelarnos dimensiones de nuestra existencia que desconocíamos? ¿Y si fueran las situaciones de creciente fragilidad, disminución y pérdidas las ‘mensajeras’ encargadas de anunciarnos una novedad que llega a nuestras vidas?”.